Un programa de obras exigentes y representativas
Hans-Dieter Bauer
Teatro Municipal Colón
14 de Diciembre de 2012
Escribe: Eduardo Balestena
El pianista Hans-Dieter Bauer brindó un concierto en el Teatro Municipal Colón el 14 de diciembre. Nacido en Berlín en 1937, actualmente reside en Coburg, Bavaria y ha tenido una extensa carrera como solista, principalmente en Europa.
    En esta oportunidad abordó un extenso  programa que significó un recorrido estético por diversos lenguajes del  instrumento, en trabajos que   representan  esos lenguajes en sus  formas quizás más puras. Lo hizo con una gran profesionalidad, de memoria y de  manera muy segura, sin pausas, salvo la extensa entre la primera y segunda  parte,  entre una obra y otra.  
    Tanto en la Sonata en fa mayor de Hydn como en la K. 545, nro. 16 de Mozart  (con ese conocido y magistral comienzo: el  planteo de un primer tema introductorio sucedido de rápidas escalas que  contrastan con él) la elección de tempo y el fraseo –su acentuación y falta de  fluidez en un discurso, que más que las articulaciones, parecía centrarse en  cada sonido- restó a esas obras –principalmente en los allegros- el sentido de  brillo, espontaneidad  y  proporción. Acentos y fraseos deben moverse  en un equilibrio que permita la continuidad entre el sonido anterior –y su  resonancia, pensado como estaba para piano sin pedales- y la sensación de que  el que le sucede se forma suavemente dentro de esa estela sonora. 
    Similares  fueron los aspectos interpretativos del movimiento presto de la Sonata en Do sostenido menor, opus. 27 nro. 14  (Claro de Luna) de Beethoven. El ataque del presto, en ese vibrante pasaje dado  por la reiteración de una célula temática y su respuesta, descansa en gran  medida en la relación entre continuidad y tempo: si el tempo se ralentiza la  articulación pierde vigor y el motivo energía. Lo mismo en los acentos, que  surgen claramente del propio motivo en sí y que el intérprete debe respetar.
    Muy  diferentes fueron las cosas en las Tres  piezas para piano del compositor checo Klement  Slaviký  (1910-1999) que cerró la  primera parte: un pianismo percusivo, con una base rítmica y elementos en sí  sencillos pero de gran complejidad en el tratamiento de las distintas  combinaciones de ese motivo inicial, en un lenguaje en que los acordes son  tratados en distintos intervalos, en una armonía cambiante, con pasajes de  incomodidad y complejidad para la interpretación (manos cruzadas o muy  próximas) , dentro del marco de consonancia, con sonidos enérgicos y destacados  pero no disonantes. Una obra de gran impacto y de grandes requerimientos: por  lo precisa, la rapidez en la inflexión del sonido,  la continuidad y el permanente juego entre el  ataque de la nota y su resonancia.
    La Sonata en sol menor opus 22 de Schumann abrió la segunda parte. Viéndola interpretar se hacen  evidentes sus exigencias: ya en ese comienzo, un motivo que surge luego de un  primer acorde, en forma interrogativa que en su desarrollo aparece muy  vinculado a un acompañamiento que no se limita a acompañar sino que en sí mismo  implica elementos que hacen al desarrollo, desde lo armónico, de ese tema  recurrente. Energía, sí, pero también muchos matices y un sentido del todo: si  el intérprete focaliza en los pasajes de bravura puede dejar puntos oscuros en  la resolución de otros momentos. Esta fue una versión absolutamente clara en  ese sentido. Hans- Dieter Bauer dejó unos cuantos segundos ese pedal que  prolonga la última nota de ese movimiento y que parece condensarlo.
    El programa concluyó con Dante-Sonate, de Franz Liszt, (de Años  de Peregrinaje: 2do. Año: Italia) que,   partir de ese motivo inicial, explora y explota todas las sonoridades de  un piano que tan pronto se expande en todo su registro y en la intensidad, o se  contrae en el planteo de ese elemento (que se metamorfosea en el curso de toda  la obra) con una gran dulzura. La exigencia expresiva es muy grande en estas  gradaciones dinámicas: un elemento central cambia y es expuesto de muy  distintos modos pero todos conforman una unidad. Tuvimos una versión de un  control absoluto de estos aspectos de una obra tan rica como virtuosa. No se  trata sólo de pasajes de bravura, y de plantearlos en forma fluida y expresiva,  sino de lograr una suavidad y una delicadeza capaz de plasmar el credo  romántico por un lado, y al piano y sus posibilidades por otro. Requiere un  gran dominio y sentido estético.
    Hans-Dieter Bauer, con una presencia de  cálida sencillez planteo un programa muy pensado en el orden de las obras,  paradigmáticas y exigentes, sin concesiones a la facilidad, a la longitud ni al  efectismo, con una total entrega a una música que pareció expandirse a medida  que transcurría el recital.
      El programa de mano, incompleto en  cuanto a la información e identificación correcta de las obras –número y opus,  en el caso de la de Hydn, por ejemplo- no brindó demasiados datos sobre las  obras del repertorio de un pianista de esta profesionalidad que destacó en las  obras del período romántico y post romántico.             
    
Eduardo Balestena
    http://www.d944musicasinfonica.blogspot.com


