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Juventus Lyrica presentó Don Giovanni en el Avenida

 

Una versión historicista con buen nivel artístico

7 de septiembre  de 2012

Teatro Avenida (Av. de Mayo 1222).  

escribe: Graciela Morgenstern

 

 

Dirección musical: Hernán Schvarztman.

Dirección escénica: Ana D’Anna.

 

Elenco

Don Giovanni: Ernesto Bauer / Martijn Cornet.

Donna Anna: Macarena Valenzuela.

Donna Elvira: Mariana Carnovali.

Leoporello: Pol González / Juan Salvador Trupia.

Don Ottavio: Carlos Ullán / Iván Maier.

Zerlina: Laura Polverini / Laura Penchi.

Masetto y Commendatore: Maximiliano Michailovsky y Cristian de Marco

(como en la noche del estreno original de la ópera, quienes encarnaron el Commendatore hicieron también el rol de Masseto).

 

Escenografía: Ana D’Anna.

Vestuario: María Jaunarena.

Iluminación: Ana D’Anna y Fernando Micucci.

 

 

Dentro del repertorio mozartiano, Don Giovanni tal vez sea la ópera más difícil de llevar a la escena. Desde el punto de vista vocal, requiere ocho cantantes, todos de primera línea, prácticamente no tiene papeles secundarios. En el aspecto visual, sus dos extensos actos están divididos en numerosos cuadros sucesivos con los consiguientes cambios escénicos. Además, hay momentos  en que lo sobrenatural se mezcla con lo natural, causando dificultad en su resolución.


En esta versión presentada por Juventus Lyrica, deben destacarse dos características. La primera es que subió a escena en la versión de su estreno en Viena, en 1788, que introduce cambios respecto de la versión estrenada en Praga, el año anterior. Entre estas modificaciones se puede destacar la inclusión del dúo entre Zerlina y Leporello y la exclusión del aria para tenor “Il mio tesoro”. La segunda, es el acompañamiento orquestal a cargo de un ensamble de músicos del Conservatorio Real de La Haya (Holanda), utilizando instrumentos historicistas que reproducen el sonido original, de la época en que Mozart compuso la obra. Bajo la batuta de Hernán Schvartzman, la obertura sonó un tanto desajustada al comienzo, pero fue mejorando con el correr de la función.


En el aspecto vocal, el elenco fue homogéneo en líneas generales y aportó algunas actuaciones brillantes. El barítono Ernesto Bauer se desempeñó eficientemente en el rol protagónico. Fue un Don Juan arrogante, desafiante hasta la temeridad. Con voz potente y flexible, cantó sus breves arias “Fin ch’han dal vino” y la Serenata. Compuso un Don Giovanni fue más que aceptable y sin duda, fue muy aplaudido. También mereció cálidos aplausos el tenor Carlos Ullán como Don Ottavio, quien cantó con elegancia y pasión. Con buen manejo del estilo mozartiano y sobrellevó decorosamente el personaje, destacándose en el aria “Dalla sua pace”. Lamentablemente, como se dijo anteriormente, debido a la versión utilizada, su otra aria “Il mio tesoro” fue suprimida. Pero quizá, el mayor triunfador  fue Pol Gonzalez como Leporello, un ingrediente vital en el esquema de la ópera. Sobresalió tanto por sus méritos vocales como actorales. El suyo fue un criado con gran frescura y confianza. Captó la hondura de cada faceta del personaje, sacando el mejor provecho posible de las situaciones cómicas. Otro aspecto inherente a la versión elegida, fue el de encomendar los personajes de Masetto y el Commendatore, al mismo cantante, a pesar de tratarse de dos roles con requerimientos vocales completamente diferentes. Maximiliano Michailovsky,  a cargo de ambos, dio dignidad al Commendatore, a pesar de que hubiera sido deseable una voz más profunda para  el mismo. En cambio,  sus recursos vocales resultaron muy eficaces para el engañado y apaleado Masetto, cumpliendo una labor convincente.


En el plantel femenino, la Donna Ana de Macarena Valenzuela  tuvo considerable caudal vocal y bello color, pero debe mejorar el estilo que Mozart exige . Por momentos, los pasajes de coloratura parecieron llevarla hasta el extremo de sus  recursos. Mariana Carnovali  ofreció, al comienzo,  una Donna Elvira más gritada que cantada, con una vehemencia vocal que no se condice con el estilo de Mozart. Sin embargo, a medida que transcurría la función, su canto adquirió mayor refinamiento, sin perder intensidad, afrontando  con solvencia, las difíciles escalas y arpegios, especialmente en “Mi tradí”.  Completando el elenco, Zerlina de Laura Polverini fue una campesina picaresca y chispeante con muchas virtudes vocales. En general, un elenco con pocos altibajos, pero que en general, resultó destacable.


La escenografía de Ana D’Anna, conformada por una serie de roperos que simbolizaban la identidad que se oculta detrás del traje y la máscara, resultó original aunque no siempre fuuncional y efectiva. Talo vez lo hubiera sido con una iluminación más creativa. En cambio, fue de gran belleza y ajustado a época, el vestuario de María Jaunarena. En cuanto a la régie, estuvo bien resuelta. Tomado como un todo, que es como debe apreciarse una ópera, fue esta una versión con buen nivel artístico.