Concierto de la Orquesta Sinfónica Municipal en homenaje a Manuel Antonio Rego.
Teatro Colón, Mar del Plata,
Sábado 2 de noviembre de 2019
Escribe: Eduardo Balestena
Orquesta  Sinfónica Municipal de Mar del Plata
      Director:  Maestro Javier Más
      Solista:  Antonio Formaro, piano
    
La Orquesta Sinfónica Municipal de Mar del Plata se presentó el 2 de noviembre, bajo la dirección del maestro Javier Más, con la actuación solista de Antonio Formaro en piano.
    En la oportunidad, se rindió un  homenaje al pianista Manuel Antonio Rego (1934-2007), uno de los intérpretes  más dotados de la Argentina, educador y formador, de quien el maestro Formaro  fuera alumno.
    El programa comenzó con la Leyenda nro. 3, opus 59 (1881) de Antonin Dvorak (1841-1904) que forma  parte de un ciclo de diez piezas concebidas inicialmente para piano a cuatro  manos y posteriormente orquestadas. Con un pie ternario, danzante, se trata de  una obra de rico melodismo e inventiva.
    El Concierto para piano opus 33 (1875) de Antonin Dvorak fue la segunda obra de la primera parte. Opus admirado  por el maestro Rego, quien, entregó la partitura al maestro Formaro, el último  de sus alumnos, es una obra situada en la época de la génesis de su sexta y  séptima sinfonías, de una concepción muy diferente a otras posteriores, como el  concierto para violoncello (1893). De gran complejidad interpretativa, su  concepción armónica, con las diferencias de tonalidad entre, por ejemplo, la  enunciación del tema inicial en la orquesta y la primera intervención del  instrumento solista, la cerrada trama en que discurre el diálogo con la  orquesta con intervenciones siempre rápidas y acentuadas, de bordes, por  decirlo así, “filosos” hacen a las   dificultades de la interpretación. Las diferencias de tonalidad entre el  piano y la orquesta marcan una tensión permanente en un discurso cuyos motivos,  sencillos, reiterados y elaborados, no discurren en la amplitud de las frases  del concierto para cello: se trata de a sucesión de motivos breves, intensos y  acentuados. Un ejemplo de la textura del concierto es la coincidencia en el  acento del tiempo fuerte entre la orquesta y el instrumento solista, en una  permanente relación de forte-piano en lo que parece una armadura binaria que no  produce motivos extensos ni suaves sino breves, marcados y sucesivos.
    Aun en el Andante sostenuto, con las ricas polifonías de maderas y metales en  la elaboración del tema que discurre entre el piano y la orquesta, no existen  casi momentos de distensión.
      En músicos como Dvorak, no podemos  hablar de obras mayores o menores, más o menos ricas melódicamente, sino de  concepciones: en este caso, en lugar del melodismo amplio y danzante, se  trabaja la intensidad, la tonalidad, la tensión y un fuerte elemento rítmico,  con la cita de motivos folclóricos y elementos como la dumka, ese ritmo danzante hecho de arrebatos.
    Nuevo en el repertorio de nuestra  Orquesta Sinfónica, el concierto de Dvorak, poco difundido entre la literatura  para piano y orquesta, quizás por su elevado grado de dificultad, demandó un  intenso trabajo de preparación. Uno de los aspectos es la adecuada elección del  tempo, ya que con uno lento la obra se “desarma” y con uno rápido el grado de  dificultad se hace mayor, ya que se trata de pasajes siempre rápidos y  acentuados en una trama muy cerrada. Un ejemplo es la rica polifonía entre  maderas, metales y el instrumento solista en el segundo movimiento. La  escritura pianística abunda en pasajes de incómoda ejecución –con manos  cruzadas por ejemplo- y la orquesta trabaja siempre exigida: por lo cerrado de  la trama, las relaciones tonales entre los grupos de instrumentos y la  precisión.
    Ganador del Premio Konex como mejor  pianista, discípulo de Lazar Berman y Manuel Antonio Rego y alumno de Gerardo  Gandini, Antonio Formaro lleva a cabo una intensa carrera en el país y en el  exterior y es dueño de una gran erudición musical. Ello y su dominio técnico le  permiten abordar obras como este interesante opus 33 de Dvorak.
    La Sinfonía en re menor (1886-1888) de Cesar Franck (1822-1890) fue la obra interpretada en la segunda  parte.
    Se trata de una de las cumbres del  sinfonismo post romántico en la cual los principios constructivos del género se  encuentran fuertemente reelaborados, optándose por una forma cíclica en tres  movimientos y cómo célula constructiva un intervalo de segunda menor descendente,  seguido de otro de cuarta disminuida ascendente.
    Sobre esta base, trabajada de muy  distintas maneras, el compositor construye una obra muy diferente a cualquier  otra del género, lo hace en un despliegue de virtuosismo en el uso de los  timbres, las intensidades y una paleta orquestal siempre delicada. Un todo de  evidente unidad y gran inventiva: en el Allegretto central, por ejemplo, se suceden, casi superponiéndose, un Andante y un Scherzo. El  episodio contrapuntístico, extenso y complejo, requiere la precisión y  delidadeza que atraviesan toda la obra.
    El movimiento final es también de  gran complejidad: un tema cantábile que aparece en el séptimo compás (fagotes y  cellos), de carácter animado, seguido de otro episodio temático –una suerte de  segundo tema- más íntimo. Con este material como eje, vuelven todos los temas  escuchados anteriormente, en una muy cuidada versión pese a algún momento de  cierta indefinición al comienzo del tercer movimiento.
    Obras significativas que expresan  distintos pensamientos musicales, muy demandantes en sí mismas que, como en el  caso del concierto opus 33, era nueva en el repertorio y que demandaron un  trabajo detallado y profundo por parte de un director muy atento a todos los  aspectos de las obras fueron las abordadas por nuestra Orquesta Sinfónica.
      Destacaron Andrea Porcel (corno  inglés); Alexis Nicolet (flauta); Mario Romano (clarinete); Ernesto Nucíforo  (clarinete bajo); Guillermo Devoto (oboe); Aída Delfino (arpa) y la línea de  metales. 
    
Eduardo Balestena

