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Norma, en el ciclo de Juventus Lyrica

Teatro Avenida, Buenos Aires

Viernes 12 de mayo de 2017.

 

Escribe: Eduardo Balestena

Fotos: Liliana Morsia

 

Norma, ópera en dos actos.
Música: Vincenzo Bellini.
Libreto: Felice Romani
Dirección musical: Hernán Sánchez Arteaga
Elenco: Norma, Monserrat Maldonado (soprano); Pollione, Darío Sayegh (tenor); Adalgisa, Nidia Palacios (mezzosoprano); Oroveso, Carlos Esquivel (bajo); Clotilde, María Goso (soprano); Flavio, Jerónimo Vargas Gómez (tenor).
Coro de Juventus Lyrica, dirigido por Hernán Sánchez Arteaga. Asistente:  Pablo Manzanelli
Dirección de escena: Florencia Sanguinetti.
Escenografía: Marcelo Savioli.
Iluminación: Rubén Conde
Vestuario: Cecilia Carini.

 

 

La versión de Norma de Juventus Lyrica, en su fecha de iniciación de la temporada 2017, permitió apreciar un conjunto compacto, muy bien armado en todos sus elementos.


Como obra representativa del bel canto la concepción estética parece sencilla: música en pie binario, que expone un motivo o lleva un acompañamiento de las voces, con las cuales coincide en la acentuación del tiempo fuerte; exposición de motivos breves de gran riqueza melódica y su desarrollo. Sin embargo los requerimientos son precisamente grandes por eso: nada puede fallar en ese conjunto de elementos puestos a sustentar un drama, condensado, poderoso, intenso y muy bello que funciona como un verdadero mecanismo. Por empezar, la necesidad de subordinar la técnica a un clima que la requiere intensamente y que se resentiría si algo, particularmente la voz, fallase.


La música –en ese compás- tiene un sentido marcial que lleva a las voces y en los momentos de dramatismo tal sentido marcial se convierte en intensidad de sentimientos, en una verdadera progresión que no se detiene en ningún momento. Énfasis; afinación; articulación en los pasajes hacia los registros agudos o graves de la voz –que requieren ser sostenidos en notas largas- constituyen las exigencias más evidentes y la muestra del balanceado conjunto de música y letra logrado por el talento de Bellini y Romani, gran libretista de óperas de Bellini, Donizetti y Verdi, entre otros. La cadencia de la frase no sólo hace al sentido del texto sino también a una sección musical siempre precisa y que subraya un clima.


Por un lado, se trata de una partitura con acentos enfáticos y por otro, con motivos de gran belleza que requieren una cadencia muy libre en el fraseo, como si se improvisara. El solo de flauta en Casta Diva es un ejemplo; los motivos de los inicios de aria son otro, motivos breves, de frases muy definidas, que son reiterados en oportunidades una o dos veces para interrumpirse y, en ocasiones, ser seguidos por la línea de canto mientras la orquesta lleva a cabo un acompañamiento muy leve. Suele existir una sección de respuesta que contribuye a resolver el pasaje. Se trata de un entorno sonoro que demanda claridad y cuyas imperfecciones no podrían ser ocultadas.


Las voces
Consolidadas a partir de la primera parte del primer acto, con un brillo sostenido a lo largo de casi todo el segundo, las voces lograron momentos de gran e intensa homogeneidad: uno es el dúo de Adalgisa y Norma ¡Oh rimembranza!, de segundo cuadro del primer acto; otro el trío Oh, non tremare, o perfido –Adalgissa; Norma; Pollione-.


Monserrat Maldonado mostró, en el rol de Norma un amplio volumen vocal; articulación en el pasaje a las nota graves o agudas del registro, que pudo sostener adecuadamente en casi todo un desarrollo que demanda gran resistencia; afinación y brillo en el timbre. Un ejemplo fue el aria Casta Diva, que interpreta en el primer acto, a poco de comenzar la obra, que le demanda una gran elegancia en el fraseo, en un pasaje de los pocos lentos que hay en la ópera y que demanda control del fiato; legato; sutileza.


Como Pollione, Darío Sayegh exhibió una precisa técnica que, en lugares como  Meco all'altar di Venere, le permitió sostener pasajes agudos –algo tensos- luego de otros  prolongados en ese registro, con demandantes partes en legato  hacia los agudos. También se lució en el trío del final del  primer acto, con una menor potencia vocal en el dúo del tercer cuadro del segundo acto.


Nidia Palacios interpretó acabadamente su rol de Adalgisa, con la finura de un timbre que tuvo mayor claridad en la zona aguda y media del registro, con momentos tan logrados como los duetos con Norma, donde era claramente apreciable el intervalo de ambas voces (Deh! Con te li prendi), así como en el trío Oh, non tremare, o perfido.


También destacable fue el desempeño actoral de los cantantes.


Luego de su intervención inicial Carlos Esquivel fue consolidándose en el rol de Oroveso, con una voz de gran peso, audible aun en el conjunto, le dio al papel densidad. También como cantantes de una ya importante trayectoria, María Goso –que encarnó, con su voz de particular dulzura a Micaela en Carmen- y Jerónimo Vargas Gómez cumplieron acabadamente con los papeles de Clotilde y Flavio, confidentes, ayudantes de la acción central.


Coro y orquesta   
Distinguibles sus distintas cuerdas, intercaladas en el conjunto, el coro fue absolutamente homogéneo en su sonido grupal. Le caben intervenciones nodales en la obra: un coro la abre: Dell'aura tua profetica y es el coro, en una bellísima sección de pregunta y respuesta, quien interpela a Norma en el último cuadro del segundo acto. El llamado a la guerra es otro de los vibrantes pasajes de conjunto.


Asimismo, la orquesta destacó tanto en la belleza del fraseo de determinados pasajes, como en la cohesión del conjunto, con un sonido preciso, afinado, sin desajustes.


La Puesta
Belleza visual; sencillez y practicidad son los postulados más visibles de una puesta que –que en el marco de un conjunto muy cuidado en cuanto a los movimientos en escena- unificó los distintos ámbitos en los que transcurre la acción en uno conformado por distintos planos de piedras, evocativas de los dólmenes y su permanente misterio, que se adecua, con mínimas intervenciones, a las peripecias de la obra.


En este paisaje seco y austero cobra significancia la luz, el movimiento cuidado en la escena, el vestuario y el maquillaje, todos elementos que construyen los diferentes climas. Un momento muy logrado es el de la invocación a la luna, cuya imagen, tan misteriosa como la de los dólmenes, se alza detrás de éstos. La música, por otra parte, ya de por sí connotaba sentimientos que la proyección no necesitaba subrayar –puntualmente en lo referido a los hijos de Norma-.


Florencia Sanguinetti logró una puesta distinta e inteligente, que en absoluto se basa en agregados externos al sentido del drama sino en que éste discurra en un espacio indefinido, hecho de objetos y climas puntuales –no se trata de agregar sino de elegir- donde la acción sucede.


Apoyada en el conjunto de sus elementos y en el cuidado en cada uno de ellos, Juventus Lyrica presentó una muy lograda versión de Norma.

 

 

Eduardo Balestena


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