En el Carnegie Hall, con Simon Rattle
      ESPLÉNDIDA LABOR DE LA FILARMÓNICA DE BERLÍN
    Metropolitan Opera House
Nueva York
Jueves 10 de Noviembre de 2016
Escribe: Carlos Ernesto Ure
    
       Nueva York (especial)- Convertido últimamente casi en un “enfant-gaté”      de Manhattan, Simon Rattle abrió la temporada del Met (con “Tristán”), 
      hizo la Sexta de Mahler con la Orquesta de Filadelfia en el Carnegie 
      Hall, condujo un concierto en la iglesia de St. Thomas y otro con el 
      Ensemble Connect. Ahora, y con entradas agotadas desde hace días, volvió 
      a presentarse en la sala de la 57 y 7ª Avenida al frente de la 
      Filarmónica de Berlín, en una velada que alcanzó nivel musical realmente 
      mayúsculo.
      
       Sonido denso y suntuoso
      Desde ya una de las agrupaciones sinfónicas más importantes del mundo, 
      el conjunto alemán (en el que se ven pocas mujeres y varios elementos 
      jóvenes) puso en evidencia en la ocasión una sonoridad densa, de 
      majestuoso color oscuro, pleno de armónicos. Todas sus secciones son de 
      pareja calidad, el ajuste es perfecto y las gradaciones resultan de 
      extraordinaria ductilidad, casi como si se tratara de un solo y único 
      instrumento pulsado por su concertador.
      
      La sesión comenzó con las exploraciones acústico-espaciales de      “Éclat”, de  Boulez, y prosiguió con la Séptima, de Mahler, trabajo 
      extenso, de notable complejidad técnico-orgánica, verdadero “tour de 
      forcé” para cualquier orquesta. La Filarmónica superó con holgura esas 
      dificultades, y plasmó una ejecución decididamente esplendorosa, siempre 
      homogénea en sus planos e invariablemente intensa.
      
    Notable empuje
Por su lado, el maestro de Liverpool (61) y titular de la entidad se distinguió por su gestualidad invariablemente clara y enérgica, y produjo una versión de muy alto vuelo y permanente tensión y vibración. Rattle dirigió, notablemente, sin partitura, se manejó con acentuaciones flexibles y expuso exquisito refinamiento (“andante amoroso”) y una suerte de rutilante cascada sonora (“rondo-finale”). Fuertemente expresiva, plagada de magníficas líneas melódicas y acabadas estructuras dinámicas, esta traducción mahleriana en el gran recinto de tonalidades crema marcó sin duda un hito en la actual temporada neoyorkina.
 
      Calificación: excelente
     
Carlos Ernesto Ure

