Menu principal

 

Con el Cancionero de Sallaberry-Donostia

 

INTERESANTE SESIÓN DEDICADA A LA MÚSICA DE CÁMARA VASCA

 

Sábado 13 de Julio de 2013

Casa de la Cultura Vasca (Méjico 1880)

 

Escribe: Carlos Ure (La Prensa)

 

Canciones del País Vasco de Sallaberry-Donostia, de Ravel, Guastavino y Sotelo. Rosana Risé, Maricel Villamonte, José Luis Sarré y Javier Sotelo, canto, Verónica Luchetta y Villamonte, piano.

 

Es de enorme relieve el trabajo realizado por J.D.J. Sallaberry, quien en 1870 publicó en Bayona los “Cantos Populares del País Vasco”, recopilación esforzada y muy completa de cincuenta piezas del folclore éuzkaro, con la colaboración de Alphonse Dotterer en las armonizaciones pianísticas. José Gonzalo Zulaika (1886-1956), el famoso “padre Donostia”, figura trascendental de la música de las regiones vascongadas le dio tiempo más tarde mejor estructura y retoques a este espléndido cancionero, del que en una velada de decidido interés se escucharon el sábado diversas páginas en uno de los centros de nuestro medio dedicados a la cultura de aquella raza.

 

Cadencia nostálgica

Lo primero que debe decirse es que el ciclo ofrece como común denominador un trasfondo cadencioso, si se quiere lento, de delicada nostalgia. Pleno de profundo sentimiento, armonioso en sus líneas expositivas, su traducción de conjunto (cuatro voces) reveló meritorias texturas polifónicas (recordemos la permanente adscripción del pueblo vasco a la escritura vocal) y esbeltos diseños.

En cuanto a los solistas, cabe destacar que la soprano Rosana Risé lució una voz lírica homogénea, de atrayente esmalte y reverberaciones, bien manejada y proyectada, al tiempo que Javier Sotelo acreditó metal fino y melodioso.

 

El experimentado tenor José Luis Sarré mostró por su lado registro neto, comunicativo, por momentos excesivamente estentóreo, mientras que Maricel Villamonte expuso remarcable color y un fraseo de logrados matices.

 

Ravel y Guastavino

Con el correcto acompañamiento pianístico de la misma Villamonte y de Verónica Luchetta, la velada incluyó alguna página de Carlos Guastavino (“Gorrión”, “El Sampedrino”, con atildada línea canora), del propio Sotelo (“Zure Bularretan”), de delicado y vivaz cromatismo impresionista, concretas exigencias vocales y fluido lenguaje, y también de otro autor vasco: Maurice Ravel. La “Canción de las Recolectoras de Lentiscos” y las “Tres Canciones de Don Quijote a Dulcinea”, compuestas estas últimas en 1937 para un film protagonizado por Fiodor Chaliapin, fueron vertidas en este andarivel con impecable estilo y elegancia. 

                                                                                        Carlos Ernesto Ure