Amijai: Excelente inicio de la Temporada 2012
      Brillante actuación de la Orquesta Nacional  Rusa
    Templo de la Comunidad Amijai
30 de abril 2012
Escribe: Andrés Hine
      
      Director: José Serebrier. Solista: Alexei Bruni (violín)
    Programa:   
- Obertura “Egmont”, de Beethoven;
- Concierto en Re mayor, Op. 35, para violín de P. Tchaikovsky;
- Sinfonía N° 8 en Sol mayor, Op. 88, de Dvorak.
Con gran expectativa de la audiencia, se presentó en el templo de la Comunidad Amijai, la Orquesta Nacional Rusa. Este organismo hizo su debut en Moscú, en 1990 y fue descripto por el Miami Herald como “el símbolo viviente del mejor arte ruso”. Esta orquesta es independiente del gobierno, ha creado su propia estructura y está financiada por fondos privados, saliendo así de lo habitual en las orquestas rusas.
      Tras una apasionada versión de la  obertura Egmont, de Ludwig van  Beethoven, la velada  continuó  con el Concierto para violín en Re mayor,  de Tchaikovsky, en el que el propio concertino de la orquesta, Alexei Bruni,  actuó como solista. Utilizó un violín Amati, circa 1632, del que extrajo  sonoridades fascinantes, con buena sonoridad y gran virtuosismo. Tal vez su  fraseo en el segundo movimiento sonó deslucido frente al resto de la obra. Pero  en general, puede decirse que fue esta une versión magnífica, a la que  contribuyó el eficaz desempeño de la masa orquestal. Bruni agradeció la ovación  recibida, con la interpretación del capricho Nº 28 de Federigo Fiorillo.
      Ya en la segunda parte y con Alexei Bruni  sorprendentemente sentado en las filas de la orquesta como concertino, se pudo  escuchar una extraordinaria versión de la Octava  Sinfonía de Antonin Dvorak. Bajo la inteligente batuta del uruguayo José Serebrier, la orquesta se lució por su perfección en  ataques y finales, la precisión de la afinación y la vehemencia. Todos los  instrumentas cumplieron una labor de gran valía, mientras Serebrier mantuvo un  ajustado equilibrio de los planos sonoros. 
Sorprendieron los bronces por su exactitud y por la limpidez de sus sonidos y los violines por la homogeneidad y grandeza sonora. No cabe duda alguna de que se trata de un organismo con un alto nivel de disciplina y profesionalismo.
      Ante el delirio general, la Orquesta  brindó, a manera de bises: el Aria de la suite para orquesta N°  3 BWV 1068 de Bach, Oblivion de Astor Piazzolla, con un  destacado solo de oboe a cargo de Vitaly  Nazarov, y finalmente la Danza eslava N° 2,  de Dvorak,  en versión inigualable. Indudablemente, este concierto colmó con creces las  expectativas y se constituyó en un excelente principio de temporada para el  ciclo de Amijai. 


