Menu principal

 

En el Fernández Blanco, en el ciclo de ALAPP Argentina

 

ATRACTIVO RECITAL DE NÉSTOR ZULUETA

Museo Fernández Blanco

15 de Junio de 2012

Escribe: Carlos Ure

 

Chopin: Balada Nº 2, opus 38;

Brahms: Variaciones y fuga sobre un tema de Händel, opus 24;

Gaos: Hispánicas, suite para piano;

Debussy: Reflets dans l'eau, Poissons d'or y L'isle joyeuse.

 

Néstor Zulueta, piano.

 

El viernes 15, en el Museo de Arte Hispanoamericano Isaac Fernández Blanco (Suipacha 1422)

 


Es meritoria la tarea que viene realizando la Asociación Latinoamericana de Pianistas Pedagogos, a través de recitales, seminarios, concursos y promoción de tecladistas jóvenes. En el marco de su ciclo anual de conciertos se inscribe ahora la presentación de Néstor Zulueta, que tuvo lugar el viernes en el Museo Fernández Blanco ante un auditorio colmado (con gente de pie), y con sus más y sus menos alcanzó sin duda atrayente nivel.


Variaciones complejas


La velada comenzó con una Balada, de Chopin, cuya traducción, excesivamente solemne y contrastante, exhibió casi sin transiciones intermedias un fraseo de plástica diafanidad junto a rasgos de contundente vigor.


Sin embargo, luego, al abordar las Variaciones y fuga opus 24, de Brahms, nuestro compatriota desplegó un gran cometido, sólido, de enfoque unívoco y tenso desarrollo. Es que esa pieza de inusual complejidad debido a su extensión, abstracción e invenciones fue objeto de una versión que aunó el nervio con una fina transparencia y tuvo sutilezas y claroscuros, líneas atildadas y elocuente vibración en la fuga conclusiva, siempre en un contexto estilístico barroco-romántico que el intérprete modeló sin fisuras dentro de sus difíciles cauces.

 


Andrés Gaos


La segunda parte del recital permitió que las generaciones actuales conocieran un trabajo del compositor Andrés Gaos (1874-1959), muy digno de ser tenido en cuenta en el futuro. En efecto; inspirada, amena, de esbelta factura, en la creación del violinista y director hispano argentino (cuyo hijo estuvo presente) Néstor Zulueta lució toque claro, de destacada pulcritud, mecanismo armado con excelencia, lenguaje cadencioso. En la audición de esa partitura de bellas conjugaciones armónicas, melodiosa, transida de elementos impresionistas, todo fue esmalte, gracia alada, matices y delicadas reverberaciones colorísticas.


Ya en la parte final, tres páginas de Debussy ("Reflets dans l'eau", "Les poissons d'or" y "L'isle joyeuse") fueron volcadas con percusión y trabazón bien netas, depurados deslizamientos ascendentes y descendentes y juegos cromáticos de calificada realización.

 

Carlos Ure