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Rossini en La Plata

 

UNA PÁLIDA “ITALIANA” EN EL TEATRO ARGENTINO

 

Teatro Argentino de La Plata

Domingo 11 de Mayo de 2014

 

Escribe: Carlos Ernesto Ure

 

 

 

“La Italiana en Argel”, drama jocoso en dos actos, con libro de Angelo Anelli, y música de Gioacchino Rossini.

 

Con Ricardo Seguel, Mariana Rewerski, Santiago Ballerini, Luciano Miotto, Oriana Favaro, Rocío Arbizu y Juan Pablo Labourdette.

Iluminación de Alejandro Le Roux

Escenografía de Andrea Mercado

Vestuario de Sofía Di Nunzio

“régie” de Pablo Maritano.

 

Coro (Hernán Sánchez Arteaga)

Orquesta Estables del Teatro Argentino (Silvio Viegas).

 

 

 

Presentada en La Plata en 1986, 1987 y 1992, el Argentino ofreció el domingo una nueva producción de “La Italiana en Argel”, junto con “El Barbero de Sevilla” sin duda las dos obras maestras arquetípicas, decididamente inigualables, de todo el género bufo. Cabe apuntar de manera inicial que esta nueva versión de la ópera de Rossini resultó en verdad de una discreta medianía, ello a punto tal que bien puede decirse que fueron muy pocos los componentes de la función, que tuvo reducido público, que despertaron algún interés.


Puesta desacertada
No fue afortunada en esta ocasión la puesta plasmada por Pablo Maritano, plagada de movimientos revisteriles, escenas “kitsch” (el bey con ojotas y un toallón en un baño turco, sin ir más lejos), situada además en un país africano presumiblemente actual, gobernado por un dictador de uniforme militar rodeado de una moderna soldadesca.  


El cuadro visual se integró de todos modos con un criterioso diseño lumínico trazado por Alejandro Le Roux; Sofía Di Nunzio fue la autora de un vestuario estrafalario (¿deliberadamente ridículo?), al tiempo que Andrea Mercado elaboró una escenografía ingeniosa y eficaz, mixtura de vertientes estéticas diversas.


En el foso, el maestro brasilero Silvio Viegas condujo “L’Italiana in Algeri” con desmayada prolijidad, inconvincente marcación rítmica y un enfoque camarístico-mozartiano del que no se despegó en ningún momento.


Con excepción de la flauta solista, la Orquesta Estable, desde su costado, cumplió con corrección al igual que el coro de la casa, organismo que preparado por su titular, Hernán Sánchez Arteaga y pese a la meritoria labor de los tenores, reveló no obstante ciertas desprolijidades de sincronización.


Los cantantes
En lo que hace a los solistas vocales, corresponde señalar que Mariana Rewerski (Isabella) mostró un metal de discreto volumen, por lo general despojado de color y afectado por un perceptible vibrato, al tiempo que el barítono chileno Ricardo Seguel (Mustafá), asumiendo con timbre demasiado claro una parte prototípica de un bajo, se limitó a emitir sus notas con mejor sonoridad y compostura, sin ir mucho más allá de ello.


En otros papeles, el tenor Santiago Ballerini (Lindoro) hizo oír un registro terso, necesitado de mayor autoridad e inflexiones, y el bajo-barítono Luciano Miotto (Taddeo), a favor de una escuela de buena formación, fue el cantante de mejor estilo y matices cómicos.


Carlos Ernesto Ure

 

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