Orquesta Académica del Instituto Superior de Arte
Teatro Colón
Lunes 2 de Sepiembre de 2013
Escribe: Eduardo Balestena
      Director:  Michael Seal 
      Solista:  Horacio Lavandera, piano
      Teatro  Colón de Buenos Aires
El maestro británico Michael Seal dirigió a la Orquesta Académica del Instituto Superior de Arte del Teatro Colón, actuando como solista Horacio Lavandera, en piano, en el 7mo. Concierto organizado por Festivales Musicales de Buenos Aires, el 2 de septiembre en el Teatro Colón de Buenos Aires.
      La Sinfonía nro. 1 en do mayor –opus 21- de Ludwig Van Beethoven abrió el programa, en una interpretación  que destacó a la obra como un permanente juego de planos sonoros, en nítidas  secciones de pregunta y respuesta, en el que se trabajó con la dinámica de una  obra que debe ser planteada en las distintas intensidades que permitan  apreciarla como una trama hecha de claridad: en el discurso, el timbre y la  pureza de una línea sonora fresca e imaginativa. Sin abordarla dentro de las  pautas de la interpretación historicista de la música, el maestro Michael Seal,  director asociado de la Orquesta Sinfónica  de Birmingham destacó a la obra como un trabajo de relieves, de intensidad  contenida y precisión. El comienzo, por ejemplo, con una introducción en forma  pregunta, que luego de un breve desarrollo cambia en un elemento de otro  carácter, muy diferente de la introducción. Lugares como el rico andante cantabile del segundo movimiento  con su textura contrapuntística, el Adagio-Allegro  molto vivace del cuarto movimiento son ejemplos de este concepto de pureza  con el que fue abordada la obra.
      Concierto  nro. 23 en la mayor, K.488 de Wolfgang Amadeus Mozart      
                  Suavidad, delicadeza, nitidez y liviandad  en un fraseo planteado en un clima que evoca a la improvisación; ligereza;  levedad y dulzura: muchos son los requerimientos mozartianos y sus implacables y  demoledoras exigencias. Plantean, entre otros límites, aquel que existe entre  un toque destacado y uno percusivo, entre un discurso técnico y uno espontáneo,  entre un fraseo sutil y uno que se centra en poder enunciar con claridad las  notas. Estas fronteras difusas, tenues, son también, y más allá de los efectos  más evidentes, perceptibles y decisivas.
      Más allá  de una dificultad puntual en el primer movimiento, hubo un Mozart claro y  correcto que hubiera requerido un mayor grado  de especialización en ese sonido. Lugares como el allegro y su precisión en esa entrada del piano y la de la orquesta,  con el color que le aportan las maderas, son muy difíciles y fueron correctas.  Temas como el uso del pedal o el vibrato en pasajes como el adagio, que requerirían un sonido de  transparencia, nos interrogan sobre el modo de abordar el repertorio clásico. La  música debe lucir más allá de su belleza más evidente.    
 
                  Concierto en mi bemol mayor, opus  73, Emperador, de Ludwig Van Beethoven.
                  La función fue reanudada luego de un extenso  intervalo, debido a una falla eléctrica que significó que no hubiese iluminación  ni en los atriles ni en el podio. Los músicos debieron leer con la luz de la  sala.
      Podemos  representarnos el sonido del concierto Emperador de dos modos: de la forma en  que lo plantea la discografía tradicional: explotando sus posibilidades sonoras  en todas sus implicancias, o en la formación orquestal más similar a la que  conoció Beethoven. En este último caso el piano es una presencia de mayor  dimensión, que puede ocupar gran parte del ámbito sonoro en desmedro del  equilibrio con la orquesta.
      Estos  factores quizás expliquen la falta de una sonoridad acentuada e intensa del  acorde inicial y un piano que lució por debajo de sus posibilidades sonoras.  Los amplios desarrollos del primer tema, en gran parte rítmicos, deben estar  acompañados de una flexibilibidad y expresividad en el fraseo que permita darle  matices, más allá de las posibilidades propiamente rítmicas, de color y de  dinámica. Hubo un inconveniente puntual por parte del piano en la reexposición  y la orquesta hubiera podido lograr un mejor color y definición en algunas  secciones muy determinadas.
      Antes de  la función un trompetista ejercitaba con la entrada del tercer movimiento del concierto  de Hydn y con un pasaje de El pájaro de  fuego; una y otra vez con un sonido puro, dulce, a la vez incisivo, directo  y de matices. Valga como ejemplo de las posibilidades de los jóvenes músicos de  la Orquesta Académica,  capaces de lograr una versión adulta de obras tan entrañables.  
    
Eduardo Balestena
    http://www.d944musicasinfonica.blogspot.com

