LA VOZ CORAL, ALTO NIVEL MUSICAL
Teatro Provincial de Salta
Jueves 24 de octubre de 2019.
      Escribe: José Mario Carrer
      Estudio Coral del Instituto de Música y Danza:  director Maestro Luciano Garay.
Orquesta Sinfónica de Salta: Director Maestro Noam Zur.
Richard Wagner (1813-1883)
- Preludio al acto III y Coro de marineros de la ópera El Holandés Errante (*)
- Preludio al Acto III y Coro de casamiento de la ópera Lohengrin(*)
-“Eizug der Gaste” Coro del acto II (*)
- obertura de la ópera Los Maestros Cantores de Nüremberg.
Gustav Mahler (1860-1911):
- Sinfonía nº 10, “andante-adagio” (*).
Adhesión al 90º aniversario de la Asociación Odontológica Salteña
(*) Estrenos en Salta.
Aforo 90%.
    Impresiona ver el escenario con mas de 130 músicos.  Impresiona ver el teatro con numeroso público. Es que el programa era  prometedor de buena música y así fue. Cuatro  estrenos en Salta, de dos poderosos compositores eran motivos mas que  suficientes para tener una noche atractiva. 
      El Holandés Errante, también llamada El Buque Fantasma es una  ópera que se basa en una leyenda nórdica que cuenta del navegante condenado a  surcar los mares hasta el día del juicio universal a menos que encuentre una  mujer que le fuera fiel hasta el día de su muerte. La conoce, es Senta que  conocedora de la maldición sufrida por el Holandés, se tira de las rocas al mar  exclamando “miradme, le soy fiel hasta la muerte”. El navío se hunde, la  tempestad se apacigua y de la superficie emergen las figuras de ambos en  inmortal holocausto.
      Luego la tierna delicadeza del preludio de Lohengrin. Estalla  la orquesta, el golpe simétrico de los timbales, la tremenda fuerza de metales  y maderas preceden a la reunión de Elsa de Brabante con su defensor y amado  Lohengrin. Después el famoso Coro de casamiento con una de las dos marchas  nupciales mas famosas del mundo occidental (la otra es la de Mendelssohn).
      El tercer esquicio wagneriano es la gran sala del palacio  donde el coro entona “Salve mansión del canto, salve Landgrave Hermann, salve”  este potente coral se va dando en la medida que llegan los invitados al  certamen poético en el que el caballero Tannhäuser, movido por su impaciencia,  rompe el protocolo de la reunión y genera desilusión en su enamorada Isabel. La  llegada de los invitados esta adornada por una música placentera  revestida de pasajes marciales.
      El último momento del gran compositor alemán es la  maravillosa obertura de Los maestros cantores de Nüremberg. Tiene un inicio  pomposo de legítimo valor y belleza. El tema se repite varias veces mostrando  la descripción musical del “despertar del amor” pasando al de “estandarte” de  los maestros. Son los músicos artesanos que glorifican el arte generador de  la  fraternidad como símbolo de unión y  orgullo de esta característica de su pueblo. En su época la habilidad  contrapuntística de Wagner estaba en duda. Con estos ejemplos se echa por  tierra esa idea y queda demostrada su descomunal capacidad para elaborar y  entrelazar temas hasta llegar a la expresión buscada.
      Finalmente llega la escritura del hombre pos-romántico, del  que tuvo que esperar con paciencia que el gran Bruno Walter comprendiera su  música, que a mitad del siglo XX Leonard Bernstein rescatara la maravilla de  esos pentagramas, los de sus sinfonías en muchas de las cuales retrata la  naturaleza que lo rodea, en otras retrata su intimidad profunda, en otras  cuenta del amor por su mujer (“No te das cuenta que mientras suene mi música te  estaré diciendo que te amo?”). Hablo de Gustav Mahler del que se puede decir  tanto que tal vez no alcance un libro. El sabía que se moría y compone su  despedida sinfónica, su conmovedora novena   y sin embargo, aún intenta algo más, la hoy llamada Sinfonía nº 10 que  en realidad es, originalmente, su extenso primer movimiento en el que emplea  procedimientos que luego serían usados por Schoenberg y Webern. Veintiseis  minutos para decir que su alma está partiendo, con sus alegrías pero sobre todo  con sus dolores, sus angustias, sus dicotomías religiosas, el recuerdo de sus  niños muertos, el explosivo y desesperado grito de rebelión que se extingue en  un sonido final casi inaudible. Es como si Mahler hubiera encontrado su  identidad.
      Esta noche hubo varios lucimientos. Primero la del maestro  Luciano Garay que preparó y condujo con brillantez y acabado conocimiento el  Coro del Instituto de Música y Danza de la Provincia, un grupo de cantantes macizo,  sólido, poderoso, de afinación precisa, con entradas y cierres de frase  impecables, Todos imbuidos del espíritu sonoro del compositor y el pasaje de la  ópera correspondiente. Un lujo. La orquesta compenetrada, atenta, sin nada para  observar, con la entrega artística a la que nos tiene acostumbrados, con sus  secciones cohesionadas, en una gran labor de conjunto. Otro lujo.
      Para el final, el sublime trabajo de preparación y dirección  de la Orquesta Sinfónica de Salta por parte de su titular, el maestro Noam Zur.  Desde su llegada a nuestra ciudad no ha hecho otra cosa que enriquecer al grupo  instrumental con su sensibilidad, su conocimiento, su bagaje técnico. Está  claro que su formación y su inteligencia han obtenido el aporte de su propia  visión musical y la de sus maestros superiores al punto de haber recibido ,  como se dijo esta noche, la fotocopia de la partitura de dirección que solía  usar nada menos que el maestro Claudio Abbado en la obra de Mahler. En otras  palabras, hemos escuchado el único movimiento que alcanzó a componer el músico  austríaco sobre lo que iba a ser su décimo trabajo sinfónico, tal como lo hacía  el ilustre maestro italiano. Una noche especial que finalizó con el público de  pié.

