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En el Colón, en el cierre del Mozarteum

 


UNA VELADA CONSAGRADA A VIVALDI

Teatro Colón

Lunes 3 de Noviembre de 2014

 

Escribe: Carlos Ernesto Ure

 


Vivaldi:

Conciertos para cuerdas y continuo, en do menor, RV 120 y en re mayor, RV 123

Concierto para dos violines, en la menor, RV 522

Stabat Mater, RV 621,"Longe mala, umbrae terrores"

Motete en sol menor, RV 629, "Se in ogni guardo",

Aria de "Orlando finto pazzo", RV 727,

"Vedró con mio diletto", aria de "Giustino", RV 717

"Mentre dormi" y "Con questo ferro indegno", arias de "L'Olimpiade", RV 725.

 

Philippe Jaroussky, contratenor y Ensemble Arta-serse.

 

 

 

El Mozarteum Argentino clausuró el lunes su temporada, en el Colón, con un concierto que dio por cierto para varias lecturas. Es que por un lado, se presentó un cantante de registro extraño pero no por ello menos interesante, y por otro, lo acompañó un conjunto camarístico de cuerdas, órgano y clave de quince miembros, de sonoridad global áspera y por completo descolorida.


Escuela historicista
Fundado en 2002, el conjunto Artaserse adscribe absolutamente a la denominada corriente historicista. Esto es, que su alma chirriante, híbrida, como no terminada de redondear definió las versiones de Vivaldi, a quien se dedicó toda la jornada, salpicada, por supuesto, con periódicos esfuerzos enderezados a la nivelación de la afinación.


Sin perjuicio de ello, cabe destacar que a favor de la enérgica labor del concertino Alessandro Tampieri, y no obstante su falta de vuelo y expansión, la orquesta acreditó impecable ajuste y uniformidad estética y también apropiado sentido del ensamble.


Voz distinta
Dejemos perfectamente aclarado que la voz del contratenor, que es artificial, difiere sustancialmente del registro del "castrato", que si bien atiplado por razones anatómico-fisiológicas obvias, era, en cambio, absolutamente natural.


En esta dirección, cabe apuntar que en su primera presentación en nuestro medio, Philippe Jaroussky exhibió relativo volumen (tal vez más apto para el disco o una sala de cámara), lógica escasez de armónicos y vibraciones (debido a lo encajonado de su emisión), y paralelamente con ello metal excesivamente terso. Es cierto que el cantante francés lució coloratura vivaz (el motete y el aria de "Orlando finto pazzo"), y también que con destacado manejo de las gradaciones, voz de rara homogeneidad en su cuerda y refinado fraseo (las arias de "Giustino" y "L'Olimpiade") expuso una línea culta y tocante, no exenta de clarísimas articulaciones y fiorituras y remarcable fiato. Pero igualmente es verdad que el falsete o "falsetón" desarrollado y modelado (o sea, colocado "contra natura", construyendo mecánicamente una voz "de cabeza", sin apoyo), pese a su barnizado esmalte, no alcanza a suplir las reverberaciones, matices y cálido despliegue de la voz propia y genuina del ser humano.


Carlos Ernesto Ure