Con Festivales Musicales en el Teatro Coliseo.
Teatro Coliseo
Miércoles 27 de Agosto de 2014
Escribe: Diego Montero
El quinto concierto del Festival 2014 “Variaciones” organizado por la institución Festivales Musicales de Buenos Aires y patrocinado por la embajada de Austria, tuvo lugar en el Teatro Coliseo. Dicho concierto contó con la participación de la violinista vienesa Édua Zádory y los reconocidos artistas argentinos Mariano Rey (clarinete), José Araujo (violonchelo) y Fernanda Morello (piano)
En el inicio del programa se ejecutó Fantasiestücke Op. 73 para clarinete y piano de Robert Schumann. Una obra liviana y sencilla pero que guarda pequeños momentos dulces y delicados. Mariano Rey dio muestra no solamente de solidez técnica sino también de musicalidad y buen gusto. Literalmente su clarinete cantó las notas con precisión y refinamiento utilizando una paleta de intensidades y colores del sonido pocas veces apreciada.
      Seguidamente y  concluyendo la primera parte del programa, se sumó la presencia en el escenario  del violonchelista José Araujo para desentrañar el Trío en La menor Op. 114 para clarinete, violonchelo y piano de  Johannes Brahms. Las nobles virtudes musicales y técnicas de José Araujo y la  enorme capacidad de aire de Mariano Rey permitieron que este pequeño equipo de  músicos, perfectamente sincronizados, lograra enaltecer la compleja, y algo más  profunda, obra de Brahms.
      Luego del intervalo se  interpretó Variaciones sobre un tema de  Rossini para violonchelo y piano de Niccolò Paganini, un verdadero reto  para las condiciones técnicas de cualquier músico que encare este tipo de  obras. 
      La dupla  Araujo-Morello, de reiteradas presentaciones exitosas como su paso por el  Teatro Colón presentando una inolvidable versión de la sonata de Grieg,  reafirmó su empatía y entrega.
      José Araujo mostró con  soltura un control y manejo del instrumento, notable. Armónicos perfectos, el  adecuado carácter interpretativo y la sonoridad requerida por las perversas exigencias  del autor.
      Luego de este festín  de notas y siguiendo con esa línea virtuosística, se ejecutó de Franz Liszt la  muy conocida Rapsodia húngara n° 2 para violín y piano.
      La violinista vienesa  Édua Zádory no logró superar los requerimientos de la obra dado que su  ejecución fue de errática afinación, incapaz de mantener el pulso, su sonido poco  grato y con claras dificultades técnicas. Sin embargo en la obra siguiente  estas características no se observaron con tanta evidencia, por lo que creemos  entonces que solamente fue una mala elección de una obra que la excedió.
      Como final del  concierto se recreó con pericia y hermoso resultado, una de las obras más bellas  compuestas para la conformación de violín, violonchelo y piano; el Trío n° 1 en Re menor Op 49 de Félix  Mendelssohn.
      Una mención especial  se merece la pianista Fernanda Morello, que sin descanso alguno, estuvo durante  algo más de dos horas frente al teclado. En primera instancia destacamos su  ductilidad para encarar compositores de tan diverso carácter porque contó tanto  con el refinamiento y la delicadeza para poder interpretar Schumann, la justeza  y precisión para abordar Brahms y la técnica ágil y clara para la difícil obra  de Liszt. A esta ductilidad se sumó el sutil manejo del equilibrio sonoro del piano  logrando, sin divismo alguno, acompañar al resto de los músicos y fortalecer  con solidez el carácter de los autores. Su desempeño técnico fue brillante y su  musicalidad, exquisita. A pesar del extenuante esfuerzo de concentración, cedió  con paciencia ante la propuesta de hacer un bis que consistió en repetir el  segundo movimiento del trío de Mendelssohn, sin lugar a dudas, una maravillosa  gema.  

