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ORQUESTA SINFONICA NACIONAL

 

CCK Sala Sinfónica

Viernes 17 de junio de 2016

 

Escribe: Francisco Tróccoli

 


Director invitado: Günter Neuhold
Solista invitado: Alexandre Da Costa (violín)


Programa -
Max Bruch: Concierto para violín y orquesta Nº1 op.26
Gustav Mahler: Sinfonía Nº1 Titán

 


Compuesto entre 1864 y 1866 el Concierto 1º de Bruch fue estrenado en ese último año cuando el maestro tenía veintiocho años. La versión que hoy conocemos es la arreglada en 1868 con la colaboración de Joseph Joachim a quien fue dedicada.


En este maravilloso concierto se destaca la riqueza lírica y melódica de gran expresividad y refinamiento. Comienza con un preludio lento para luego instalar un tema que lo jugarán entre violín y orquesta. Por momentos tiene reminiscencias brahmsianas.


El segundo movimiento se podría calificar como uno de los mejores motivos para violín y orquesta. Una melodía cantábile de íntima y plena sensibilidad.


El tercer movimiento es un enérgico Allegro con temas folclóricos, interrumpido con un segundo tema melódico lento, para volver con toda brillantez al final del mismo.


La versión de ALEXANDRE DA COSTA (violinista canadiense) ha sido un ejemplo de lo que Bruch manifestó en su composición. Instrumentista de sólida formación en su país y en el exterior, nos ha hecho una magnífica entrega con la energía y la sutiliza que la pieza requiere. El exito de su versión y el aplauso cerrado del público lo obligó a agregar una pieza fuera de programa, que compartió con el violoncelo de José Araujo.


En la segunda parte vino el Titán. Aunque esta sinfonía es catalogada la primera, se tiene conocimiento que Mahler ya había compuesto otras que fueron destruidas en la segunda Guerra Mundial. En tanto esta partitura que fue concebida como Poema Sinfónico entre 1884 y 1888 se estrenó en Budapest en 1889.


Inicialmente constaba de cinco movimientos y terminó siendo la Sinfonía 1ª de cuatro movimientos llamada Titán.


El primer movimiento comienza lento jugando con la nota La que pasa de uno a otro instrumento, apareciendo luego una melodía tomada de una de las propias “Canciones de un caminante” para vuelve a la fuente inicial y concluir el movimiento.


El segundo es un scherzo con reminiscencias de los valses vieneses de J. Strauss. El lento del tercer movimiento es una parodia de marcha fúnebre, basada en la pieza callejera de “frère Jacques”.


En el cuarto y último movimiento anticipó lo que sería de sus próximas sinfonías. Comienza con una impactante y fortísima apertura que no pasa inadvertida. Por el centro de la obra aparecen temas ya ejecutados, para terminar con un poderoso final.