Función a beneficio del Patronato Italiano y sus asistidos
IL TROVATORE CON CANTANTES DE ALTO NIVEL
Teatro Coliseo
    Lunes 1ero de Julio de 2013
Escribe: Graciela Morgenstern
Manrico: Juan Carlos Vassallo
      Conde de Luna: Leonaro López Linares
      Leonora: Haydée Dabusti
      Azucena: Anabella Carnevali
      Ferrando: Juan Pablo Labourdette
      Ruiz: Duilio Smiriglia
      Ines: Melina Biagetti
      Un Gitano: Alejo Varela Mandetta
    Un Mensajero: Fabián Quenard
Orquesta Sinfónica Municipal de Avellaneda
      Coro IMMA del Instituto de Música de Avellaneda
      Dirección Musical: Mario Perusso
    Dirección escénica: Eduardo Casullo
De las óperas más populares de Verdi, Il Trovatore es la menos sustentable desde el punto de vista del hilo argumental. En el transcurso de dos años, Verdi compuso las tres obras que lo afirmaron entre los compositores más reconocidos y admirados de su tiempo. Il Trovatore siguió a Rigoletto y fue estrenada un mes y medio antes que La Traviata. Dada la inconsistencia de su libreto, es la música lo que sostiene esta ópera. Por lo tanto, la melodía es factor excluyente y requiere de grandes voces y del canto. Lo demás es ajeno a su esencia. En esta versión que se presentó en el Teatro Coliseo, a total beneficio del Patronato Italiano y sus asistidos, un público entusiasta colmó la sala, manteniendo su adhesión a la obra verdiana. Quedó así demostrado que su popularidad sigue inamovible y resiste el paso del tiempo, por encima de todo lo que pueda decirse de sus limitaciones y carencias.
      La función contó con un elenco que en  términos generales, realizó una muy buena labor, contando en algunos casos, con  figuras descollantes. El rol de Manrico, el trovador, fue encarado a último  momento, por Juan Carlos Vassallo, en reemplazo de Gustavo López Manzitti. El  tenor cuenta con un material vocal de buen caudal sonoro que deberá manejar con  mayor sutileza, especialmente para poder matizar su canto, en fragmentos como “Ah si ben mio”. De todas maneras, cantó  con gran entrega y compuso un Manrico heroico, con suficiente peso vocal. En  términos generales, cumplió con su papel satisfactoriamente. Haydée Dabusti  compuso una Leonora descollante. Cantó con tonos acerados y brillantes cuando  la partitura así lo requería y fue cálida en los pasajes más intimistas. Su legato fue refinado y otorgó bello portamento a cada línea, especialmente  en “D’amor sull’ali rose”. Todo esto  sumado a una notable habilidad interpretativa, hizo que el personaje resultara  convincente y el público le brindó calurosos aplausos. 
      Lo mismo sucedió con la óptima actuación  del barítono Leonardo López Linares, un Conde de Luna del mejor nivel, con voz  potente y generosa que se adaptó perfectamente a la línea de canto y fraseo que  Verdi exige. Su interpretación del aria “Il  balen del suo sorriso” invitaba a olvidarse del mundo externo y disfrutar  de su canto de impecable estilo. Dio fuerte personalidad al rol y lo hizo  absolutamente creíble. El personaje central de la obra, la gitana Azucena, fue  encomendado a Anabella Carnevali, que impactó con su redondez sonora,  cautivante color vocal en toda la extensión de su registro y compromiso  emocional, aunque aún debe cuidar su caudal sonoro para evitar excesos. Mostró  temperamento y su actuación fue vibrante, con agudos libres y fáciles. En todo  momento, mantuvo canto seguro, preciso en el ritmo y libre de afectaciones. También  fue muy aplaudida. Juan Pablo Labourdette encaró Ferrando, realizando un  trabajo meritorio. Melina Biagetti tuvo un buen desempeño como Inés y el resto  de los roles comprimarios estuvieron cubiertos por  Duilio Smiriglia, Alejo Varela Mandetta y  Fabián Quenard. En tanto, el Coro IMMA del Instituto de Música de Avellaneda ,  dirigido por Armando Angel Garrido, brindó una actuación efectiva y bien  equilibrada. En cambio, no logró tal   equilibrio la Orquesta Sinfónica Municipal de Avellaneda, bajo la batuta  del Maestro Mario Perusso. Con imprecisiones en los ataques y sonoridades  excesivas, no dejó escuchar a los cantantes en muchos momentos. 
      La dirección escénica y diseño de luces, en  un escenario casi absolutamente despojado, fue de Eduardo Casullo, quien movió  a los intérpretes, coro e integrantes de la Escuela Municipal de Danzas  Clásicas  de Avellaneda, con  inteligencia.
      El espectáculo en general, fue una gran  oportunidad de disfrutar, escuchando muy buenos cantantes, quienes recibieron  la unánime aprobación de la concurrencia. 

