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“PERFUME” MOZARTIANO QUE SE IMPREGNO EN EL CORAZON DE LA “BALLENA”

 

CCK-Sala Sinfónica

Viernes 31 de Mayo de 2019

 

Escribe Donato Decina

 

Orquesta Sinfónica Nacional, Temporada 2019

Director: Ricardo Sciammarella

Solista: Miceal O’Rourke (Piano).

Programa: Obras de Mozart y Beethoven.

 

NUESTRA OPINION: MUY BUENO.

 

Una interesante velada tuvo lugar en la “Ballena Azul”, sala sinfónica del CCK, para esta nueva presentación de la Sinfónica Nacional, la que tuvo  el aditamento de poder conocer a Ricardo Sciammarella en su rol de Director de Orquesta luego de innumerables ocasiones en que pudo apreciárselo como un muy buen violonchelista. En rigor de verdad, es en la presente década en la que este reconocidísimo interprete ha intensificado su rol de Conductor Orquestal a partir de crear El la Kammerphilarmonia en el país vasco, en donde realiza incontable actividad tanto en San Sebastián del lado español como San Juán de la Luz del lado Francés, por lo que se trata de una agrupación con sedes binacionales integrada por músicos vascos de las Orquestas de Euskadi y Sinfónica de Bilbao. La elección del programa no deja dudas de su concepción Camarística con Mozart del los períodos medio y final de su producción y un joven Beethoven mas influenciado por Mozart y Haydn, aun cuando ya comenzaban a asomar sus rasgos distintivos.

 

El inicio del Concierto tuvo lugar con la interpretación de la breve pero contundente Obertura de la Opera “La Clemenza di Tito”, que lleva el Nº 621 del Catálogo. Estamos ante un Mozart ya consagrado que pinta en esta relativamente breve página con contundencia los rasgos que después se percibirán más nítidamente en la escena musical. Llamó la atención que la masa Orquestal fuera muy profusa, más cuando con comodidad se podría haber hecho con un orgánico tan acotado como el del Concierto para Piano y Orquesta que se escucharía a posteriori y como lo apreciamos ya desde hace algunos años en las agrupaciones de cámara extranjera que nos visitan año a año. Así y todo, fue una versión muy dinámica, dirigida de memoria por parte de Sciammarella, muy bien llevada y con “tempi” acertadísimo. Por lo que ya nos dejó una punta en el sentido de que puede tratarse de un orgánico amplio, pero su concepción se acerca más a la “historicista” hoy en vigencia que a la que hasta hace muy poco se hallaba en boga.

 

  Junto a los intérpretes se presentó el pianista Irlandés Miceal O’Rourke como solista del Concierto para Piano y Orquesta Nº 24 en Do menor del mismo Mozart, que lleva el Nº de catálogo 491. Luego de su antecesor Nº 23, Mozart desarrolla una composición de una introducción y desarrollo de primer movimiento de gran carga dramática, la que da paso a un muy expresivo “Larghetto” y vira hacia una mayor vivacidad en el “Alegretto” final. O’Rourke llega a Nuestro País nuevamente, tras su paso en años anteriores por los festivales de la Fundación Chopiniana. Es un veterano interprete que ha tenido actuaciones junto a agrupaciones de primer y segundo nivel europeos, situando dentro del primero a la Royal Philarmonic y hasta una sorprendente actuación junto a la legendaria “Boston Pops” (Dada la veteranía del solista, cabe pensar que perfectamente fue dirigido por el legendario Arthur Fiedler). Además desarrolla una profusa carrera docente que lo lleva a la Julliard School of Music de Estados Unidos y en instituciones de Rusia, Estonia y Lituania, además de su Irlanda natal. Su toque es “cristalino”, usa muy poco el pedal, digamos lo justo y necesario, posee un lirismo absoluto, capaz de crear un clima intimo en el “Larghetto” y firmeza no exenta de elegancia en los movimientos de “punta”. Tuvo buen entendimiento con Sciammarella y el conjunto. Y de Este último digamos que hizo un acompañamiento rayano en la excelencia, como pocas veces se escuchó de la Nacional en repertorio Mozartiano. Los vientos y bronces tuvieron momentos de gloria con intérpretes de la talla de Rubén Albornoz, Amalia Pérez, Guillermo Sanchez y Lucio Maestro, los que junto a sus compañeros  fueron reconocidos tanto por Solista y Director, ganándose la ovación del público. Un nuevo Mozart, fuera de programa, fue ofrecido por O’ Rourke, ratificando sus excelentes cualidades que ya he descripto.

 

  La parte final tuvo en los atriles a la Sinfonía Nº 1 en Do mayor, del Op. 21 de Beethoven , para la que Sciammarella empleó el mismo Orgánico que en la Obertura de “La Clemenza…”. Insisto en que para toda la sesión bien se pudo haber empleado el orgánico del Concierto para Piano y Orquesta y si por cuestión de prestaciones se trataba, hasta se podía haber hecho rotación de algunos músicos como lo hacen las Orquestas extranjeras que nos visitan. Aún así, Sciammarella empleó una concepción “Mozartiana” en la interpretación, por lo que la versión tuvo plena vivacidad, momentos muy chispeantes y un cierre espectacular que logró la adhesión de los presentes y reiterados llamados al saludo al Director, al que sería desde ya muy interesante verlo más a menudo en sus dos funciones (Solista y Director) junto a la Nacional

 

Donato Decina