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En el ciclo de Nuova Harmonia, en el teatro Coliseo

 

DANIEL HOPE Y “L’ARTE DEL MONDO”

Lunes 5 de Mayo de 2014

Teatro Coliseo

 

Escribe: Carlos Ernesto Ure

 

 

Mozart: Sinfonía Nº 29, en la mayor K 201 y Concierto en si mayor, para violín y orquesta, K 207;

Mendelssohn: Concierto en re menor, para violín y orquesta de cuerdas

Bach: Concierto en re menor, para dos violines y orquesta de cuerdas, BWV 1043.

 

Andrea Keller y Daniel Hope, violines

Orquesta L’Arte del Mondo (Werner Ehrhardt).

 

Exhibió características francamente disímiles el segundo concierto de la temporada de Nuova Harmonia, que tuvo lugar el lunes en el Coliseo, Porque por un lado, tanto el solista como la agrupación camarística mostraron méritos de destacado relieve, pero por otro la recurrencia a moldes sonoros de la denominada tendencia historicista alteró y deslució más de un pasaje de la velada.

 

Mozart

Creada en 2004, se presentó en la ocasión la Orquesta “L’Arte del Mondo”, con sede en Leverkusen, cuya labor exhibió notable ajuste (casi como si se tratara de la respiración sincrónica de sus diecinueve miembros), convincente dinámica y acentuaciones, equilibrio y un ensamble de acabada consustanciación. Sin embargo, paralelamente con ello, el organismo visitante, conducido con vibrante elocuencia y seguridad por su concertino Werner Ehrhardt, cayó en sus incursiones en el pasado en una irremisible y áspera decoloración del sonido, ambigüedades tonales y una articulación desabrida.

 

Actuó como solista el reconocido violinista Daniel Hope, quien cumplió por su lado una tarea decididamente polifacética. Es que el artista sudafricano acreditó un dominio absoluto de su instrumento, que manejó de manera casi virtuosística, con transparencia asombrosa aun en los pasajes “staccati” de mayor velocidad, arco muy firme y gradaciones de superior maleabilidad (sin perjuicio de alguna nota un tanto destemplada). Pero desde otro costado, nuestro visitante, a través del desarrollo de cadencias muy libres en los dos Conciertos de Mozart (con múltiples intensidades y complejas escalas), pareció inclinarse antes que otra cosa por los efectos meramente pirotécnicos, confrontados por un andante y un adagio desplegados con una impronta lírico-romántica estéticamente impropia, a despecho de su exquisitez plástica.

 

Mendelssohn

Redescubierto recién en 1951, el Concierto en re menor que Mendelssohn escribió a los trece años de edad, es desde ya una obra en líneas generales atrayente (por no decir admirable para la edad de su autor). Hope lució en su exposición deslizamientos melodiosos, legato bien redondeado, impecable agilidad, y fue  acompañado con pulcritud por la orquesta, cuyos integrantes cambiaban los arcos de tripa por los de fibra a cada momento a fin de adaptar la resonancia a las diferentes piezas ejecutadas.

 

Bach, olvidable

  Ya en la segunda parte, el célebre Doble Concierto, de Bach, fue vertido de manera por cierto olvidable debido a su opacidad cromática, su hiriente acritud y su insipidez armónica.

 

                                                                         Carlos Ernesto Ure