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MARIO BRUNELLO, UN EXTRAORDINARIO INTERPRETE

 

Teatro Coliseo

Viernes 10 de Octubre de 2019.

 

Escribe: Donato Decina

 

 

“Nuova Harmonia”e “Italia XXI”, temporada 2019:

Presentación de la “Kremerata Baltica”

Director y Primer Solista: Mario Brunello (Violonchelo), Segundo Solista: Ivan Karizna (Violonchelo).

Programa: Obras de Sollima, Beethoven, Haydn y Kancheli.

 

NUESTRA OPINION: EXCELENTE.

 

Debo decir en lo personal que nunca antes había escuchado al violonchelista italiano Mario Brunello y que luego de este concierto organizado en conjunto por “Nuova Harmonia” e “Italia XXI”, lamento que este extraordinario interprete no haya podido ser escuchado antes en Ntro. País. Poseedor de un bellísimo sonido, técnica impecable y alto refinamiento interpretativo, no se limita solamente al rol de solista sino que también guía sabiamente al conjunto que lo acompaña, en este caso nada menos que la “Kremerata Baltica”, la célebre formación de jóvenes músicos de Estonia, Lituania y Letonia debida al gran Gidon Kremer, la que una vez más hizo honor a su bien ganada reputación.

 

Sobre la programación original hubo un cambio de último momento, evidentemente consensuado con el propio Gidon Kremer, ya que el pasado 2 de Octubre falleció el compositor Georgiano Giya Kancheli, muy amigo del gran violinista y formador del conjunto para el que compuso obras que la formación ha difundido. Se apreció una composición de la que se carece de título (ya que tampoco pudo aclararla la información de prensa posterior), pero muy intensa que la inicia y culmina una grabación de una voz femenina haciendo “a cappella” una “vocalise”, la que es tomada luego por el conjunto para desarrollarla a lo largo de la página. Va progresando de modo tal que se reconcentra y hasta podemos decir que tuvo el sabor de una sentida despedida, tal la forma en que se la interpretó.

Otra revelación del programa la constituyó la audición de dos obras del compositor italiano Giovanni Sollima, nacido en 1962, las que fueron las “puntas” del programa. Se inició con “Notas Escondidas” para Orquesta de Cuerdas, de estilo absolutamente tonal y de corte muy minimalista ( también se dice que es post-minimalista, aunque no comparto ese concepto). Está compuesta en cinco partes y fue muy bien llevada través de la belleza del sonido que produjeron las cuerdas de la “Kremerata”. Y en el cierre se escuchó “Violoncelles Vibrez!” para dos solistas y orquesta de cuerdas, en donde junto a Brunello actuó como segundo solista Ivan Karizna, miembro de la formación visitante y poseedor de solida técnica y refinado sonido. Aquí junto al primer solista y director descollaron en la interpretación de una melodía central que es desarrollada y que vuelve al punto de partida hasta ir paulatinamente extinguiéndose. Ese contrapunto entre los dos violonchelistas fue largamente celebrado por el público, ya que Karizna estuvo a la altura del invitado principal, se cumplimentó con éste y ente ambos produjeron momentos de intensa conexión. Las cuerdas estuvieron a la altura con homogeneidad y pleno entendimiento.

 

La primera parte culminó de modo netamente instrumental con una versión para Orquesta de Cuerdas del Cuarteto Op. 135 de Beethoven. Aquí tampoco se conoció quien fue el autor de la misma. Si bien la Orquesta rayó en la excelencia absoluta y Brunello Director se reveló como un traductor formidable de Beethoven, el arreglo ofrecido va más allá, es llamativamente brillante con algunas aristas que no sonaron típicamente Beethovenianas, por lo que considero que esta versión es muy personal por parte de quien la efectuó al ir más allá de su esencia. Aún así, la “Kremerata” mostró su calidad incuestionable.

 

Luego del inicio con el primer Sollima y el Beethoven expeusto en esa tan personal versión, se llegó en la segunda, en donde además de Kancheli y el segundo Sollima, se arrancó con el “plato fuerte” del concierto y lo constituyó la presencia de Brunello en su doble rol solista/director en el Concierto en Do mayor de Haydn, ubicado en el respectivo catálogo como Hob VIIb:1. Aquí lo tuvimos a Brunello en su real dimensión interpretativa, haciendo gala de un muy puro sonido, frases expresadas de modo exquisito (sobre todo en las cadencias) y a una “Kremerata” atenta al mínimo detalle que acompañó de manera extraordinaria una versión que no se olvidará en mucho tiempo.

Dos bises exquisitos cerraron de modo estupendo la noche: En el primero, la “Kremerata”, sabiamente guiada por Brunello, descolló en el último movimiento de la “Serenata para Arcos” de Nino Rota, cuyo solo anuncio entusiasmó al público, plena de intensidad y melodismo, para que luego Brunello solo cerrara en un clima de intimidad y reflexión con una muy sentida interpretación de “Havun Havun” de San Gregorio de Narek (Armenia). Una muy interesante postura. Tras tanto brillo, un final sereno para que muchos nos fuéramos pensando.

 

Donato Decina