Reportaje a Christian Baldini
Escribe: Eduardo Balestena
Reportaje  a Christian Baldini
      Nacido en Mar del Plata, Christian  Baldini  completó con honores sus  estudios de dirección orquestal y composición en la Universidad Católica  Argentina, obteniendo luego becas completas para llevar a cabo su maestría y  doctorado en las universidades estatales de Pensilvania y Nueva York.
      Desde 2009 es director  artístico de la Orquesta Sinfónica UC Davis y desde 2012 director musical de la  Orquesta Sinfónica Camelia, de Sacramento, capital de California, con la cual  ha abordado ciclos completos de las sinfonías de Brahms, Sibelius, Schumann y  Beethoven, así como estrenos locales de obras de Luciano Berio, György Ligeti,  Edgar Varese, Oscar Strasnoy, además de numerosos estrenos locales. 
Una  visión holística
    Con un repertorio íntegramente  dedicado a música argentina, el concierto de la Orquesta Sinfónica Nacional del  15 de julio de 2022 en la Sala principal del CCK significó, gracias a Gonzalo  Quintas, de la Dirección Nacional de Organismos Artísticos, la posibilidad de  entrevistar extensamente al maestro Christian Baldini. La oportunidad fue su  estancia de algunos días en Mar del Plata, y la conversación tuvo lugar en un  café próximo a nuestro Teatro Colón, lugar donde lo conocí hace varios años,  cuando vino a dirigir nuestra Orquesta Sinfónica Municipal.
      Del simple cotejo de  fechas y de sus antecedentes surge la juventud con la cual inició, cimentó y  lleva a cabo una carrera en la cual ha abordado los géneros y los períodos más  diversos, desde el clasicismo a las vanguardias.
    Hablar con un músico del  calado de Christian Baldini es abrir un panorama nuevo a cada momento: es  inacabable la lista de experiencias musicales, interpretaciones, formaciones  –orquestales o camarísticas-  y obras a  que hace referencia. En el trato es llano y muy amable y produce la sensación  de que su habla oral –precisa, sobria e informal al mismo tiempo- sigue las  leyes de la música. 
Una  primera etapa
      -Cómo fue el comienzo de  tus estudios musicales –le pregunto.
      -CB. Cuando comencé a  considerar las distintas opciones pude ver que en la  UCA era una carrera larga, de siete años y la  consideré la mejor de esas opciones.
      Recuerdo haber ido allí:  era una casa en San Telmo que daba la impresión de un lugar familiar, como si  se fuera a visitar a un amigo. Cuando entré había alguien haciendo un examen y  resultó que también era de Mar del Plata. Era Valentín Garvie, que estaba  estudiando dirección orquestal. Fuimos amigos desde entonces.
    Di el primer año libre y  comencé a cursar desde el segundo. Era una formación muy completa, con  excelentes docente.
Es una mañana fresca y desde el refugio de la vereda en el cual estamos ante una mesa y cercanos a una estufa vemos pasar incesantemente a la gente, en vacaciones. El ruido del escape de una moto nos invade por un momento. La vida discurre, como la música.
-¿Venís de familia de  músicos? 
      -CB. No, mi mamá era  enfermera, mi papá médico…mi tía Martiana, que decía tocar el piano, era una  persona de mucha cultura y me regaló la primera biografía de Mozart, pero no  fue una influencia decisiva y la mía no era una familia musical.
      De chico para mí la música  era como una salida, un refugio y aprendí a leer muy temprano, mi papá me enseñó  con un libro de primario de mi hermana, que era mayor. A partir de allí comencé  a leer y tenía una facilidad para aprender cosas. Entré a la escuela y me  aburría y tenía una conducta desastrosa. Sentía que no me hallaba en la escuela,  y la maestra me retaba en lugar de darme otra cosa para hacer.
      Ya a los tres años le dije  a mi mamá que quería estudiar el violín, entonces las posibilidades, eran  diferentes.    
      Mientras estudiaba en la  UCA formé un ensamble. Estaba en el tercero o cuarto año de la carrera, es  decir que me faltaban un año o dos  para  graduarme. Era un grupo inicialmente muy pequeño, hicimos audiciones y en el  primer ensayo nos debemos haber juntado 11 o 12 personas y a lo largo de esos  dos año que trabajé fue un crecimiento muy satisfactorio, porque terminamos  teniendo una orquesta sinfónica completa, un ensamble de vientos, un  coro polifónico. Hicimos varios sinfónico  corales. Conseguí apoyo financiero para llevar el ensamble de vientos a Mar del  Plata, a tocar al Teatro Colón. Aprendí muchísimo  de todo lo que es producción, además  de lo que es dirección musical.
      Cuando fui a Pensilvania,  muy poquito tiempo después de mi llegada fundé otro ensamble. Fue entonces que  la decana me convocó para conversar y estaba muy impresionada de que tan pronto  hubiera fundado y me dio apoyo económico para que pudiera alquilar música y  financiar la actividad.  
      Cuando me llamó la docente  pensé “qué habré hecho mal”, en cambio me dijo que mi examen era el mejor que  había visto y me ofreció el apoyo para el ensamble.
      Era muy grande la  disponibilidad de partituras, partichelas y grabaciones de las que había.
      La experiencia en Davis,  California fue muy importante. Soy   profesor de la Universidad de California desde hace ya  13 años, comienzo el año 14 ahora y soy  director de la Orquesta Sinfónica de UC Davis, que es de la Universidad de  California en Davis y tenemos un teatro maravilloso realmente, el Mondavi Center y este año está en el  aniversario número 20 y vienen orquestas de todo el mundo, como la Filarmónica  de San Petesburgo , con Valery Gergiev, ha venido la Sinfónica Nacional Rusa,  la Sinfónica de San Francisco, muy seguido, la de Los Ángeles con Gustavo  Dudamel, la Royal Philarmonic de Londres, la Filarmónica de Seúl. Yo he  dado charlas-presentaciones para la  Filarmónica de China, la Sinfónica de Shangai. Es decir que vienen orquestas de  Asia, de Europa, de Estados Unidos todo el tiempo a tocar, y la orquesta de UC  Davis es la orquesta residente ahí y tenemos el privilegio de hacer todos los  ensayos en el escenario. No tenemos que ir a ninguna sala de ensayo, lo cual  nos ha ayudado a tener una actividad sostenida y lograr una calidad artística  muy alta
      Luego hice el doctorado en Buffalo Universidad de Nueva York,  que era a unas cuatro horas en auto de donde yo vivía. Llegué allí como  estudiante doctorado en composición; al poco tiempo se enfermó el director de  la orquesta, que quedó en Nueva York y no podía volar, y  me llama el jefe del Departamento de Música y  me dice si como un favor podía dirigir el concierto del día siguiente y  tuve una media hora de ensayo brevísimo,  donde ensayamos algunas cosas puntuales y tuvimos el concierto que era la Quinta Sinfonía de Beethoven, el Pélleas y Mélisande de Fauré y  una obra nueva de alguien que se estaba  graduando en su doctorado en composición. Todo fue muy bien. Pasó alrededor de  un mes y me ofrecieron el  cargo de  director musical de esa orquesta en Buffalo.
      Había llegado a Estados  Unidos para continuar mis estudios, pensaba hacer la maestría y el doctorado y  volver, pero las cosas se fueron dando de otro modo.
-¿Cómo llegas a California  Davis?
      -CB Tuve una entrevista  para el cargo de Director Musical en la Universidad de California Davis y no  solamente tuve que  dirigir a la orquesta  en dos ensayos sino también conocer lo que es una gran parte del trabajo en  Estados Unidos, que es el referido a los sponsors,  la gente que dona dinero. Me reuní con esa gente y también tuve que dar una  clase magistral a un director de orquesta que estaba haciendo estudios de  posgrado, di una clase sobre Bach,   también. 
    Tuve muchas reuniones y al  finalizar  todo eso, no habrá pasado ni  una semana que me ofrecieron el caro, y quien era mi mentor de doctorado en Buffalo, un extraordinario compositor  que se llama David Felder, cuando le conté que me habían ofrecido ese cargo me dijo  que absolutamente  lo tenía que tomar porque  es uno de los más deseados en los Estados Unidos; la Universidad de California  es  la institución pública más  prestigiosa del mundo, entonces tiene muchos beneficios tener un cargo en la  Universidad de California y tenía razón, ahora que ya llevo casi 14 años , no  era algo que hubiera podido pasar por alto porque fue muy importante en mi  desarrollo personal y profesional   
Salzburgo  y Michael Tilson Thomas
      -Hay otros hitos muy  importantes en tu carrera: el haber sido finalista en el Concurso Internacional  para Jóvenes Directores de Orquesta, nada menos que en Salzburgo, y tu vínculo  con Michael Tilson Thomas, director titular de la Orquesta Sinfónica de San  Francisco y discípulo, nada menos, que  de Leonard Bernstein. Tilson Thomas es un gran  divulgador y pedagogo cuya serie de programas Keeping the score nos brinda un análisis ameno y exhaustivo de las  obras y un sentido de perfección interpretativa. 
      -CB. Es cierto, si bien no  gané el concurso fui uno de los tres finalistas de un total de 91 concursantes  de todo el mundo y eso me significó, entre otras cosas, poder contar con un  manager para mi carrera.
      Nunca me acerqué a los  directores para pedirles algo; quizás hubiera debido o hubiera podido hacerlo.  Conocí a Michel Tilson Thomas cuando asistí a ensayos de la Orquesta Sinfónica  de San Francisco de Amériques, de Varèse.   Es una obra que no se toca tanto porque  es gigante, lleva una orquesta como de ciento y pico de personas, con 14  percusionista, dos arpas,  mas todas las  maderas a 5, con dos contrafagots, con tubas, trombón contrabajo, 6 o 7  trompetas. Es más grande que La Consagración de la Primavera.
    Tilson Thomas me recibió  en su despacho en el Teatro y me sorprendió que conociera mucho de mi  actividad. Sucedió por ejemplo que al presentarme a otras personas les dijera  que le gustaba como había abordado las sinfonías de Sibelius. Fue toda una  sorpresa que alguien como él conociera mi actividad de ese modo y se refiriera  a ella con entusiasmo.
-Michael Tilson Thomas une  el amor a la música con el detalle y el nivel de detalle con el que trabaja es  enorme, que hayas sido su director asistente habla mucho de tus méritos. Siendo  como es, igual que Bernstein, no se detiene hasta lograr la perfección y eso es  lo que habrá de esperar de su director asistente.
      -CB. Trabajé con él, que  tiene un sentido pedagógico innato: le basta decir una palabra o hacer un gesto  para transmitir algo  y llegó a delegarme  conciertos de la orquesta por estar muy satisfecho por cómo abordaba las obras.
      Es además un hombre de gran  experiencia que ha conocido a músicos de los más grandes del siglo XX.
-El programa dedicado a Aaron  Copland es una prueba de ello. Es decir que hiciste las sinfonías de Jean Sibelius  en forma integral. Cuáles son tus preferencias.
      -CB. Es difícil hablar de  preferencias. Cada obra tiene un gran valor y transmite algo propio. A la hora  de armar un programa de concierto no se trata de incluir una obertura breve, un  concierto para instrumento solista y orquesta   y luego la sinfonía que a uno le guste. Se trata de algo distinto.
      El programa debe tener su  progresión y las obras vincularse e iluminarse unas a otras. Por ejemplo en un  concierto que era sobre el concepto de la luz y la oscuridad tenía dos obras de  Ravel: Alborada del Gracioso al  comienzoy la Rapsodia Española  al final.  En el caso de la Alborada es una  canción matutina y en el de la Rapsodia  es una trayectoria  de lo que es el transcurrir de un día,  terminando con una gran fiesta en feria. Las dos obras en el medio eran de dos  compositores italianos, que representaban más la noche y la oscuridad y lo  oscuro como concepto filosófico. El primer compositor era Luigi Dellapiccola.  Hicimos  la Piccola música notturna y luego de la pausa hicimos  de Salvatore Sciarrino hicimos la Introduzione a lo oscuro. Él es además  el compositor italiano viviente más grande y  he tenido el privilegio de estudiar con él   en Francia, en un Festival donde   se me estrenaba una obra para orquesta y Sciarrino era el compositor que  daba clases magistrales a compositores que iban allí de todo el mundo.
      Ese fue el concepto y  cuando tocamos esa pieza de Sciarrino apagamos todas las luces del teatro y  sólo dejamos las luces de los atriles. Es una música que genera como un anti  espacio, porque tiene parte de silencio, se mantiene al límite de lo audible e  inaudible. Tiene algunos efectos que son   casi como “animalísticos”: usa no sólo las cuerdas sino los vientos, la  flauta hace como unos rugidos. Es una pieza muy impresionante en lo sensorial,  así que el efecto de tocarla con las luces   apagadas gustó muchísimo. Lo que me gustó de ese programa  fue que la gente venía por Ravel, que es un  compositor que adora y conoce, pero al final, además de Ravel, estaban  fascinados por las obras de Dellapicola y Sciarrino. Eso es lo que me gusta lograr  con esos programas eclécticos y conceptuales, es como un chef en un  restaurante  que no pone simplemente un  pedacito de esto y otro de esto otro para comer y llenarse. La idea es  tener un trayecto, una experiencia más  holística y que haya a lo largo del tiempo un desarrollo de confianza entre el  chef y los comensales, o, en este caso, entre el director de orquesta, la  orquesta y el público. 
-La música termina por  vincularse según la propuesta del intérprete.
      -CB Brahms, Schumann,  Bruckner, son enormes presencias en la música y particularmente siento algo  especial por el clasicismo de Haydn, que siempre sorprende con algo vivo,  gracioso y espontáneo; las sinfonías de Mozart, como la Linz o la Júpiter, y  las de Beethoven.
      Me gusta mucho trabajar con  cantantes y el repertorio sinfónico coral. El cantante es en sí mismo el  instrumento y eso tiene un valor diferente. La música proviene de su propio  cuerpo y me gusta tanto hacer obras con cantantes –óperas o sinfónico corales-  como escribir música coral.
      
      -Tilson Thomas ha dicho  que prepara las obras cantando, o en el piano. Hay muchas maneras de comenzar a  entrar en ese mundo de la obra y ella parece ser la que propone cómo debe ser  abordada.
      -CB En mi caso, más allá  de trabajar en el piano o cantando, suelo estudiarlas en el escritorio. No hay  un solo modo.
La  frágil libertad
    -Y en cuanto a la  actividad compositiva, cómo es  la  génesis de una obra, cómo nace, bajo que estímulos e ideas y cómo se desarrolla  o es ella misma, al surgir, la que pide ser desarrollada de uno u otro modo.
      -CB. No hay una sola  manera. A veces puede provenir de un poema, otras de diferentes circunstancias.  Tampoco se trata de hacer por ejemplo un clásico cuarteto de cuerdas, sino de  emplear una formación que esté dada por la índole de lo que uno quiere decir.
      Escribí por ejemplo un  concierto para violín y orquesta a solicitud de una violinista coreana y se  convirtió en una obra política; dediqué el artículo Freedom is fragile, en “The Gleaming Sword”, a la relación  entre  libertad, política y música, con  varios ejemplos musicales.
      Corea es una magnífica  península artificialmente dividida por la política y hay una libertad desigual  en el sur y en el norte. Encontré inspiración en desgarradoras cartas de  personas que deben vivir forzosamente separadas, sufriendo la pérdida de  familiares. 
      Durante mis investigaciones  encontré testimonios, entre los cuales estaba el de un periodista de Corea del  Sur que fue detenido por las autoridades de Corea del Norte y liberado  solamente por la intervención del ex presidente Clinton.
      La península de Corea ha  sido dividida por demasiado tiempo. Las familias han sido separadas por ese  límite artificial que es el paralelo 38. La crueldad de esta segregación, las  violaciones a los derechos humanos relativas a ellos hizo inevitable dedicar la  obra a todos quienes habían sido víctimas   de estas políticas y de las guerras.
    Muchos sonidos e imágenes  vinieron a mí a medida que me involucré más en este proyecto, desde la  imagen  del muro de Berlín, dividiendo  a Alemania en dos naciones, al muro que  separa a comunidades y familias a lo largo de Norteamérica.  
-Cómo es posible plasmar  esto en la música.
      -CB por medio de distintos  estímulos y materiales: tomé por ejemplo cartas. Hay historias como las de Hyseo  Lee y Yeonmi Park, dos desertoras del régimen de Corea del Norte. Euna Lee es  una periodista Sud Coreana que fue detenida por las autoridades de Corea del  Norte y utilicé distintas cartas de familiares separados a lo largo de la  frontera.
      Es una pieza muy dramática  y se vale de las ventajas que los recursos expansivos de la orquesta y su  dispositivo y de instrumentos autóctonos tanto como de la voz humana.
      La libertad es frágil,  dice Euna Lee y si no luchamos  por los  derechos humanos y las personas oprimidas ahora mismo, quién lo hará por ellos.
-La versión es de la  Orquesta UC Davis y Celine Jeong Kim
      -CB. Sí, es la orquesta de  la que soy titular desde 2009 y debo decir además que esta fue la primera vez,  en los 13 años  que he estado en Davies,  que programé una obra mía. No es por falta de oportunidad, pero soy muy  cuidadoso con eso. No me gusta. Hay gente que es compositor y director y todos  los años se programa obras  propias, que  a mí no  me parece correcto hacer eso:  hay mucho repertorio que me interesa explorar y cuando programo música no lo  hago de una manera egoísta diciendo me gusta esta sinfonía, la programo sí o sí,  sea bueno para la orquesta o no y no tenga nada que ver con el resto del  programa. Tengo mucho cuidado con eso y de la misma manera, hacia anos que  me pedían que pusiera una obra mía en el  programa y esta fue la oportunidad y la primera vez que lo hice  y no tengo pensado  en un futuro cercano volver a programas  nada mío.
      Con mi otra orquesta, la  de sacramento, la Camelia Simphony  Orchestra tampoco. Me han pedido que  programara una obra mía y no lo  he hecho.  Este ano estoy entrando en mi décima temporada y  consideré   en un momento en escribir una obra nueva. Es posible pero con  mucho cuidado y tiene que haber una muy buena  razón para hacerlo, no simplemente que salga por que salga.
      Celine Jeong Kim es una  violinista coreana excelente que hizo un posgrado en la Universidad de San  Francisco. Ahora está trabajando en la orquesta nacional de Corea, en los  primeros violines.
La  firme voz
      El concierto para violín  es ciertamente una experiencia dramática. Al escucharlo en el registro de  Celine Jeong Kim y la Orquesta…se tiene una idea muy diferente de las funciones  posibles que la música puede tener: primero es una intervención poderosa y cortante,  un discurso vigoroso que se interrumpe con la aparición de una segunda solista  que toca partes del concierto para violín y orquesta de Mendelssohn, hasta que  es retirada casi violentamente de la escena: hay –en apariencia- una sola voz  legitimada para estar allí y no existe diálogo posible con otra porque se  interrumpen. También el anhelo de libertad irrumpe. Sin embargo, pronto  sucederá algo aun más inusual: comenzará  la lectura de cartas, con un fondo musical  suave pero al mismo tiempo desgarrado.
      Son recursos inhabituales que  producen un fuerte impacto, en parte por el contenido de la música y en parte  por significar, en sí mismos una ruptura: con la tradición, con la música como  algo simplemente bello, para dar paso a una experiencia diferente, algo que  podemos llamar –como el compromiso del que hablaba Jean Paul Sartre- un deber  del artista: el de asumir su obra como un testimonio y una herramienta de  lucha.   
      La voz que no es cantada,  que es una lectura, se convierte en el elemento más poderoso de todos. La  orquesta se transforma en un pedal para la voz, la acompaña: es aquella la que  guía y de pronto aparece el silencio y fuertes golpes percusivos. Los discursos  políticos son la ruptura total con la experiencia de las personas sometidas el  régimen y, claramente, forman parte de la violencia.
Christian Baldini desarrolló un recurso y una estética musical en función de un estímulo poderoso que surgió de su propia experiencia: son los hechos los que encuentran sus propios modos de expresarse. La música engloba a aquello que está más allá de ella pero que no es ajeno, involucra el manejo de la orquesta y de la voz pero desde la necesidad de actuar.
Colofón
      En lo que hace a su  actividad como conductor, ha dirigido para la Ópera de Inglaterra (Londres);  Teatro Colón de Buenos Aires; Festival de Aldemburgh; Ópera de San Francisco.  Asimismo, ha estado al frente de la Orquesta del Norte de Holanda, del Noroeste  de Alemania y muchas otras, en Europa y Estados Unidos.
      Como compositor, ha  recibido premios internacionales en Corea, Estados Unidos, Argentina y Francia.
      Ha realizado numerosas  grabaciones discográficas, incluida la selección como “Grabación del mes” de la  revista Gramophone y grabación destacada de Classic FM por su CD con música de  Wolfgang Amadeus Mozart. 
      Entre otros registros se  cuenta el editado por Centaur Records, 2021, con obras de Varese, Baldini,  Ligueti y Lutoswasky, dirigiendo la Orquesta de la Radio de Munich, que han  sido elogiados por la crítica especializada.
    La música es un mundo  que nunca puede ser conocido en su totalidad y  cuyas posibilidades son múltiples, en ese camino valen todas las ideas que  provengan de una profunda convicción y sabiduría. Ese quizás sea el mensaje  final. 
Eduardo Balestena

