Un espectáculo de gran jerarquía
Teatro Avenida
    Sábado 27 de Abril de 2013
Escribe: Graciela Morgenstern
Elenco:
      Tamino: Santiago Burgi
      Pamina: Ana Laura Menéndez
      Papageno: Fernando Alvar Nuñez
      Reina de la Noche: Laura Penchi
      Sarastro: Leonardo Fontana
      Primera Dama: Sabrina Cirera
      Segunda Dama: Mariana Carnovali
      Tercera Dama: Verónica Canaves
      Monóstatos: Patricio Oliveira
      Spreher: Maximiliano Michailosvsky
      Hombres de armas: Critian Taleb, Alexis Valencia
      Papagena: Sonia Stelman
      Primer Genio: Luciana Piovan
      Segundo Genio: Rebeca Nomberto
    Tercer Genio: Julieta Cao
Preparación y dirección musical: Hernán Schvartzman
    Coro -Maestro preparador: – Hernán Sánchez Arteaga 
Ninguna ópera de Mozart ha entrañado tantas leyendas e hipótesis como La Flauta Mágica. La trama relata las diferentes pruebas a las que deben someterse Pamina, hija de la Reina de la Noche, quien representa el Mundo de las Tinieblas, y su enamorado, Tamino. Ambos triunfan finalmente, con la ayuda del sabio Sarastro, ingresando al Reino del Sol y provocando la extinción del Mundo del Mal. Aunque el libreto está basado en el cuento fantástico Lulú, oder die Zauberflöte, se encuentran en la ópera muchos elementos en concordancia con la fé masónica, a la que Mozart adhirió con fervor desde que se inició en 1784, luego de establecerse en Viena y que marcó su actividad profundamente. Lo seducía la idea de una comunidad fraterna, en la que todos sus miembros llevaran a cabo una actividad tendiente a lograr el progreso de la humanidad.
      La versión que subió  a escena en esta oportunidad, como segundo elenco de la obra presentada por  Juventus Lyrica en el Teatro Avenida, logró un nivel artístico homogéneo y de  jerarquía. Santiago Bürgi actuó y cantó la parte de Tamino de manera elocuente,  con aplomo y fraseo elegante. Se lo vio consustansiado con el rol, al igual que  Ana Laura Menéndez como Pamina. Fue emotiva en su aria Ach, ich fühl’s, en la que desplegó gran control del fiato y desplegó canto de belleza  tímbrica. Su madre, la Reina de la Noche, fue asumida por Laura Penchi, quien  abordó sus dos arias, especialmente Der  hölle Rache, con sentido de la musicalidad, ataques precisos y buena  coloratura.
Su rival, Sarastro, encontró en Leonardo Fontana, un intérprete sólido, de voz poderosa, con graves bien timbrados y registro parejo en toda su extensión, tal como se pudo apreciarse en su aria O Isis und Osiris. Durante el transcurso de la ópera fue ganando en profundidad interpretativa.
 El Papageno de Fernando Alvar Nuñez mostró  vivacidad y simpatía. Su lucimiento fue mayor en la faz actoral que en la vocal.  Sonia Stelman fue una Papagena encantadora, de voz cristalina y personalidad  chispeante. En tanto, Patricio Oliveira fue muy efectivo como Monóstatos. Una  labor de buen nivel artísitco cumplieron las tres Damas (Sabrina Cirera,  Mariana Carnovali y Verónica Canaves), así como también los tres Genios  (Luciana Pirovan, Rebeca Nomberto y Julieta Cao). Maximiliano Michailiovsky  tuvo un buen desempeño como el Orador. El Coro realizó un trabajo de gran  lucimiento.
      En tanto, Hernán  Schvartzman al frente de la orquesta, controló el ensamble con habilidad y  sonoridades apropiadas, equilibrándolas de manera adecuada.
María Jaunarena, a cargo de la preparación y dirección escénica, produjo una puesta creativa, utilizando todas las posibilidades que le brinda un escenario de dimensiones acotadas. Si bien al principio, las escenas parecieron un tanto deficientes en iluminación, este hecho fue subsanado en la segunda parte. El vestuario resultó adecuado y el aspecto visual dio el marco justo a una muy buena versión

