Estrenos de tres siglos por la Orquesta Filarmónica de Viena
Grosses Fespielhaus
Salzbburgo
30 de julio de 2016
Escribe:Eduardo Balestena
Orquesta Filarmónica de Viena
Director Daniel Harding
      Solistas: Iris Vermillion (mezzosoprano); Topi Lehtipuu  (tenor)
      Coro de la Radio   Húngara
      Director de coro: Zoltán Pad
      Narrador: Peter Simonischek
    
El concierto con el que la Orquesta Filarmónica de Viena hizo su primera actuación en el Festival de Salzburgo 2016, tal como lo indicó Helga Rabl-Stadler, su presidenta, tuvo una especial significación por ser el estreno del Oratorio Halleluja, del compositor húngaro Péter Eötvös y por haber sido estrenadas las siguientes obras del programa por dicho organismo en el siglo XIX y en el siglo XX.
      Un anti oratorio
              Con música de Péter Eötvös y texto de Péter  Esterházy (recientemente fallecido y a quien estuvo dedicado el concierto) el  oratorio Halleluja (2015),  estructurado (valga el término) en cuatro partes constituye una parodia del  significado del género, destinado a exaltar la fe y la trascendencia. Un mundo  caótico, donde no hay mensajes transcendentes y que –fuera de la fe- se  encuentra a la deriva no puede ser otra cosa que un anti-oratorio.
    De este  modo, los solistas: un ángel borracho (mezzosoprano), un profeta tartamudo  (tenor) que no parece tener mucho que decir, un coro que se pregunta quién es y  qué está haciendo allí, para responderse que lo que hacen todos los coros, y un  narrador que no narra nada, resulta algo congruente con un mundo donde no  existen los grandes relatos.
    Con una  preponderancia de la percusión, los efectos en las cuerdas y metales, piano, en  pasajes donde diferentes timbres conforman, en una peculiar armonía, rápidos  efectos sonoros formados por multiplicidad de notas de distintas secciones, la  orquesta parece ir contra las líneas del coro y   solistas cuyas intervenciones semejan más al discurso oral que al canto  y que se encuentran dadas en notas finales disonantes. Hay pasajes en que  determinados instrumentos –con un piso de armónicos indiferenciado proveniente  de la orquesta- quedan solos, como el arpa. Una intervención, también aislada  del piano, marca el final, la música cesa sin concluir,  ya nada nuevo puede suceder. 
    El coro es  una de las presencias más preponderantes en la obra: sus intervenciones están  dadas frecuentemente por citas –en una tesitura forzada- de Aleluias y  fragmentos de Monteverdi; Mussorsky; Mozart; Bruckner y Bach; silbidos y  distintos comentarios negativos respecto al profeta y al ángel. Tal como la Sinfonía de Berio, ello puede ser tomado como un uso de la técnica del collage, sólo que  este material se inscribe en la nada. En efecto, una de las cosas que se  cuestionan es lo sustancial de la música, con lo cual la obra se inscribe en  una estética posmoderna y las citas no constituyen por sí mismas una sustancia  ya que hay un uso paródico de ellas.
    El texto  establece algunas marcas temporales: el presente, el comienzo de la Primera Guerra Mundial; el  atentado al World Trade Center y la caída del comunismo y concluye que el  estado de caos es el mismo, que la humanidad no ha avanzado nada y que, en consecuencia  nada se puede esperar.
    La fe se ha convertido en la falta de  fe, en la certeza de la nada y de un mundo sin posibilidades. El profeta es  comparado con un agente del juego de la lotería (el valor de cuya profecía  siempre será más útil) o con el vocero de un gobierno (alguien destinado a  ocultar la verdad).
    Extenso desarrollo de una idea en sí  simple, el (anti) Oratorio Halleluja tiene una construcción musical compleja expuesta  en pasajes que comienzan y terminan, carecen de un desarrollo orgánico que  pareciera negar el carácter sucesivo de la música y muestran una gran variedad  timbrica que alterna con intervalos de silencio.
    Ruptura de  la tradición, intento de establecer una nueva anti-estética congruente con el  caos, cabe pensar si Halleluja es verdaderamente una obra de ruptura o un  collage con elementos de la tradición musical.
    Iris  Vermillion es una reconocida mezzosoprano que actúa regularmente en diferentes  escenarios, especialmente en roles de óperas de Mozart y Richard Strauss. Topi  Lehtipuu  es uno de los cantantes  finlandeses más representativos y ha llevado a cabo una destacada carrera. El  coro de la radio húngara fue fundado en 1950, galardonado con el premio  Barthók-Páztory,  interviene regularmente  en distintos escenarios europeos. Peter Simonischeck es un reconocido actor  alemán. 
    La segunda  parte comenzó con las Variaciones opus 56 a, de Johannes Brahms (1832-1897), sobre  un tema del coral de San Antonio,
    Estrenadas por la Orquesta Filarmónica  de Viena el 2 de noviembre de 1873, año en el que fueron escritas. Se trata de  una obra sumamente elaborada tanto por la concepción en sí de las ocho  variaciones –que parten del tema orquestado para oboes, cornos y fagotes con  las cuerdas en pizzicato- como por los colores instrumentales aportados en las  secciones de cada una de ellas.
    La unidad está dada por el tratamiento  armónico y los intervalos, pero hay cambios rítmicos y de modo. La primera  se caracteriza por el enunciado en las cuerdas  que introducen un timbre no presente en el tema inicial y las flautas y metales  en n soporte armónico y de respuesta al motivo. En modo menor, la segunda  variación está dada en un vigoroso ritmo de estilo húngaro. En la tercera el  enunciado vuelve a los oboes, con prevalencia de las maderas y las cuerdas en  una sección de acompañamiento. La cuarta no sólo vuelve al tono menor sino que lleva  un compás compuesto, introduce un rallentando en el tempo y muestra una textura  de distintas voces en elementos diferentes. En la quinta está escrita en compás  compuesto con un tema rápido. Finalmente, en la octava Brahms toma un breve  motivo de cellos y bajos con el cual desarrolla una elaborada passacaglia (técnica que usará en el  último movimiento de cu cuarta sinfonía) de enorme riqueza contrapuntistica.
    El Adagio  de la Sinfonía  nro. 10 (1910) de Gustav Mahler (1860-1911) fue la última de las obras del programa.
    Desarrollado a partir de una melodía de  las violas, abierta, no conclusiva, el movimiento se abre a la exposición, en  distintos timbres, de los motivos centrales y su inversión. Las exposiciones de  motivos contrastan con el carácter de danza que parece venir de la nada.
    En un clima sonoro siempre diferente,  que parece encaminarse a una conclusión, de pronto un simple cambio conduce a  algo nuevo, Mahler parece explorar la atonalidad.
      Daniel Harding es director musical de la Orquesta Sinfónica  de la Radio de  Suecia y principal director de la London   Symphony Orchestra y, entre sus múltiples actividades, ha actuado  con distintos organismos en Europa y Estados Unidos y dirigido  óperas en la Scalla de Milán.  
    Al frente de la Orquesta Filarmónica  de Viena obtuvo versiones de excelencia de obras representativas de tres épocas  y texturas absolutamente diferentes. 

