En el en el Ciclo de Intérpretes Argentinos
Pro Musica Antiqua Rosario
Teatro Colón
Domingo 17 de Mayo de 2015
Escribe: Eduardo Balestena
Conjunto Pro Musica Antiqua Rosario
      Director: Cristián Hernández Larguía
    
El Ciclo de Intérpretes Argentinos del Teatro Colón contó con la actuación de este prestigioso y reconocido grupo formado en 1962 por su actual director, el maestro Cristián Fernández Largía, en un programa dedicado a “Música y Monarquía”, en que fueron abordadas obras representativas de la época de Enrique VIII e Isabel I.
      Es habitual que las presentaciones del  ensamble se encuentren orientadas hacia un período o aspecto musical  determinados. Como lo ilustró el maestro a lo largo de la presentación siempre  la música acompañó a todos los acontecimientos importantes. Fue también así  durante el renacimiento, período en el cual, como en el caso de Enrique VIII e  Isabel I, los reyes solían interpretar más de un instrumento y ser autores de  obras destinadas a distintos propósitos.
      Con anterioridad a  conceptos como el de público o ámbitos como  el teatro, la música era parte de la vida cotidiana a grado tal que en las  tabernas de Inglaterra había laúdes para que los parroquianos pudieran tocarlos  mientras esperaban (lo que da idea además de la amplia difusión del  instrumento).
      Anterior a la consolidación de la  tonalidad y de las formas propias del barroco, el sentido de espontaneidad y  frescura caracteriza a esta etapa, en un instrumental muy variado, colorido, de  sonidos muy diferentes a los del  período  posterior: largas líneas melódicas, muchas veces sin resolución; madrigalismo  en las voces que sigue la inflexión subjetiva del sentido, son algunas de sus  características salientes.
      El maestro ilustró, por ejemplo, que My Lady Carey’ s (danza), anónimo, para  virginal (instrumento de teclado similar al clave, propio de Inglaterra),  tocada en clave, cuyas diferencias sonoras son mínimas respecto al virginal, que  constituye un punto de inflexión entre la música del período de Enrique VIII y  el de Isabel I es la primera obra concebida en términos del lenguaje del  teclado. Ello fue posible de apreciar tanto en la línea melódica como en el  soporte del bajo que la acompaña: un lenguaje netamente para teclado, con  desarrollos extensos de elementos temáticos, con un sentido del cambio y de la sonoridad  y una función definida del bajo. Fue abordada por Manuel Marina, quien además  de solista de clave es también intérprete de viola da gamba, flauta travesera  renacentista y voz. Ello marca otra de las características del conjunto:  músicos que se desempeñan en distintos instrumentos y que, en oportunidades sentados  ante los atriles, cantan. La presencia de la música del renacimiento lleva el  signo de lo grupal, del cambio, de la exploración, más allá de una concepción  individual.
      En tal sentido, el de las voces es uno  de los aspectos más salientes: música espontánea, no destinada a salas grandes  sino a las pequeñas cámaras, con instrumentos de un timbre cálido, dulce,  muchas veces impreciso, sin el brillo ni el alcance del instrumental  contemporáneo –pero con una connotación de cercanía y encanto en el sonido  absolutamente propia-  y  con una afinación muy distinta, tienen su  correlato en la voz: un canto sin vibrato, un sentido íntimo de la frase y de  la línea como una suerte de descubrimiento e improvisación, como el bellísimo Can she excuse me wrong? (ayre) para  mezzosoprano –en la que intervino como solista María Soledad Gauna- y laúd de John Dowland (1565-1626). No obstante,  otras obras están –tales como See, see  the shepperd’ s queen, de Thomas Tomkins (1573-1656) concebidas de forma compleja, fugada, rápida y sus demandas  interpretativas son diferentes. Ambas, junto con Hark, all ye lovely saints above (ballet) grupo vocal e  instrumental, de Thomas Weelkes (1575-1623) pertenecen al período isabelino. Pasajes que parecerían  originalmente pensados como un duelo de improvisaciones alternan en distintos  dúos de instrumentos –percusión, flauta- ; otros a cargo de varios solistas  vocales lo hacen sobre el fondo del resto del coro, y son muestras de lo espontáneo  y variado de un discurso musical y de la riqueza de obras probablemente no  pensadas con una finalidad estética y que simplemente surgían ante determinadas  ocasiones.
    El manejo de un instrumental tan rico:  percusión; flauta dulce; cromorno; dulción; sacabuche; viola da gamba y el de  la voz son absolutos; su evidente perfección ha llevado a Pro musica Antiqua  Rosario al lugar que ocupa en la escena musical: una estética hecha de lo  grupal, un sentido de totalidad sólo posible en la homogeneidad del nivel  interpretativo, y un conocimiento profundo permiten acceder a obras  musicalmente muy bellas y variadas. Ya la constitución del grupo, con el  maestro Néstor Mozón como subdirector; Susana Iriberri y Manuel Marina como  asistentes y María del Carmen Dall´Aglio y Myrtha Spam a cargo de los ensayos  parciales es un indicador de la modalidad de trabajo que  impera en un grupo que ha llevado a cabo giras  por distintos países europeos y americanos (Inglaterra, Alemania, España,  Italia, Estados Unidos, entre otros).
      También evidente es el liderazgo del  carismático maestro Hernández Largía, su entusiasmo, su conocimiento tan  profundo de los repertorios abordados,   algo que, indudablemente, ha formado la identidad de este conjunto.
      Ello es indicativo, asimismo, del valor  del Ciclo de Intérpretes Argentinos que se lleva a cabo gratuitamente.
Eduardo Balestena
      http://www.opus115musicadecamara.blogspot.com
    

