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CONCIERTO POR LA PAZ MUNDIAL

 

Teatro Provincial de Salta

Jueves 10 de agosto de 2017. 

 

Escribe: José Mario Carrer

 

 



Solistas: Saro Danielian (duduk) y Aníbal Borzone (marimba).

Orquesta Sinfónica de Salta.

Director Maestro Jorge Lhez.

- Ter voghormia (*) en arreglo para duduk, corno inglés, campanas y orquesta de cuerdas de Komitas Vardapet (1869-1935).

- Concierto para marimba y orquesta de cuerdas (*)  de Emmanuel Séjourné (1961).

- Obertura  Ruslan y Ludmila de Mikhail Glinka (1804-1857).

- Capricho Español op. 34 de Nikolai Rimski-Kórsakov (1844-1908).

- Concierto que se une a la plegaria mundial por la Paz. (*) Estreno en Salta.


El genocidio armenio, tragedia ocurrida oficialmente a partir del 24 de abril de 1915 aunque reconoce antecedentes en épocas del siglo XIX, es muy poco conocido en occidente y en este punto quien hizo mucho por relatar el oprobio sufrido por ese pueblo, fue el escritor austríaco  Franz Wertel en su libro Los cuarenta días del Musa Dagh. Pero para entender o al menos tener una idea de lo ocurrido, vale la pena bucear en diferentes fuentes informativas. Porqué? Porque de esa manera es posible comprender el dolor, la pena, el aplastante sentimiento que surgen de los pentagramas escritos por el armenio Gevorki Soghomonyan que luego, al convertirse en sacerdote, en su adultez, adquirió el nombre de Komitas Vardapet, bajo el cual fue distinguido como el fundador de la música clásica armenia. En español, el nombre de la obra es “Tenga Piedad Señor” para ese milenario aerófono de madera y doble lengüeta, llamado “duduk” del que ya hablé antes y que en esta oportunidad fue maravillosamente tocado por Saro Danielian que no solo hizo el arreglo solista-orquesta, sino que además, con indudable habilidad tocó con su corazón armenio transmitiendo casi con angustia y dolor el breve recuerdo de su patria avasallada.


En el 2011 visitó nuestra ciudad  Aníbal Borzone, el premiado percusionista cordobés actual timbalista de la Orquesta Sinfónica de Córdoba. En este retorno trajo como estreno para el público local el concierto que escribiera para marimba y grupo de cuerdas el afamado percusionista francés Séjourné. La página tiene momentos singularmente atractivos como el del tema principal a cargo del solista de marimba acompañado de las cuerdas en pizzicato y un fino trabajo de elaboración para el grupo instrumental dejando la parte del solista como si fuera de carácter improvisado para lucimiento de Borzone. Es bueno recordar que la “marimba” es un instrumento de percusión originario de Africa que los guatemaltecos reflotaron en el siglo XVII con algunas mejoras como las placas de madera de superior calidad sonora, los tubos que dan la sonoridad a cada placa y las finas baquetas que hoy se usan.


Hasta aquí, la noche estuvo cargada de sutilezas bien dichas por el maestro Lhez y la orquesta pero de pronto irrumpió la fuerza, la vitalidad, el empuje de la música rusa. Primero con la vigorosa obertura de la ópera de Ruslan y Ludmila de Miguel Glinka, acaso el padre de la música nacionalista de los rusos. Música enérgica, firme, altamente expresiva que tiene que ver con el carácter de la ópera que cuenta vicisitudes de los protagonistas.

 

Y luego esa hermosura que es el Capricho Español del magistral compositor Rimski-Korsakov que aparentemente no conoció España y se animó con lo que sabía de ella, a componer una partitura que refleja distintos puntos de la península ibérica con excepcional sentido de la orquestación y una fenomenal y poderosa imaginación. Hay colores, timbres, combinaciones instrumentales tan sabias que relatan a la perfección los sonidos andaluces, los del norte, sus danzas, ritmos inconfundibles, en pentagramas que parecen fáciles de interpretar pero que de ningún modo lo son sino que por el contrario exige un grupo orquestal de buena factura y un maestro dispuesto a llevar a buen término el barco sólido en medio de un  mar agitado como el “fandango asturiano” del final. Lhez fue el capitán de este viaje sonoro y la orquesta el medio para encontrar el placer de la música de Rimski. El objeto fue rogar por la paz del mundo. La conjunción músicos, solistas, director y público lo hizo muy bien.