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MUTTER, UNA INTERPRETE EXQUISITA

 

Teatro Colón

01 de Noviembre de 2019.

 

Escribe: Donato Decina

 

Teatro Colón, Ciclo de Grandes Intérpretes Internacionales 2019.

Presentación de  Anne-Sophie Mutter (Violín y Dirección) y “The Mutter Virtuosi”.

Programa: Obras de Mendelssohn, Bach y Vivaldi.

Teatro Colón, 01 de Noviembre de 2019.

 

NUESTRA OPINION: EXCELENTE.

 

Luego de su triunfal regreso a la Argentina en Agosto pasado para participar como solista en el Festival Barenboim, Anne-Sophie Mutter regresó al país para presentarse ahora en el doble rol de solista y directora en el Teatro Colón al frente de “The Mutter-Virtuosi”, una formación de cámara fundada por la intérprete, la que está integrada por becarios actuales y anteriores  de la fundación que lleva su nombre y que tiene por objeto integrar a los mismos y hacerles vivir las experiencias de giras y actuaciones ante los públicos de diversas latitudes. Se sumó en esta oportunidad la presencia del clavecinísta noruego Knut Johanssen, el que en dos de las obras cumplió un rol fundamental: el de continuo.

 

    Un comienzo por demás interesante se tuvo con la interpretación del octeto para cuerdas en Mi bemol mayor, Op. 20 de Félix Mendelssohn. Composición de largo aliento que a través de sus cuatro movimientos presenta intensidad, discurso por momentos extenso de todo el conjunto  y, fundamentalmente, la necesidad de una guía precisa para toda la composición. Ya desde el vamos, Mutter atacó las primeras notas extrayéndole al resto de los interpretes que Ella seleccionó todo lo mejor. Un ajuste impecable, planos sonoros muy bien trabajados para llevar  de modo muy sostenido todo el extenso primer movimiento, desarrollar con categoría el “andante” siguiente y descollar tanto en el “scherzo” posterior como el “presto” final al que abordó sin solución de continuidad. Mutter transmite su apasionamiento, guía con exactitud, selecciona muy bien a los jóvenes que la acompañan, trabaja de modo impecable con los mismos y logra una versión redonda de punta a punta de la obra.

 

  Lo mejor vino en las dos páginas con las que se completó el programa. Más allá de mi preferencia por la interpretación del género barroco con instrumentos a la usanza de época, escuchar dos obras de los máximos exponentes del mismo (Bach y Vivaldi) en el modo que lo hace Mutter con instrumentos modernos no afecta en lo más mínimo. Emplea un “tempi” ágil, se podría decir que en el estilo en que lo hacía Helmuth Rilling y conceptos personales muy interesantes y bienvenidos, como por ejemplo pasar del “pianissimi” más sutil al “tutti” más espectacular, a veces con dinámica arrolladora y muy segura tanto de su parte como del resto del conjunto. Y debo repetir que sabe elegir y rodearse. En el concierto para dos violines, cuerdas y bajo continuo en Re menor que en el catálogo BWV lleva el N 1043, tantas veces apreciado entre nosotros, Mutter eligió un violinista distinto para acompañarla en cada uno de los tres movimientos que integran esta composición.  Y los tres (no se especificaron sus nombres y por más que figuren en el programa de mano como integrantes del conjunto no arriesgo a mencionarlos para no cometer incorrecciones) supieron estar a la altura de semejante intérprete. La versión tuvo un exquisito desarrollo, plena en el “vivace” inicial, canto total en el “largo” central y enjundia en el “allegro” final. Mutter sacó provecho de todo esto para construir una versión superlativa de esta obra.

 

  Y si algo faltaba, lo tuvimos en la mejor versión que se recuerde en instrumentos modernos de “Las Cuatro Estaciones”, el extraordinario Op. 8 de Vivaldi que de los nos. 1 al 4 integran “Il Cimento dell’Armonia e dell’Invenzione”. Aquí tuvimos a una Mutter consumada como interprete, con exacto sentido de la interpretación. Muy sutil, muy inteligente. Que guía al conjunto con pulso maestro, contagia y le extrae lo mejor a cada integrante, capaz de trabajar los largos y adagios hasta lo mas profundo, hacer vitales los allegros y alcanzar las velocidades más pasmosas poniendo a la par al conjunto. Fue un derroche de exquisitez.

 

  Dos momentos de esta obra fueron repetidos como bises, el final de “El Verano” y el centro de “el Invierno” ambos como “puntas”, pero en el medio pudimos apreciar una magnífica versión del “Aria” de la Suite para Orquesta Nº 3 de Bach, en la que Mutter sola fue primer violín, dejando al resto de los instrumentistas de ese sector como segundos, con una interpretación profunda y sentida que terminó siendo por belleza y buen gusto el punto más alto de la  noche. Sin dudas, una visita que recordaremos en muchísimo tiempo.