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“L’Orfeo” en el Colón, en el cierre del Mozarteum

 

450 AÑOS DEL NACIMIENTO DE MONTEVERDI

 

Teatro Colón

Lunes 6 de Noviembre de 2017

 

Escribe: Carlos Ernesto Ure

 

 

“L’Orfeo”, fábula en música en un prólogo y cinco actos, con texto de Alessandro Striggio y música de Claudio Monteverdi.

Con Valerio Contaldo, Mariana Flores, Giuseppina Bridelli, Alejandro Meerapfel, Anna Reinhold, Nicholas Scott, Leandro Marziotte, Salvo Vitale, Alessandro Giangrande y Matteo Bellotto.

Coro de la Ciudad de Mendoza (Ricardo Portillo),

Coro de Cámara de Namur y Cappella Mediterranea (Leonardo García Alarcón).

 

 

El Mozarteum clausuró su temporada el lunes con una versión de concierto de “L’Orfeo”, que tuvo lugar en el Colón en conmemoración de los cuatro siglos y medio del nacimiento del ilustre compositor de Cremona. Digamos desde ya que la ejecución del melodrama de Monteverdi, piedra de toque en lo que hace al desarrollo posterior de la ópera, admitió diversas miradas, porque por un lado fueron dignos de elogio su concentración, preparación y empeño, pero por otro su encuadre excesivamente esquemático y arcaizante hicieron que en más de un momento se tornara descolorida y tediosa.

 

¿Pieza de museo?

Enrolado ciento por cien en la denominada escuela historicista, el maestro platense Leonardo García Alarcón (41), formado en Ginebra, actuó al frente de la “Cappella Mediterranea”, ensamble de cámara sostenido por el Gobierno Francés, que él mismo formó en 2005. Desde ya que la incorporación de más cuerdas para dimensionar de otra manera el “ripieno” y aun la búsqueda de un equilibrio global más esbelto, por encima de las consabidas asperezas de los instrumentos utilizados, hubieran contribuido a otorgar mayor fluidez y cromatismo a un discurso integrado predominantemente por "ritornelli" y recitativos.

 

Si a ello se suman unos sacabuches inicialmente destemplados (luego adquirieron mejor sonido), un órgano de regalías o lengüetas despojado de armónicos y los conocidos acordes gruesos del archilaúd, la tiorba y el arpa, bien se puede imaginar que el metal conjunto resultó invariablemente opaco. ¿Es la de Monteverdi una pieza de museo? Es seguro que no. Pero si se la enfoca como tal, sin procurar dotarla de inflexiones de mínima relevancia (aunque sea suave, saliendo del “forte-piano”), con algunos músicos que tocan distintos instrumentos sin preocupaciones solistas mayores, y encima cierta semi-escenificación con pasos lentísimos, la remisión arqueológica parece desde luego inevitable.

 

Aspectos vocales

Aun dentro de la estética anticuada plasmada por García Alarcón, lo que no desmedra la seriedad de su idea, tanto el Coro Ciudad de Mendoza (Rodolfo Portillo) como el “Choeur de Chambre” del puerto belga de Namur se manejaron con atildada solvencia. En cuanto a los solistas vocales, todos de correcto registro y meritorio criterio estilístico, la excepción fue tal vez el tenor italiano Valerio Contaldo (“Orfeo”), debido a las incertidumbres de su afinación. En el elenco se destacaron de todos modos nuestro compatriota Alejandro Meerapfel (Plutón), debido a la consistencia de su metal, y la mezzo italiana Giuseppina Bridelli (Mensajera) por la finura y contundencia de su declamación, sus notas proyectadas con el engrosamiento y alargamiento propios del barroco temprano y la tersura del color. Por su lado, su colega Anna Reinhold (Proserpina y Mensajera), colaboradora de “Les Arts Florissants” puso en evidencia un canto bello y de intensa convicción.

 

Calificación: bueno