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Jordi Savall en el ciclo del Mozarteum


EN EL MUNDO DE LA MÚSICA ORIENTAL

Teatro Colón

Martes 8 de septiembre de 2015

 

Escribe: Carlos Ernesto Ure

 


Cantemir: "Le Livre de la Science de la Musique".

Hespèrion XXI (Jordi Savall).

 

La ejecución en nuestro medio de piezas de estética ultra contemporánea, in-comprensibles para la gran mayoría del público, no pasa de ser un mero intento expe-rimental, y también lo es, sin duda, la pretensión de incursionar en músicas antiguas, de hemisferios y culturas muy diferentes a la nuestra. En una nueva visita a la Argenti-na Jordi Savall se presentó el martes en el Colón, en octava función de abono del Mo-zarteum Argentino, y la velada, dedicada por entero al arcaico repertorio turco, corre-lacionado con la tradición melódica griega, armenia y del Sefarad, fue desde luego original, pero también extraña y reiterativa.


Falta de colores
Es que el desabrimiento esencial en materia de colores tímbricos y armónicos de la agrupación Hespèrion XXI y las partituras a su cargo, basadas sustancialmente en la colección que Dimitrie Cantemir dedicara entre 1703 y 1723 al sultán Ahmed III, produjo una sensación general de inamovible languidez, a favor de giros por lo general de lenta cadencia, que se agotan y desvanecen en sí mismos.


Opaca, de alma predominantemente metálica, despojada de mayores matices, la ejecución (los instrumentos fueron: oud, kanun, ney, duduk, santur, viela, lira y per-cusión) desplegó páginas por momentos propias de un encantador de serpientes, de la corte de Estambul o algún cabaret de Casablanca. Pero en el contexto global, estos sonidos, ajenos al público de Occidente y cercanos, por supuesto, a la atmósfera de "Las Mil y Una Noches", pudieron haber sido interesantes como muestra, dentro de un concierto con otros panoramas, pero resultaron excesivamente extensos como núcleo único y central de la jornada.


Gran músico
Debe decirse de todos modos que como estudioso de los cantos orientales e inspirador de la idea, pareció desde ya muy meritoria la labor de Jordi Savall, quien dirigió su conjunto con notable precisión, y tocó además dos pequeñas violas "da gamba" con singular esbeltez y consistencia. Pero la escala sonora global careció de ordinario de armónicos y de difusión, las lamentaciones otomanas y las letanías arme-nias se hicieron demasiado densas, los ritmos, de gusto levantino, se deslizaron casi siempre con apagada cadencia. Lo más destacado de la noche fue por cierto una pági-na popular sefardí ("Hermoza muchachica"), "taksim" de las comunidades judío-ladinas del imperio turco, de agraciado cromatismo y animación.


Calificación: regular


Carlos Ernesto Ure