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Nelson Goerner con el Mozarteum en el Colón

 

Brahms y Beethoven de jerarquía

 

Teatro Colón

Martes 13 de Mayo de 2014

 

Escribe: Andrés Hine

Fotos: Liliana Morsia

 

 

Brahms: Variaciones  en re mayor, opus 21 Nº 1 y Fantasía, opus 116;

Beethoven: Sonata Nº 29, en si bemol mayor, opus 106, Hammerklavier”.

 

Nelson Goerner - piano

 

 

En el hermoso marco del Teatro Colón se tuvo la oportunidad de disfrutar del arte de quien seguramente, debe ser uno de los mejores pianistas de estos tiempos. Cuando Nelson Goerner sube al escenario, se sienta a su instrumento y comienza a tocar, deja de ser un pianista frente a un piano. Asume unas características de un nivel superior a lo meramente físico y se integra como hombre, piano y música en una sola unidad. Es como si pasara a formar parte del piano y éste respondiera con tonos y sutilezas que otros artistas solo sueñan en alcanzar. Quizás sea la economía de movimientos, la ausencia de gestos exagerados o la concentración total que evidencia que ayudan a que sus intepretaciones trasciendan  de ser algo muy bueno a ser una experiencia completa, la cual los compositores mismos seguramente aprobarían.

 

Para este concierto Goerner eligió tres piezas de alto contenido intelectual que no se interpretan habitualmente en el marco de un recital aislado. Comenzó con las "Variaciones sobre un tema original", Op.21 No.1 en Re mayor de Brahms, que consiste en un tema con abundancia de harmonizaciones, evidentemente escrito para brindar material para variaciones, seguido de once variaciones, de la cual la numero 5 es la más distintiva, con un sofisticado canon en movimiento contrario. Durante todo el transcurso de la obra, Goerner mostró gran riqueza de inflexiones y tonalidades, inclusive en la hermosa coda que desarrolla un elemento de dos notas tomadas del tema principal.


La segunda obra de Brahms, la "Fantasia Op.116" es una pieza de su última época, consistente en siete numeros independientes. Fue compuesta con Clara Schumann en mente y, aunque de considerable dificultad, no es técnicamente tan exigente como algunas otras piezas de este compositor. Goerner supo darle la poesía, pasión, sentimiento y emoción que podemos suponer Brahms imaginaba al componerlas.

 

En la segunda parte, Goerner abordó la "Sonata No 29 en Si Bemol mayor", de Ludwig van Beethoven, pieza universalmente reconocida como la cúspide del repertorio pianístico en términos de su originalidad de contenido y dificultad de interpretación. Sin embargo, este artista consumado se mantuvo inmerso totalmente en la obra, con una aparente facilidad, demostrando un mecanismo de impresionante excactitud, aún en los pasajes de vertiginosa velocidad. En el último movimiento, una técnica abrumadora  le permitió superar con holgura los escollos que presenta esta complicada fuga a tres voces, para terminar de tal forma que el público entusiasta reconoció que había prescenciado y vivido una ejecución magistral de esta obra trascendental.

 

Se podría opinar que es difícil seguir a los acordes finales de la "Hammerklavier" con cualquier otra pieza, por temor a crear un anti-climax. Sin embargo, respondiendo a los aplausos entusiastas del público Goerner interpreto nada menos que tres obras fuera de programa – el "Preludio Opus 28 No 4", de Chopin, el demandante "Preludio Op23 No 2", de Rachmaninoff y finalmente, el "Nocturno Op 16 No 4", de Paderewski.

 

Más calurosos aplausos siguieron, marcando la conclusión de esta inolvidable velada.

 

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