Con textos de insoportable puerilidad
      ESCENAS  MUSICALES SOBRE GALLOS
    Jueves 23 de Agosto
Centro de Experimentación del teatro Colón
Escribe: Carlos Ure
      “Gallos y Huesos”
Texto de Sergio Chejfec, y música de Pablo Ortiz.
Montaje de Julián D’Angiolillo
Puesta en escena de Eduardo Stupía. Lucrecia Jancsa,
Arpa y Ensemble Vocal de Solistas Nonsense (Valeria Martinelli).
    De manera  congruente con su misión, el Centro de Experimentación del Teatro Colón estrenó  el jueves una pieza dedicada a los gallos (y a los huesos que quedan después de  habérselos comido), compuesta por Pablo Ortiz, músico argentino de actuación en  Estados Unidos, discípulo de Roberto Caamaño. 
    Lo primero  que debe decirse de esta creación excesivamente larga debido a la reiteración  invariada de su ideas poéticas y musicales, es que los textos, pertenecientes a  Sergio Chejfec, situados en un plano abarcativo del absurdo, lo obsesivo y el  ridículo (parte del público reía y hubo gente que se fue) destituyeron a la propuesta  de base seria: las alusiones a los platos que hay que lavar en la pileta de la  cocina con los huesos residuales de gallos y gallinas fueron frecuentes  (sic). 
   
      La música 
      Desde el  punto de vista sonoro, debe decirse que Ortiz elaboró un trabajo con aristas  interesantes, menoscabado por su uniformidad y su inexplicable trasfondo  argumental. En esta dirección, ciertos diseños y tonalidades para el arpa y la  inserción de voces humanas trabajadas en sus distintas alturas o en un marco  polifónico muy bien desplegado fueron sin duda elementos dignos de atención.  
      Dirigido  por Valeria Martinelli, el Ensemble Vocal Nonsense realizó al respecto un  aporte de señalada importancia, no sólo en cuanto a la lozanía, afinación y  ajuste de sus registros, sino también en lo que hace a la calidad de sus  solistas femeninas, entre quienes destacó la soprano Cecilia Mazzufero. Miembro  desde hace mucho de la Sinfónica Nacional , la arpista Lucrecia Jancsa hizo oír  por su lado un sonido de esbelta calidez, atrayente volumen y tañido neto. 
      La puesta 
      Sin  embargo, cabe afirmar que la ejecución de esta obra atípica (¿instalación,  escenificación poemática, música incidental?) no hubiera podido plasmarse sin  la puesta de ese importante artista plástico que es Eduardo Stupía. Iluminada  con talento, la escena exhibió en el fondo una pantalla frontal y dos  laterales, en las que fueron proyectadas con fluida dinámica imágenes  caricaturescas, movimientos fílmicos, grabados antiguos o de la Anatomía de  Testut. Los hallazgos visuales, chocantemente entretenidos, parecieron  realmente de primer orden, y es obvio que fueron resultado de una   ímproba, encomiable tarea de búsqueda y selección.
  
                                                                            Carlos Ernesto Ure 




