ROCK PESADO EN EL TEATRO COLON
Teatro Colón
Lunes 23 de Septiembre de 2013
Escribe: Carlos Ure (La Prensa)
García Lange: Líneas Paralelas, suite en dos partes.
Grabación, computadoras y sincronismo de Pablo Hernández
Sonido de P. Dal Pont,
Efectos especiales de Alejandro Pont Lezica
Iiluminación de Roberto Traferri
Eescenografía, imagen y vestuario de Renata Schussheim. Bernard Fowler,
Voz, Jean-François Casanovas,
Actor, Bernardo Amaral
Saxofón, y “The Prostitution” (Carlos García Lange).
En la misma línea de resquebrajamiento de las estructuras físicas y desvirtuación de la esencia institucional del teatro Colón seguida por Gustavo Cerati, Ataque 77 y Fito Páez, el lunes, siempre con el patrocinio del Ministerio de Cultura de la Ciudad (sic) se ofreció un nuevo espectáculo cuya desmesura sonora (con micrófonos y una amplificación inmoderada) estremeció realmente hasta el delicado piso de madera de la sala (desde ya que los decibeles máximos tolerados por el código respectivo resultaron absolutamente excedidos).
      Musicalmente pobre
    Al frente de un  conjunto de extraña heterogeneidad (dos buenos cuartetos de cuerdas, una voz,  un actor, un recitante, una banda frenética denominada “The Prostitution”) se  presentó ahora Carlos García Lange (“Charly García”), y su labor, desplegada  con éxtasis progresivos que condujeron a climas alucinantes y gritos  desordenados de la concurrencia, tal vez fue correcta si se la piensa sin  mayores aspiraciones artísticas y sobre la base del entusiasmo, pero pareció  realmente pobre en materia de calidad musical intrínseca.
    Con cerca de dos  horas de duración, se ejecutó en la ocasión la “suite de ciencia ficción en dos  actos” “Líneas Paralelas (Artificio Imposible)”, del propio García, cuyo  desarrollo exhibió una sucesión de números carentes de vertebración unitaria,  algunos dentro del esquema del rock pesado, otros con algún atisbo melódico de  lenguaje algo más elaborado. Pero lo cierto es que en su contexto global la  trama se oyó rítmicamente repetida y con escasas ideas armónicas, ello al  margen del desequilibrio operado como es de imaginar entre las cuerdas por un  lado, y por otro las guitarras, el bajo y los teclados eléctricos, el  bandoneón, el vibráfono, el gong y los golpes asestados a la cabeza de un  maniquí (sic). 
      Afonía y confusión
Con registro ronco y desentonado (confundió incluso algunas palabras cuando habló), García, distinguido recientemente por el gobernador Mauricio Macri como “Embajador de la Cultura” de nuestra ciudad (sic), llevó la voz cantante durante toda la noche. Alguna de sus páginas, dentro de su simpleza, quizás se apreció un tanto más cadenciosa. Pero la partitura de “Líneas Paralelas” lució globalmente despojada de luz, de complexión dinámica, de hondura expresiva.
    Renata  Schussheim fue la encargada de un escenario de brumas y colores espesos (sus  proyecciones en un telón de fondo fueron excesivamente leves). De paso: el  titular de la cartera porteña de Cultura, Hernán Lombardi, quien no suele  visitar por cierto el coliseo de la calle Libertad, estuvo presente durante  toda la velada. Nadie discute la mayor o menor vigencia de ciertas figuras de reconocida  raigambre, válidas en su “métier”. El tema es si ello habilita para abordar el  escenario del Colón (cuya acústica se sitúa entre las dos o tres más perfectas del  mundo) y desnaturalizar la propuesta de elevación cultural popular y social  para la que fue concebido. 
      Carlos Ernesto Ure

