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UN CARNAVAL SONORO

 

Teatro Provincial de Salta

Jueves 14 de marzo de 2019


Escribe: José Mario Carrer

 

Orquesta Sinfónica de Salta

- Director Titular Maestro Noam Zur.
- Solista: Luciano Garay (barítono).  

 

Prólogo de I Pagliacci de Ruggero Leoncavallo (1857 – 1919).

Obertura El Carnaval Romano op. 9 de Héctor Berlioz (1803 – 1869).

Cuatro momentos musicales de Wolfgang Amadeus Mozart 1756 – 1791).

Obertura Carnaval op.92 de Antonin D’Voràk (1841 – 1904).

Danza Irregular de José Juan Botelli (1923 – 2010).

Aria de Un Ballo in Maschera de Giuseppe Verdi (1813 – 1901).

El Aprendiz del Hechicero de Paul Dukas (1838 – 1935).

 

Aforo 75%.  


Es mas que interesante profundizar el llamado “verismo italiano”. Entre los varios compositores que han incursionado el mismo, está justamente Ruggero Leoncavallo, músico que desde joven estaba particularmente dotado para producir melodías cortas y pegadizas. El prólogo de la ópera “Los Payasos” es un magnífico ejemplo. Hay una introducción orquestal que preanuncia el drama que va a acontecer. De pronto aparece Tonio encarnado por el excelente barítono Luciano Garay para contar cómo es la vida del artista y lo que busca el compositor: hombres de carne y hueso que aman y odian, que tienen sentimientos pero que en escena deben esconder sus lágrimas internas y exhibir sus risas falsas. Realmente se lució Garay expresando lo antedicho, a pesar que hubiera sido mejor algo menos de volumen en el acompañamiento de la orquesta sabiamente conducida por Noam Zur mostrando este novedoso momento de la ópera italiana.


Con un enfoque moderno para la época en que fue escrita, en la obertura Carnaval Romano, Héctor Berlioz mostró su avanzada mirada sobre el hombre de su tiempo. Berlioz escribió nueve oberturas a lo largo de su vida, destacándose la escuchada hoy por su enorme riqueza orquestal y sus reminiscencias temáticas de una obra anterior, su ópera Benvenuto Cellini. La Sinfónica exhibió la excelencia de su trabajo previo y la entregó con alta precisión y musicalidad.


Termina la primera parte con arias de óperas mozartianas. La primera donde el protagonista entona casi una serenata para atraer a la doncella y la segunda donde el mismo  protagonista, disfrazado de su criado, dispersa a sus enemigos. Y finalmente, de la ópera La Flauta Mágica, Papageno, hombre simple y sencillo canta su deseo de encontrar una compañera que lo haga feliz. Convincentes páginas de Luciano Garay. El cierre fue una travesura musical del mismo Mozart, en cuatro movimientos, deliberadamente satírica, cargada de imprecisiones, armónicas e instrumentales, de un notorio estilo mecánico y monótono, escrito como burla al público no iniciado de su época, fines del siglo XVIII. Difícil de ejecutar precisamente por su fraseo asimétrico, acordes erróneos cuando correspondían otro tipo de expresiones, pobres variaciones, etc. Donde se pudo apreciar la calidad de los músicos locales y el detallismo cuidadoso del maestro.


Si bien mucha de la música de D’Voràk previa a sus años de Nueva York, es seguidora en espíritu a las obras que el nacionalista Smetana creara, de las oberturas escritas por el compositor checo la más bohemia es precisamente la op. 92 bajo el nombre de “Carnaval” donde muestra la intensidad de una vida en su tierra natal con la alegría de existir en medio de la naturaleza y gente como él, de cierta rusticidad pero de claro ánimo romántico checo. La página muestra solos que menciono mas abajo.


José Juan Botelli, el “Coco” para quienes fuimos sus algo mas que conocidos, escribió no pocos pentagramas donde mostraba su música y su visión del espacio sonoro de su tierra. Entre ellas está la página llamada “Danza Irregular” por la cantidad de ideas rítmicas que hay en sus breves líneas. El joven Martín Cardinali, violinista de la sinfónica, estudioso desde pequeño, se atrevió a la difícil tarea de orquestar lo que de origen fue una obra para piano. Lo hizo con mas conocimiento del que uno podría pensar y convirtió la simpleza de la idea sonora en algo mas enjundioso, mas impactante, más universal en su sonoridad sinfónica y lo hizo mostrando un academicismo valioso. Es así como el lenguaje musical del autor, que siempre tuvo connotaciones “vallistas” -su tempo es muy similar a la manera de hablar del hombre del valle salteño- no solo esta exactamente respetado sino que se llega al resultado de música de esta tierra enriquecida con el poderío sinfónico. Buen trabajo sin duda.


Nuevamente aparece la figura del barítono Luciano Garay para cantar un aria de Verdi. La verdad que para el espacio de estas líneas no es posible resumir uno de los mejores argumentos entre las muchas óperas compuestas por Verdi. Un ”Baile de Máscaras” es una ópera de lujo tanto por su argumento como por su música. Solo me basta decir que el aria en cuestión muestra a Renato, secretario de Ricardo, Conde de Warwick y Gobernador de Boston (EEUU), expresar en soledad su sentimiento contra su superior por el deshonor de su actitud con Amelia, la esposa de Renato. Es uno de los grandes momentos que Verdi crea para la tesitura que mas era de su agrado, el barítono. Garay muestra la intensidad de sus sentimientos y la angustia que corroe el corazón de su personaje en una ponderable actuación cargada de inflexiones, con afinación precisa y altamente expresiva.


El breve final tal vez se convirtió en el momento glorioso de la noche. El “scherzo”, casi un poema sinfónico, no obstante su brevedad, denominado El Aprendiz de  Brujo del formidable compositor y gran orquestador de su tiempo, el francés Paúl Dukas, construye con su exagerado perfeccionismo una pieza de antología basada en una balada de Göethe que relata la historia de una escoba encantada de divertidas travesuras que si bien es dominada por el mago, no ocurre lo mismo cuando su ayudante, un pequeño aprendiz, intenta hacer lo mismo que su maestro sin conocer las herramientas necesarias para dominar sus mágicos experimentos. Es música programática con la cual la orquesta local cierra una noche ecléctica, llena de sorpresas solventadas con arte musical de alto nivel  bajo la batuta de un cada vez mas reconocido conductor como el maestro Zur. Para el final de estas líneas la mención de solos y grupos de gran factura: Victor Muradov (violín), Santiago Clemenz (flauta), Fernando Jiménez (clarinete bajo), Paula Daffra (corno inglés), entre otros, más la percusión y una cuerda irreprochable.