Campus musical de la Armonía, 2015
Escribe: Eduardo Balestena
      El  Campus Musical de la Armonía  está próximo a cumplir un cuarto de siglo. Durante todo ese tiempo ha  contribuido a formar a muchos músicos de diferentes lugares y de distintas  disciplinas y a lo largo de ese extenso ciclo   ha sumado otras actividades.
      Jordi  Mora, oboísta; director de orquesta; graduado en Musicología y Filosofía de la  música, discípulo de Sergiu Celibidaque no es un formador común: con él la  música es una experiencia total que comienza en la forma, en la técnica, pero  al servicio de ese hecho musical como una experiencia profunda, diferente cada  vez.
      Trabaja  con los asistentes al campus, con las obras que ellos proponen, brinda una  conferencia diaria y la actividad concluye con un concierto final con las obras  sobre las cuales han trabajado los participantes.      Sorprende,  una vez y otra, la capacidad, la sed de conocimientos que existe entre los  estudiantes y los músicos formados. 
      Otras  actividades
      Al  curso de interpretación musical destinado a grupos de cámara, instrumentistas y  cantantes han sido impartidos el Curso de Dirección Orquestal, a cargo del  maestro Jordi Mora; el Curso de técnica de violín y viola aplicada a la  interpretación musical, por David Bellisomi, reconocido violinista y docente,  de una extensa experiencia, y el primer curso de flauta basado en la  fenomenología musical, a cargo del maestro Albert Mora. 
      A  ellos se sumaron los alumnos avanzados del programa Niños en Armonía.
      La enseñanza musical 
      Impulsado  por la violinista Ulrike Flemming, fue iniciado hace algo más de una década  como un proyecto de enseñanza musical a alumnos de la zona (Barrio El Casal, Camet, el  Sosiego, los Zorzales, 2 de abril y Colonia Barragán). Muchos trabajan en  chacras. Forman una pluralidad de idiosincrasias y llevan cada uno su historia.  Encuentran en ese espacio una motivación, y cada una es diferente. El proyecto  es también un contacto especializado, que toma a cada uno como a una persona distinta,  singular, con una historia propia.
      Funciona en lo que era un lugar  destinado a carruajes, acondicionado como un conservatorio, gracias al apoyo  privado y a la actividad sostenida que Ulrike Flemming lleva a cabo en  Alemania.
      Son muchas las necesidades que un centro  de estas características tienen: docentes capacitados, un luthier para el  mantenimiento de los instrumentos, un arreglador para poder adecuar el  repertorio a los distintos niveles, la atención de la cocina, para los días en  que las clases son dictadas luego del horario escolar.
      Un  polo musical
      De a poco, desde que el Campus musical  se inició en 1991, desde que Ulrike Flemming dictó en 1994, en ese marco, un  curso de violín hasta que en 2004, tras haber creado una fundación, comenzó su  actividad el proyecto Niños en Armonía,   ha ido generándose un polo musical sostenido, firme, que es el resultado  de muchos esfuerzos y muchas dedicaciones y por el cual han pasado nombres muy  queridos, como el de Olga Romero, quien fue percusionista de la Orquesta  Sinfónica Municipal y que tanto esfuerzo dejó en estos frutos que surgen.
      La música no establece sólo un ámbito de  enseñanza o de interpretación sino un mundo del cual participan diferentes  personas: docentes, alumnos, organizadores, un ámbito posible en el esfuerzo.
      Ese es otro de los aprendizajes, además  del de la música.      Progresivamente, el Campus Musical de la  Armonía ha dejado de ser un curso de interpretación musical y ha devenido en  ese polo generado en Mar del Plata. 


