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  En ciclo Mozarteum

Kammerakademie Potsdam, con Trevor Pinnock

 

Teatro Colón

El lunes 12 de Junio de 2017

 

Escribe: Eduardo Balestena

 


Haydn: Sinfonía N° 47, en sol mayor, Hob. I: 47, “El palíndromo”;

Mozart: Concierto N° 2, para flauta y orquesta, en re mayor, K 314,

Sinfonía N° 29, en la mayor, K 201, “A media orquesta”;

Devienne: Concierto N° 7, para flauta y orquesta, en mi menor.

Emmanuel Pahud, flauta y Kammerakademie Potsdam (Trevor Pinnock).

 

 

Fundador del conjunto The English Concert, uno de los mayores exponentes de la interpretación de la música con criterio histórico, el clavecinista y director británico Trevor Pinnock condujo a la Kammerakademie Potsdam, actuando como solista en flauta traversera Emmanuel Pahud.


La Sinfonía nro 47, en sol mayor, Hob I:47 de Franz Joseph Haydn (1732-1809) fue la primera obra de un programa en cuya extensión se mantuvo el mismo orgánico: dos cornos sin llaves –cuyo registro es graduado mediante el intercambio de secciones de caños; dos oboes; un fagot y cuerdas. Es decir, sin clarinetes, flautas, trombones ni trompetas; con cellos respecto a los cuales, a diferencia del Concentus Musicus Wien, la posición de ejecución es la convencional y no la de las violas da gamba. Tal como sucede en otras formaciones, como la Orquesta del Mozarteum de Salzburgo, la interpretación histórica no requiere necesariamente réplicas de los instrumentos de época sino una observancia de criterios interpretativos muy diferentes a los de la orquesta moderna.


Ello fue apreciable ya en el propio comienzo de la sinfonía de Haydn, un inusual acorde inicial seguido de una particular entrada de los cornos, primero al unísono y luego a un intervalo muy próximo –probablemente una segunda-, que pone de relieve una rica estructura rítmica realzada por la cuerda. Es apreciable en este lugar el contraste entre el suave comienzo de las notas en la cuerda y su intensificación en el transcurso de la duración de las notas, en una particularidad dinámica propia de la interpretación histórica de la música, que focaliza en la gradación de dinámicas y micro dinámicas –según se trate de intensificar frases o notas largas-. La elegancia y gracia propias de las obras de Haydn son presentadas así en toda su riqueza.


El Concierto para flauta y orquesta nro. 2 en re mayor, K. 314, de Wolfgang Amadeus Mozart (1756-1791) fue la siguiente obra. Se hizo apreciable, de manera inmediata, el sonido de Emmanuel Pahud –flautista principal de la Orquesta Filarmónica de Berlín- en lo que no pareció un valor de afinación por debajo de los de la orquesta moderna pero que aun así sonó con timbre menos incisivo, más afín al de las flautas de madera, aunque tocara en un instrumento de metal.


Ello también fue así en el atractivo Concierto para flauta y orquesta nro. 7, en mi menor, de Francois Devienne (1759-1803). Del mismo modo que los de Franz Doppler para el instrumento o los de Carl María von Weber para el clarinete, alterna muy bellos motivos con un desarrollo virtuosistico en el instrumento solista y de gran requerimiento –de velocidad y precisión- en la orquesta, cualidades que prevalecen al encanto sonoro y la flexibilidad propia de los conciertos de Mozart.


Uno de los hitos más salientes de la producción mozartiana, la Sinfonía nro.29, en la mayor, K. 201 cerró el programa. En su registro de la obra, el 30 de marzo de 1949, al frente de la Real Orquesta Filarmónica, Sir Thomas Beecham la presentaba afirmando que se trataba del punto más alto al que Mozart había podido llegar en su etapa de juventud, antes de abrir las fronteras del nuevo mundo que significó una madurez en la que es posible advertir elementos de esta etapa.


La obra está dada en un permanente equilibrio entre la profunda belleza de sus desarrollos melódicos y la construcción formal, tan libre como rigurosa. Un ejemplo es el  cuarto movimiento, un allegro con spirito , suerte de forma rondó con contrastes de gran intensidad y una sección de violines dividida en una compleja trama que abarca a toda la cuerda, cuyos acentos, realzados por intervenciones puntuales de trompas y oboes, en una armonía tan efectiva como original, es sólo una característica más de una obra de gran riqueza.


Creada en 2001 la Kammarakademie Potsdam evidenció un sonido de relieves, con acentos propios: residen en la flexibilidad en el abordaje de las secciones de pregunta y respuesta, acentuando los tiempos e intensidades de una o de otra, en un panorama sonoro de sutiles gradaciones. La textura clásica no depende de la acumulación de volúmenes sonoros, como en la discografía tradicional, sino del detalle, la flexibilidad, el sonido parcial –cada instrumento es audible en sí mismo y en su articulación con el universo sonoro del cual proviene-. Integración al conjunto e independencia al mismo tiempo. Integración en la estructura de la obra e independencia en la claridad: la amalgama entre, por ejemplo, cornos y oboe, es absoluta pese a la fuerza de unos y la fluidez de otros. Lo mismo con la cuerda, por ejemplo los acentuados pasajes de los cellos en el movimiento final de la sinfonía nro, 29.


Trevor Pinnock, junto a John Eliot Gardiner y Nikolaus Harnoncourt, ha sido uno de los pioneros y formadores en la interpretación musical con criterios históricos y nos han mostrado nuevos matices de obras que creíamos conocidas. Trevor Pinnock lo hizo con un ensamble que está a la altura de esta formulación.
Emmanuel Pahud y la Kammarakademie Potsdam finalizaron su actuación con la bellísima danza de los espíritus, de Orfeo y Eurídice, de Gluck como bis.   

  

Eduardo Balestena