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"Tristán e Isolda"  con Barenboim, la Staatskapelle de Berlín y muy buenos cantantes

 

Ovaciones para el mayor drama romántico de Wagner

Teatro Colón

Sábado 14 de Julio de 2018

 

Escribe: Graciela Morgenstern

Fotos: Teatro Colón / Arnaldo Colombaroli

 

 

 

“Tristán e Isolda”, libreto y música de Richard Wagner.                                                         
Elenco: Peter Seiffert, Anja Kampe, Angela Denoke, Kwangchul Youn, Gustavo López Manzitti, Boaz Daniel, Florian Hoffmann y Adam Kutny.
Coro Estable del Teatro Colón. Director: Miguel Martínez
Orquesta Staatskapelle de Berlín
Escenografía: Hans Schavernoch
Vestuario:  Buki Schiff
Régie: Harry Kupfer
 Director de Orquesta: Daniel Barenboim

 

 

Richard Wagner sabía que la música no puede pensar pero puede expresar los contenidos emocionales de los pensamientos. En 1857, se establece con su mujer en La Verde Colina, en Zurich, una casa de veraneo vecina a la residencia de los esposos Wesendonk. El músico se enamora de Matilde Wesendonk y en medio de ese clima de exaltación, comienza su Tristán e Isolda. Sobre poemas de la mujer amada , compone cinco famosas canciones, dos de las cuales anticipan temas del futuro drama musical. La partitura va desarrollándose luego en Venecia y París, para culminar en Lucerna. Un año después, el 10 de junio de 1865, se estrena en Munich.


Cada acto de la obra es una corriente sonora que no se detiene y sigue fielmente las alternativas del drama, que transcurre entre pocos personajes. Es la orquesta la que revela los sentimientos más hondos de aquéllos y la que, a través de temas que se reiteran, se combinan y varían, crean un verdadero poema sinfónico, en el cual puede leerse el drama, aún prescindiendo de la letra.
La versión que de esta obra presentó el Teatro Colón constituyó un espectáculo de características singulares, especialmente por el alto nivel de excelencia musical.


El punto más débil de esta presentación fue sin duda, el aspecto visual. La escenografía de Hans Schavernoch consistió en un ángel, en alusión al ángel caído, montado sobre el disco giratorio que al cambiar de ángulo, cambiaba la escena. Por sus diferentes lados escarpados caminaban con dificultad los cantantes, haciendo su tarea más difícil. El vestuario de Buki Schiff fue discreto, casi opaco y la régie del afamado Harry Kupfer deprivó de romanticismo algunos momentos como por ejemplo, el dúo de amor entre los protagonistas, así como también su marcación y el decorado llevaron a algunas posturas desgarbadas de los cantantes en momentos trascendentales.


Pero si se cuenta lo antedicho entre los menos, los mismos fueron compensados ampliamente en el plano musical. Anja Kampe, de voz amplia que fluye con naturalidad, subrayó con vigor la oposición de amor y odio que se agita en el personaje. Se  identificó totalmente con el rol y respondió a la extenuante exigencia de la princesa irlandesa con incansable intensidad, dando suficiente expansión a su canto. Su fragmento final “Mild und leise wie er lächelt”, fue muy bien interpretado desde el punto de vista vocal y la parte, no deja de ser emocionante por sí misma.


Dotado de fama en los escenarios internacionales, el tenor Peter Seiffert encaró Tristán con voz de buena sonoridad. Aunque el paso de los años ha hecho su trabajo en cuanto al desgaste, aún puede apreciarse belleza y variedad de color y buen fraseo, especialmente de manifiesto en  “So starben wir, um ungetrennt”, que cantó con gran sensibilidad. No  dejó duda respecto de la escala de sus recursos mientras la voz se expandía en volumen y color.


Destacado fue también el Rey Marke de Kwangchul Youn, quien retuvo la atención del público en cada palabra de su monólogo, usando su voz cavernosa, pareja en toda la extensión del registro, buena emisión e interesante coloración, para dar un efecto conmovedor y proyectar su resignada tristeza.


De primer nivel, asimismo, el desempeño de Angela Denoke como Brangania, cantante sólida en el aspecto técnico, con bellas tonalidades aterciopeladas y voz bien proyectada, audible en toda la sala en todo momento. Cantó con gran entrega al personaje añadiendo magia a su intervención.


También fueron encomiables las actuaciones de  Boaz Daniel  y el único argentino en el elenco, Gustavo López Manzitti, con muy convincentes interpretaciones de  Kurvenal y Melot, respectivamente. Completaron el cuadro de solistas Florian Hoffmann  (Pasor / Marinero) y Adam Kutny (Timonel), con un desempeño correcto.


El Coro Estable realizó una labor óptima en su breve intervención, bajo las órdenes de Miguel Martínez.


La maestría de Daniel Barenboim al frente de la Staatskapelle de Berlín quedó como algo obvio desde el preludio, pasando por la salvaje pasión del primer acto, al trance soñador del dúo de amor y la desolación del tercer acto. Bajo su batuta, se pudo apreciar la excelencia de la orquesta, considerada una de las mejores del mundo. Con minucioso detallismo, el director confirió fuerza dinámica a la obra, que iba desde una poética calidez hasta una gran excitación y mantuvo el hechizo musical, el pulso y fluidez de la partitura, conduciéndola de manera triunfal hasta la incandescencia del final.


El famoso “rugido del Colón” no se hizo esperar. Se dejó escuchar como en las grandes veladas y estruendosas ovaciones fueron el corolario de una noche feliz.

 


CALIFICACIÓN: EXCELENTE EN LO MUSICAL

 

 

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