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En el Coliseo, con el notable cellista Enrico Dindo


"I SOLISTI DI PAVIA", UN PASEO HETEROGÉNERO

 

 

Teatro Coliseo

Jueves 10 de Septiembre de 2015

 

Escrib: Carlos Ernesto Ure

 


Respighi: Antiguas Arias y Danzas, Tercera Suite;

Rossini: "Une Larme, Thème et Variations", en la menor;

Puccini: "Crisantemi";

C.F.E. Bach: Concierto para cello, cuerdas y clave, en la mayor, Wq 172;

Piazzolla: "Le Grand Tango".

 

I Solisti di Pavia (Enrico Dindo, cello y dirección).


Lo que puede reprocharse de esta velada fue la llamativa heterogeneidad del programa. En séptima función de abono de la temporada de Nuova Harmonia, el jueves se presentaron nuevamente en el Coliseo "I Solisti di Pavia" (la anterior visita fue en 2006), conducidos por su director-fundador, Enrico Dindo, y brindaron un concierto sin duda interesante, aunque con altibajos producto de la elección de un repertorio notablemente variado.


Cellista sobresaliente
Cabe aclarar desde ya que la agrupación peninsular es en realidad un conjunto de trece atildadas cuerdas, cuya función principal consiste en servir de marco a un solista de cello. Discípulo de Janigro y ponderado por Rostropovich, Dindo se manejó en la ocasión con remarcable solvencia. Su arco, fluido, vibrante, generó notas redondas y netas, de vibrante tersura, siempre cálidas en todo el espectro de una amplia tesitura (no hubo a lo largo de toda la noche un solo sonido áspero).


Además de ello, y de la elegancia y elocuencia de su legato, el maestro torinés acreditó prominente destreza técnica, lo que le permitió deslizarse por escalas y "staccati", síncopas y veloces dobles cuerdas, trémolos, fiorituras y gradaciones con formidable naturalidad (un Rossini semi desconocido, y el hijo de Bach).


Una joya
El organismo italiano tradujo asimismo con equilibrio y esmerada corrección (sin ir más allá) la encantadora Tercera Suite de las "Antiguas Arias y Danzas para laúd", de Respighi (con meritorio desempeño de las violistas Clara García Barrientos y Elena Confortini), y una lamentación fúnebre de escasa difusión: "Crisantemos", de Giacomo Puccini.


Pero tal vez el punto más alto de la jornada tuvo lugar en su cierre. Es que la versión de "Le Grand Tango" (1990), creación virtualmente póstuma de Piazzolla, sorprendió por la perfecta interrelación entre el violoncellista y el grupo, y su exacta cuadratura (fue fundamental al aporte del contrabajista Daniele Rosi). Plena de elaboraciones armónicas muy trabajadas, vigorosa en su rítmica, melódica (con un melodismo basado por lo general en el encadenamiento de acordes), de dinámica difícil, la ejecución de los músicos italianos impresionó verdaderamente por su ajuste y un fraseo que no exhibieron la más mínima fisura.


Calificación: bueno


Carlos Ernesto Ure