Orquesta Sinfónica Municipal
Teatro Municipal Colón
Mar del Plata
13 de Abril de 2013
Escribe: Eduardo Balestena
El juego emotivo, musical y sensorial
La Orquesta Sinfónica Municipal fue dirigida, en su concierto del 13 de abril en el Teatro Municipal Colón, por el maestro español Ignacio García Vidal, y contó con la actuación de la pianista -también española- Patricia García Gil.
      La Alborada del Gracioso de Maurice Ravel abrió  un exigente programa que focalizó en el rico periodo de las primeras dos  décadas del siglo XX, signado por el predominio y la búsqueda de lo nacional, y  de un sonido, como en el caso de Ravel, puro, anguloso, contrastante respecto  de la estética del postromanticismo y con requerimientos propios: belleza  tímbrica, transparencia y la absoluta precisión en intervenciones siempre  expuestas. Aunque armado, muy justo y correcto, el tempo elegido restó en algo el  carácter tajante y compacto (particularmente en la primera sección) de un opus  que demanda virtuosismo.
      Noches  en los jardines de España, de Manuel de Falla (impresiones para piano y  orquesta) fue  la siguiente obra. Cumbre y síntesis, se funden en ella el virtuosismo y el  color orquestal que De Falla adquirió en su estadía en París, con el empleo de  ritmos y motivos populares (influidos por su formación con Pedrell, maestro que  reivindicó el rico acervo musical español) y que asume no ya como rasgos de  exotismo sino de una identidad y centro mismo de una música que en este trabajo  pone en función de recrear el misterio de la noche y de los lugares recordados  y añorados (ya que estaba en Paris cuando la escribió).
      El resultado es una trama de motivos  –siempre vibrantes, acentuados, claros y concisos- que constituyen un tejido  que se difumina en voces en la orquesta y en el instrumento solista, climas  sonoros y momentos camarísticos. Plantea así el problema de la claridad y el  equilibrio, de la pureza tímbrica, del contorno siempre destacado y una  relación indiscernible entre el instrumento solista y la orquesta, que  intervienen muchas veces juntos, tejiendo esa voz no en la mera yuxtaposición o  en la sucesión sino en el la identidad sonora de cada instrumento.
      En el piano plantea varios problemas:  uno es el sentido rápido, percusivo, rítmico, pero con un toque a la vez suave  y delicado, capaz de dar a esa frase de notas cortas una inflexión subjetiva  (como sucede en el bellísimo motivo del tercer movimiento, que se inicia con un  pasaje vibrante) planteado luego de la intervención de las trompas y que  reaparece hacia el final. Esta es una particularidad: climas sonoros hechos en ricos  motivos dan lugar a desarrollos de otros motivos conexos pero diferentes, que  confieren a la obra una vertiginosa sensación de avance y un permanente juego  imaginativo. Otra particularidad es la del color orquestal, por ejemplo en el  inicio: el tremolar de las cuerdas en el acorde inicial, en un clima que va  variando, enriquecido sucesivamente por las trompas, los oboes y las  intervenciones de toda la cuerda y que da lugar a la entrada del piano con una  rica elaboración de ese mismo motivo. Otra de las características es, en el  piano, el planteo de un motivo y la introducción de figuraciones antes de  resolverlo.
      La joven pianista Patricia García Gil  abordó esta obra con una seguridad absoluta, un sentido de la frase y de la  totalidad. La segunda entrada del piano, luego de la resolución del primer  episodio hubiera requerido mayor vigor y fluidez. La elección del tempo –algo  ralentizado- del segundo movimiento (Danza lejana) y algún problema en las  trompetas no alcanzó a debilitar la cohesión de un todo sin fisuras en una obra  muy compleja que fue abordada con pocos ensayos, dada la demora en la recepción  de las partes. Ignacio Vidal Gil evidenció conocerla muy bien y estar muy  presente en todos los aspectos: la precisión rítmica, el color, la dinámica y  el balance.
      La Sinfonía nro. 9 en mi menor, opus 95, del nuevo mundo, de Antonin Dvorak cerró el programa con una  versión que hubiera podido ser más ajustada en cuanto a la flexibilidad y a la  continuidad de un discurso al cual un tempo ralentizado –que exigiría un mayor  detenimiento en la conclusión de cada pasaje y en la articulación- no favoreció,  con una cuerda algo incisiva en una textura que requeriría más homogeneidad y  densidad. Es una obra exigente en una belleza sonora que hace al propio discurso  y su manejo tanto el melos americano que lo inspiró como a su naturaleza de  obra eslava que plantea cuestiones como el cambio de tempo en el finale (hacia  los seis minutos) que finalmente se resuelve en una coda que recapitula sobre  el tema inicial, confiriendo una gran unidad.
      Destacaron Andrea Porcel (corno inglés);  José Garreffa (trompa); Gerardo Gautín (fagot); Baldomero Sánchez (viola) y  Federico Dalmacio (cello)  
      Ignacio García Vidal es un director que  pese a su juventud ha adquirido una gran experiencia –como director y docente,  campos en los cuales ha alcanzado un gran reconocimiento- que se traduce en la  claridad, la presencia permanente en una orquesta en la cual, pese a no indicar  todas las entradas, nunca deja sola, y en el sentido de equilibrio y cuidado.
      Lamentablemente, la falta de programas  de mano –cuestión que unida a la demora en la recepción del material y a cosas  como el ingreso de personas a la sala una vez iniciado el concierto,  constituyen indicadores de una gestión- impidió tener una referencia de los  intérpretes invitados.      Es también lamentable la impresión que  esto genera en los visitantes.                      
      
      
Eduardo Balestena
http://www.d944musicasinfonica.blogspot.com

