Concierto de canciones de cámara francesas
    
Villa Gainza Paz
Mar del Plata
Domingo 2 de diciembre de 2018
Escribe: Eduardo Balestena
El 2 de diciembre tuvo lugar, en la Villa Gainza Paz, el último concierto de año del ciclo de recitales líricos que han tenido lugar en esa sede; contó con la actuación de la soprano Edith Villalba, el tenor Miguel Silva Macías y el pianista Horacio Soria y estuvo dedicado íntegramente al repertorio francés de canciones de cámara.
    Las obras de Gabriel Faure  (1845-1924) abordadas en la primera parte Lydia; Chanson d´amour; Après un reve;  En prieè; les Berceaux, son de una línea que parece focalizada en un elemento  que expone bajo distintas inflexiones; se expresa acompañada del piano. En  Chanson perpétuelle, de Ernest Chausson (1855-1899) este diálogo cambia: el piano  hace una introducción y crea un clima en el que la voz discurre en un contexto  formal más incierto, donde la intensidad es dada por las inflexiones de una voz  que parece expenderse en una suerte de improvisación.
    De diferente carácter, la segunda  parte estuvo integrada por Repentir, de Charles Gounod (1818-1893);  D´une prison, de Reynaldo Hahn (1874-1947); BeauSoir, de Claude Debussy  (1862-1918); 5 Melodies populaires grecques, de Maurice Ravel (1875-1937);  Cantique de Noël, de Adolphe Adam (1803-1856) y Les chemins de l´amour, de  Francis Poulenc (1899-1963). Las obras implican una amplia gama de recursos  musicales: un canto sutil, expresivo y envolvente, como en Repentir; un tópico  absolutamente romántico, como Beau Soir, basado en el poema de Paul Bourget  (1852-1935) que propone una metáfora entre la vida humana y una tarde, lo bello  e intenso y lo evanescente; o los vivos contrastes de las breves canciones de Ravel: el piano ya no es un acompañante, se imbrica  totalmente con el discurso lírico: lo enmarca, lo intensifica, lo significa.
      En la tradición de la música de  cámara, su cercanía, la intimidad que significan sus temas y un ámbito donde  los intérpretes se refirieron –breve y esclarecedoramente- a las obras, fue  posible apreciar tanto sus cualidades vocales como la apreciación de un  repertorio poco frecuente,  tan hermoso y  sutil como difícil técnicamente.
    Edith Villalba, de amplia  trayectoria en roles de ópera, revela que el ámbito de la canción de cámara le  es algo absolutamente natural. Las melodías populares de Ravel le imponen ya  una emisión marcada, a tempo con el piano en las frases, ya una modulación  delicada, lo mismo que la Chanson Perpetuelle (obra de la cual Edith Villalba y  Horacio Soria señalaron la influencia del lied alemán y la armonía wagneriana,  que también influyó en Debussy). Manejo del idioma, sutileza y calidez en el  timbre, afinación, hacen a la unidad entre el sentido del texto y la música:  sabe manejar este equilibrio a la perfección.
    También Miguel Silva Macías, con un  equilibrio entre la frase, la claridad del timbre y sus matices, se mueve muy  cómodamente en una exigencia hecha de refinamiento, calidez y musicalidad de la  frase. Es además un presentador sobrio y espontáneo. 
    La textura musical, particularmente  de las obras de la segunda parte el recital: un diseño preciso y de constantes  matices y cambios, son indicativos del dominio que Horacio Soria tiene del piano, ya en el rol  acompañante como en aquel en que se encuentra casi en paridad con la voz.
      Obras poco presentes en los  conciertos, son a la vez de una gran belleza y es muy positivo que exista la  posibilidad de acceder a ellas en vivo.
    
    Eduardo  Balestena                 

