Menu principal

 

 

OBRAS DISIMILES EN MANOS DE MUY BUENOS INTERPRETES

 

Auditorio Nacional

Viernes 20 de septiembre de 2019

 

Escribe: Donato Decina

 

Orquesta Sinfónica Nacional, Temporada 2019,

Director: Federico Sardella.

Solistas: LuísRoggero (Violín), Ricardo González Dorrego (Tenor), Martín Caltabiano (Barítono)

Coro Polifónico Nacional, Director a Cargo: José María Sciutto.

Programa: Obras de Mozart y Puccini .

 

 

NUESTRA OPINION: MUY BUENO.

 

Visto a priori, uno podría imaginar que se trató de un concierto de arias de ambos compositores o bien dos óperas breves de ellos (¿por qué no, “La Oca del Cairo” y “Gianni Schicchi”?) . Pues bien, esta velada de la Sinfónica Nacional giró alrededor de una composición consagrada de Mozart y una obra de juventud de alguien que para ese tiempo mostraba pasta de compositor, comenzando ya por ese entonces a hacer gala de muy buen orquestador, capaz de crear perdurables melodías. Se llamó Giacomo Puccini.

 

  La sesión fue confiada una vez más a Federico Sardella, quien volvió adar prueba de solvencia interpretativa. Se inició con el Concierto N 4 para Violín y Orquesta  en Re mayor del catálogo Kv. 218 del gigante de Salzburgo. Luís Roggero, concertino titular de la Orquesta, asumió la parte solista. Obra de 1775, con tres movimientos dispuestos de acuerdo a la típica estructura (Allegro-Andante cantábile-Rondó [Andante], con cadencias solistas casi al final de cada uno de ellos), es un Mozart vivaz  y chispeante . Produjo para él varias melodías por cierto muy conocidas para el común del público.  Luís Roggero hizo aquí gala de musicalidad, buena técnica y sobrado oficio. Con muy buen criterio, Sardella optó por una formación reducida, bien camarística, a la que le extrajo hasta el mínimo detalle. Hubo plena comunicación entre Solista, Orquesta y Director, dando por resultado una versión muy lograda.

 

    “La Misa a cuatro voces”, mucho más conocida como “Misa de Gloria”, es una página de juventud de 1880 a la que Giacomo Puccini compuso como obra de graduación. Proviniendo de familia de músicos, mayoritariamente organistas, no es de extrañar que, aun cuando no fue un hombre de profundas convicciones religiosas, se haya volcado por el género sinfónico-vocal-coral con una obra de un repertorio en el que abrevó “desde la cuna”. Se revela como un hábil orquestador y un muy buen tejedor de melodías. Hay un preanuncio de obras  a futuro (de hecho el “Agnus Del” será reutilizado en el madrigal atribuido a “Geronte di Ravoir”que la cantante le entona a Manon en el segundo acto de “Manon Lescaut”). Hace un muy buen uso de la masa coral, tiene momentos intensos a cargo de la orquesta e incisivas intervenciones a cargo de un tenor y un barítono (preferentemente bajo/barítono). Hay momentos interesantes como la fuga que emplea previo al final del “Gloria”. Sardella construyó una muy correcta versión de la mano de una Sinfónica que respondió con jerarquía al compromiso (más allá de las desventuras por las que atraviesa, narradas previo a cada concierto por los Delegados Sindicales de la misma). El Coro Polifónico Nacional lució de forma magnífica, preparado por José María Sciutto. Ricardo González Dorrego mostró su mejor forma vocal. Tuvo exquisita musicalidad, grato timbre y amplio volumen. Martín Caltabiano tuvo oficio para llevar adelante sus fragmentos, Aun cuando mostró un caudal vocal mucho menor que González Dorrego, no desentonó en modo alguno.

 

  La ovación final premió con justicia la labor de estos muy buenos intérpretes.

 

Donato Decina