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MAHLER Y LA VIDA CELESTIAL

 

Teatro Provincial de Salta

Jueves 15 de noviembre de 2018


Escribe: José Mario Carrer

 


Solista: Laura Rizzo (soprano)

Orquesta Sinfónica de Salta

Director Titular maestro Noam Zur

 

Gustav Mahler (1860-1911): Sinfonía nº 4 en sol mayor.


Por supuesto los artistas también se enferman. El programa original de este concierto comprendía además de la sinfonía mahleriana, los lieder Wesendonck compuestos por Richard Wagner y la presencia de la mezzo soprano Guadalupe Barrientos. Pero su repentino problema de salud le impidió viajar a nuestra ciudad. Felizmente pudo llegar la notable soprano Laura Rizzo, conocida de nuestro público, que tiene en su repertorio el último movimiento de la sinfonía, un bello lied de Mahler dedicado a la Vida Celestial que forma parte de ciclo “Des knaben wunderhorn”, que habla de una visión infantil de cómo es el cielo en su carácter de Paraíso o reino de Dios.


Los trabajos sinfónicos de Gustav Mahler, inigualable compositor austríaco, que comenzaron a conocerse luego de finalizada la Segunda Guerra Mundial por el carácter del nazismo de Hitler y su odio al judaísmo, siempre tuvieron algo de teatral en tanto describe o intenta hacerlo, un sentimiento, o una situación determinada. Muchos hablan de que la cuarta es una de sus sinfonías más simples cuando en  realidad es una maravilla contrapuntística que hasta tiene el lujo de usar el concertino Viktor Muradov dos violines afinados en tonalidades diferentes con el fin de mostrar el basamento general de las canciones populares que el autor conoció en su juventud, bajo la forma de un grotesco scherzo. El segundo instrumento, afinado en una tonalidad más alta, es lo más parecido posible a lo que en nuestra región se llama un “violín hechizo” que obviamente no tiene nada que ver con la intención del compositor sino que lo digo a modo de descripción del efecto buscado. También representa la “horrorosa danza de la  muerte relacionada con una figura de la demonología popular”.


Laura Rizzo canta de modo exquisito, afinación inmaculada, agudos perfectamente puestos como si fueran las entonaciones de un ángel, con el fondo de una orquesta sólida y conducida con evidente refinamiento por el maestro Zur. Es la coronación de sus tres primeros movimientos de estructuras románticas y profundas que en el tercero incluye una breve pero significativa explosión orquestal.


En suma, un fino trabajo de la orquesta local, de una solista de gran nivel y de un conductor que comprendió perfectamente las complejidades de lo que podrían llamarse visiones infantiles del reino de los cielos.