“Idomeneo” de Mozart en el Teatro Colón
Teatro Colón
Martes 8 de Julio de 2014
Escribe: Néstor Echevarría
“Idomeneo”, ópera en tres actos.
Libreto:Gianbattista Varesco.
Música: Wolfgang Amadeus Mozart.
Dirección musical: Ira Levin.
Dirección coral: Miguel Martinez
Dirección escénica: Jorge Lavelli.
Escenografia: Ricardo Sanchez Cuerda.
Vestuario: Francisco Zito
Cantantes: Richard Croft, Jurgita Adamonyté,Verónica Cangemi, Emma Bell y otros.
Coro y Orquesta Estables
Bien  puede decirse que “Idomeneo, Re di Creta” marca en la producción operística del  genio de Salzburgo, Wolfang Amadeus Mozart, un   punto de inflexión entre sus óperas juveniles y las obras maestras.La  estrenó  a los veinticinco años en el  Hoftheater  (el célebre Cuvilliés) de  Munich , en 1781.
      En  efecto, tratándose de una ópera seria, cargada también de una profundizada  psicología de los personajes, introduciendo motivos anticipatorios de éxitos  posteriores y recursos valiosos (el “recitativo acompagnato” por ejemplo) y una  recurrente vocalidad de gran lucimiento para los cantantes , constituye  un despunte decisivo en su admirable carrera.
      El  libreto del abate Gianbattista Varesco, basado en el texto del francés Antoine  Danchet, presenta al rey cretense Idomeneo regresando de la guerra de Troya. Al  naufragar su navío, implora la salvación de Neptuno, prometiendo sacrificar al  primer ser humano que vea en la orilla. Y este será nada menos que su  hijo,Idamante. 
      Surge  allí el clásico conflicto entre el amor filial y el juramento Una  narrativa que incluye a  la delicada Ilia y la agresiva  princesa griega Electra, disputando el amor  del primogénito , la devastación de la   Isla y finalmente, en un final feliz, la abdicación de Idomeneo  en  favor del hijo.
      El  Colón presentó esta ópera mozartiana en una nueva producción escénica concebida  por el “régisseur” compatriota Jorge Lavelli, de conocida y destacada labor en  el mundo del teatro y la ópera , luego de quince años de ausencia. Y esta  puesta sigue el sesgo personal que le conocemos, donde una despojada caja escénica,  con telas abundantes y claro minimalismo, con tendencia a proporcionar cubículos  para plantear la sugerente acción (el diseño es de Ricardo Sánchez Cuerda)  y un vestuario (de Francisco Zito) mas  bien  uniforme y de sobrios perfiles  (excepto el de la princesa Electra, bien contrastante) dieron marco a la labor  del puestista, donde los personajes se plantean en su veta psicológica acorde  al contexto.
      Esa  cuidada realización tuvo su par en una versión musical de lucidos contornos.  Tanto en la batuta del maestro estadounidense Ira Levin, como en el rendimiento  de la orquesta estable  y del coro  (dirigido eficazmente por Miguel Martínez que  lució en pasajes tan expresivos como “O voto tremendo!” del tercer acto ) se  advirtió una versión sólida, de  impecable cuadratura, con presencia de  solistas que  tuvieron  también desempeños convincentes.
      El  tenor norteamericano Richard Croft, debutante en el Colon, con  voz de mediano volumen y buenos recursos canoros,  mostró  ser un cultivado cantante y su  personificación de Idomeneo cobró relieve musical en su fraseo y musicalidad, luciéndose  especialmente en el aria “Fuor di mar”, dificultosa por sus ornamentos.
      En  el rol de Idamente, confiado por Mozart en el  estreno a un “castrato”,cabe ponderar la faena de la mezzosoprano lituana  Jurgita Adamonyté en una personificación pareja y expresiva así como la soprano  mendocina Verónica Cangemi  compuso una  Ilia sensible, musical, de remarcable relieve ,luciéndose en la bella y  conocida aria “Zeffiretti lusinghieri” del tercer acto.
      Entre  los debutantes, también la soprano británica   Emma Bell dio segura presencia vocal y escénica a Electra con voz metálica  y acentos expresivos y completaron los demás roles con  efectividad Santiago Ballerini como el  confidente Arsace, Iván Meier  como gran  sacerdote  y Mario de Salvo (la voz de  Neptuno) que es acompañada por trombones,   siendo la primera vez que el genial músico utiliza en una ópera ese  efecto sobrenatural, anticipatorio de aplicaciones ulteriores.

