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Estreno en el Colón de una obra argentina  

 

“BEBE DOM”, UNA ÓPERA SIN ARGUMENTO

 

Teatro Colón

Domingo 20 de Octubre de 2013

 

Escribe: Carlos Ure (La Prensa)

 

 

“Bebe Dom”, ópera en dos actos, con libro de Horacio Ferrer, y música de Mario Perusso.

 

Con Gustavo López Manzitti, Florencia Machado, Víctor Torres, María Victoria Gaeta, Myriam Toker, Marina Silva, Soledad Espona, María Luján Mirabelli y Pablo Sánchez.

Realización audiovisual de Ricardo Carrasquet

Iluminación, escenografía

Vestuario y “régie” de Marcelo Perusso

Coro de Niños (César Bustamante)

Coro (Miguel Martínez)

Orquesta Estables del Teatro Colón (Mario Perusso). El domingo 20, en el teatro Colón  

 

 

 

 

            El teatro de prosa es por esencia drama y acción, la representación de una trama, un argumento sustantivo al que se otorga vida escénica. El teatro lírico, por supuesto, se estructura sobre esas mismas características. A partir de estas premisas, cabe afirmar entonces que la producción de “Bebe Dom o La Ciudad Planeta”, que el Colón ofreció el domingo en calidad de estreno absoluto, en séptima función de abono de la temporada oficial, constituyó un lamentable dispendio de trabajos y de dinero.


Porque lo cierto es que el libro original del uruguayo Horacio Ferrer no pasa de ser un mero manifiesto político-ideológico, plagado de ideas comunes, con las cuales obviamente se puede coincidir (denuncia contra el “smog” y la contaminación, la alienación cotidiana de los habitantes metropolitanos, la desunión familiar, la amoralidad de algunos banqueros, los desencuentros del amor y así sucesivamente). Pero aparte de usar un lenguaje estereotipado (“¡Ámame!”, “el gran acorde ascendente”, “caricias anticonceptivas”, “llantos de acrílico”), el texto consiste en definitiva en una vertiginosa, alucinante acumulación de cuadros aislados que carecen por completo de urdimbre, de hilván unitario y de hilo conductor, lo que afecta irreparablemente esta invertebrada creación operística, por lo demás, muy larga (cerca de ciento cincuenta minutos en total, divididos en dos actos). “Ningún dramaturgo de verdad”, decía Elmer Rice, “escribe  únicamente para la biblioteca”.


Más y menos
Con esta plataforma, Mario Perusso hizo lo que pudo. El lenguaje orquestal de “Bebe Dom”, diseñado dentro de un esquema de vaguedad tonal, agradable y con ínfimos apuntes disonantes, mostró inspiración fundamentalmente en la creación de climas, excelentes interrelaciones tímbricas y cuadratura melódica, todo ello sin perjuicio de cierta debilidad rítmica.


La escritura vocal, en cambio, se tornó monótona como consecuencia de una preferente centralidad en “quasi parlato” interrumpida por saltos abruptos hacia el pasaje alto y el agudo; la ausencia de un legato con sentido expresivo y de frases armadas con desarrollo más armonioso, acentuaron, por supuesto, estas conclusiones.


Vale la pena apuntar, de cualquier modo, que tal como lo hacía Rossini, nuestro compatriota no debería desperdiciar su valioso material orquestal, reutilizándolo en lo posible en la elaboración de cualquier próximo trabajo.


La puesta y los cantantes
En cuanto a los cantantes solistas, corresponde señalar que tanto la soprano María Victoria Gaeta (Lili) como la mezzo Florencia Machado (Gea), el tenor Gustavo López Manzitti (protagonista) y el barítono Víctor Torres (Fargas) se manejaron con vigor, entereza y eficiencia. El coro y la orquesta estables cumplieron asimismo un cometido correcto.


La puesta corrió por cuenta de Marcelo Perusso, quien revalidó su reconocido talento a través de un diseño ágil, dinámico (aunque un tanto reiterado debido a las imposiciones del texto). Criterioso en la marcación individual y el movimiento de masas, en entradas y salidas, en el afán de ensamblar tantas cosas dispersas, el “regisseur” argentino (de importante actuación en el teatro Argentino y en el Avenida) fue autor además de un vestuario apropiado y de una iluminación inteligente y segura.

                                                                            Carlos Ernesto Ure