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Muy buena versión de El Holandés Errante en el Teatro Argentino

 

Digno homenaje a Wagner

 

Teatro Argentino, La Plata
  Domingo 20 de octubre de 2013

Escribe: Graciela Morgenstern

 

 

El Holandés Errante (Der fliegende Holländer)

 

Música y Libreto: Richard Wagner


Elenco:
El holandés: Licio Bruno
Daland: Víctor Castells
Senta: Mónica Ferracani
Erik: Francesco Petrozzi
Mary: Roxana Deviggiano

El timonel: Sergio Spina

 

Coro Estable del Teatro Argentino
Director del Coro: Esteban Rajmilchuk
 Orquesta Estable del Teatro Argentino
Director de Orquesta: Silvio Viegas
Director escénico: Louis Désiré

Diseño de vestuario: Mónica Toschi
Diseño de escenográfico: Diego Mendez Casariego
Diseño de iluminación: Marcelo Cuervo

 

 

Una muy buena versión de El holandés errante, de Richard Wagner, obra que también se conoce bajo el titulo de El buque fantasma, se presentó el Teatro Argentino de La Plata, luego de varias cancelaciones de títulos anteriores. Una de las óperas más románticas de la producción wagneriana, su representación resultó ser un digno homenaje al compositor en el bicentenario de su nacimiento. Para escribir el libreto, Wagner se basó en el capítulo Historia del Holandés Errante, tomado de Las Memorias del Señor von Schabelewopski, de Heinrich Heine. La ópera se estrenó en Dresde, en 1843.

 

Con más virtudes musicales que escénicas, esta versión contó con un elenco sobresaliente, encabezado por el bajo-barítono Licio Bruno, en el papel del holandés, quien realizó una ac­tuación de muy buen nivel. Su potencia sonora resultó más que adecuada y contó con buenos recursos para cantar con el tipo de fraseo que esta obra requiere. Su voz, bien timbrada, de color sano y redondo en toda su extensión, buena dicción y su gran presencia escénica, contribuyeron a delinear el conflicto interno de esta figura trá­gica y misteriosa.

 

Excelente como Senta resultó Mónica Ferracani. Fue conmovedora por su hondura dramática. Su canto sonó seguro y contó con el peso vocal que el personaje requiere. Su actuación fue magnífica, tanto en la faz musical como en la actoral.

 

Víctor Castells presentó un Daland muy humano, rico en color, de voz rotunda pero suficientemente ágil cuando la obra lo demandaba. El tenor Francesco Petrozzi fue un Erik de voz brillante. Cantó con elegancia, dando un buen ejemplo de vocalismo y presencia. Completaron el elenco Sergio Spina, quien acentuó la naturaleza lírica del Timonel y Roxana Deviggiano, quien realizó una buena labor como Mary, la nodriza de Senta.

 

El Coro Estable del Teatro Argentino, que tiene una función de gran importancia en la obra, tuvo un desempeño muy meritorio, bajo las órdenes de Esteban Rajmilchuk.

 

En tanto, Silvio Viegas en el podio, dirigió a la Orquesta Estable dentro de un nivel de elevada jerarquía artística, con una tensión musical y dramática que fnunca disminuyó.

 

La puesta en escena, a cargo de Louis Desiré, en cambio, no fue del todo satisfactoria. La marcación resultó estática en varias oportunidades, especialmente en las escenas de conjunto, lo que se contradice con la esencia de las mismas. La escenografía de Diego Méndez Casariego estuvo conformada por paneles móviles y algunos elementos de utilería. La iluminación de Marcelo Cuervo fue escasa durante toda la obra, lo que fue en detrimento de la producción en general. En cambio, resultó adecuado el vestuario diseñado por Mónica Toschi.

 

Hechas estas salvedades, se puede decir que el balance de esta presentación fue altamente positivo, especialmente desde lo musical.  Los cálidos aplausos de un público entusiasmado reflejaron esta aseveración.

 

 

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