Con Buenos Aires Lírica en el Teatro Avenida
Don  Giovanni de Mozart
    
    
    Teatro  Avenida
Viernes 22 de Agosto de 2014
Escribe: Néstor Echevarría
“Don Giovanni”, ópera en dos actos
Libreto: Lorenzo Da Ponte
Música: Wolfgang Amadeus Mozart
Dirección musical: Pedro Pablo Prudencio
Puesta escénica: Marcelo Lombardero
Escenografia: Diego Sliliano
Vestuario: Luciana Gutman
Iluminacion: Horacio Efron
Cantantes: Nahuel Di Pierro, Oriana Favaro,Iván García, Maria Victoria Gaeta, Hernán Iturralde,Santiago Burgi, y otros.
Coro Buenos Aires Lirica (Juan Casabellas) y Orquesta.
      La  conocida leyenda del “Burlador de Sevilla”, antiquísimo antecedente de Tirso de  Molina sobre el personaje del libertino castigado (“il dissoluto punito”, como  quedó codificado con la admirable ópera de Wolfgang Amadeus Mozart con libreto  del poeta Lorenzo Da Ponte en una ejemplar asociación artística) tiene desde  su estreno mundial en Praga en 1787 una supervivencia permanente,siendo  considerada alguna vez como “la ópera de las óperas”.
      Buenos  Aires Lirica apostó en su nueva versión después de seis años, al aporte  escénico de Marcelo Lombardero que, con su equipo de colaboradores, siempre  atento a la idea de resignificación, un término que involucra su postura de  trasvasar la temática al momento actual en una transculturación y a la vez inmanencia  respecto del contexto presente. De ahí que su propuesta presente  sorprendentes y hasta desafiantes efectos y una  interesante asimilación tecnológica  en  un escenario planteado a dos niveles de altura, con  pantallas “Led” y diversas aplicaciones de  asociaciones al presente.
      Pero  también lo actoral en relación con la valorización del texto está latente en  los personajes y lineamentos sicológicos, haciendo que las escenas mas  intimistas contrastaran con cierto aire revisteril en el exultante final de  fiesta del primer acto (con múltiples personajes y mensajes, baile del caño  incluido)  en tanto el final también  asimiló una visión propia. Todo ese marco, preparado y armado con precisión en  el concepto propuesto, contó con la escenografía de Diego Siliano, el vestuario  variado de Luciana Gutman y la elaborada iluminación de  Horacio Efron.
      Dentro  de esa propuesta visual planteada, la plana de jóvenes cantantes en su mayoría,  supieron consustanciarse con los principios de dinámica, expresividad y  preparación  actoral, luciendo su labor  lirica con empeño y eficacia. Tal el caso del bajo Nahuel Di Pierro, como  protagonista, cuya labor va creciendo, demostrando compenetración y  desenvoltura a la vez que una segura impostación y rendimiento vocal.
      Las  jóvenes sopranos Oriana Favaro (Doña Ana) que apareció algo disminuida por  razones de salud, y Maria Victoria Gaeta (Doña Elvira) cumplieron con mérito sus  papeles, ciertamente exigentes, asumiendo las arias con empeño y corrección. En  tanto aparecieron  ponderables el  trabajo vocal y escénico del bajo venezolano Iván García, oriundo de Caracas,  como Leporello, con buen timbre vocal y competentes recursos y la  segura intervención del bajo barítono Hernán  Iturralde como el Comendador, o sea el “convidado de piedra” , en la curiosa  forma virtual de su aparición.
      La juvenil mezzosoprano Cecilia Pastawski (Zerlina)  fue eficaz en su  rol  de   “soubrette”, el tenor Santiago Burgi, animó un competente Don Octavio  que supo de musicalidad y apropiada línea en el fraseo de sus arias (particularmente  en la difícil  “Il mio tesoro”) y el barítono  Mariano Fernández Bustinza (Masetto) completaron el  elenco de cantantes de una versión que contó  en el podio al maestro chileno Pedro Pablo Prudencio, ya conocido por el  publico de Buenos Aires Lírica a través de una intervención reciente en la  temporada.
      La  orquesta constituida por mas de cuarenta integrantes y el coro, reducido por el genio de Salzburgo a dos  intervenciones en toda la ópera, contó con segura preparación de Juan  Casasbellas. El bajo continuo, a cargo de Nicolás Luis completó esta cuidada realización   de la entidad organizadora que permitió llevar  al público  ese siempre  característico aporte  personal con el sello de Lombardero, en su penúltimo  espectáculo de esta temporada.

