Concierto de la Orquesta Sinfónica RTV Eslovenia con Mischa Maisky en el Ciclo Nuova Harmonia
      
Teatro Coliseo
Viernes 8 de noviembre de 2019
Escribe: Eduardo Balestena
Orquesta  Sinfónica RTV Eslovenia
      Director:  Raoul Grüneis
      Solista:  Mischa Maisky, violoncello
      Ciclo  Nuova Harmonia
    
El prestigioso ciclo de Nuosa Harmonia presentó a la Orquesta Sinfónica RTV Eslovena con la actuación solista de Mischa Maisky en cello.
    La Obertura de la ópera La novia vendida, opus 3, (1866) de Bedrick Smetana (1824-1884) fue la  primera obra del programa. Desde este comienzo –la introducción, después de una  figura inicial,  de un motivo de fuerte  potencial rítmico  y extenso en los  segundos violines, que pasa a la orquesta que, a la manera del Scherzo de la Sinfonía Eroica de  Beethoven, también con una figura rítmica que se reitera cuatro veces antes de  la aparición del motivo central- tiene como función la de sembrar expectativa  hasta el estallido de bello motivo principal en el primer tutti orquestal, la Orquesta Eslovena mostró su impronta: tempos  vivos, una cuerda –dividida entre primeros violines a la izquierda y segundos a  la derecha del podio- colorida, homogénea, de acentos muy definidos y absoluta  precisión y sentido virtuosístico en el abordaje de las obras. 
    El Concierto para violoncello y orquesta, en la menor, opus 129, (1850)  de Robert Schumann (1810-1856) fue  la segunda obra. Ejecutado por primera vez en 1860, es decir, después de la  muerte del compositor, responde a la idea del romanticismo temprano de plantear  el tema inicial sin introducción, la cual se consideraba un gesto clásico, y  plantea una concepción muy libre de la forma: más que un concierto es una  rapsodia donde la idea central es concebir el material dentro de una  transformación motívica donde surge, explora las posibilidades tímbricas del  instrumento y fluye libremente en un continuum no dividido en los movimientos  tradicionales. Como un anticipo de obras posteriores, como el concierto de  Dvorak, la obra explora el cantábile del cello, sus inflexiones y la posibilidad  de lograr una amplia gama de matices dentro de un melodismo libre, flexible y  hondamente expresivo. Una de sus particularidades es la de notas dobles de la  sección central –Adagio Langsdam- que  se abre a las posibilidades armónicas del instrumento.
    Con un sonido algo más chico y  difuso que el logrado por los instrumentos modernos, dueño de un dominio  absoluto sobre los aspectos formales y expresivos, el solista brindó una  interpretación que permitió apreciar ampliamente la riqueza de la obra, en todos  sus aspectos: uno de ellos es el relieve cercano al final, donde, brevemente,  el instrumento solista va cruzado con la orquesta.
      Las dos últimas variaciones de las Variaciones sobre un tema rococó (1876)  de Piotr Illich Tchaicovsky (1840-1893) fueron el primer bis, en la oportunidad por parte del solista junto  con la orquesta: un lenguaje y un diálogo muy diferente: en paridad de solista  y orquesta que ya no es un soporte sonoro del cello. Le sucedieron como bises  el Sarabande de la suite nto. 5 en do  menor y el Prelude de la suite nro.  1 en sol mayor para cello solo de Johann  Sebastian Bach, en ésta última fue dable apreciar el particular enfoque del  solista: un tempo rápido y acentos motivicos que dan intensidad al primer  elemento de la frase para llegar al siguiente de manera muy suave y seguir  trabajando el discurso dando relieve a la continuidad.
    Formado con Mstislav Rostropovich y  Gregor Piatigorsky, con una muy extensa carrera internacional, luego de haber  padecido el rigor de ser condenado en Rusia a trabajos forzados, con el  consiguiente temor de no volver a tocar, Mischa Maisky, con su singular  personalidad y carisma, es uno de los más destacados instrumentistas del mundo  y su interpretación deja muy en claro las razones de ello. 
    La Sinfonía nro. 4, en mi menor, opus 98 (1885), de Johannes Brahms (1833-1897) fue  interpretada en la segunda parte del programa.
      Las cuestiones interpretativas a  destacar fueron varias: un tempo rápido y una acentuación ya posible de  advertir en la sección de inicio: un motivo basado en un intervalo ascendente y  descendente, sincopado, en forma de pregunta y respuesta –las secciones de  pregunta y respuesta en un motivo que va y viene, en sinfonías como las de  Brahms y Bruckner, parecen herederas de la Sinfonía La Grande, de Schubert, que  plantea esta dialéctica- , donde el acento   se enfatizó claramente en el ataque inicial que, en un tempo vivo, hizo  resaltar todavía más dicha acentuación.
    El concepto de relieve en un tempo  vivo hizo a la obra más compacta. Sin embargo, aun en un tempo como el  utilizado, la claridad en los timbres no disminuyó por la mayor velocidad y la  melodía pasó en distintos momentos, de la cuerda a las maderas, con una  diafanidad total. En lugares como el tema con variaciones del segundo movimiento  –Andante moderato- lució la belleza  de los timbres de maderas y metales.
    En el tercer  movimiento, Allegro  giocoso, una forma rondó, cobró particular relevancia el  carácter vivo y compacto de la interpretación, donde el requerimiento de ajuste  es mayor.
    También  la claridad, vigor, flexibilidad y dulzura de los timbres fueron las  características destacadas de último movimiento, Allegro enérgico y passionato, escrito en  forma de passacaglia, donde sobre un motivo de cellos y bajos se desarrollan un total de  treinta y cinco variaciones de distinto carácter y colorido.     
      La orquesta  hizo dos bises, uno correspondió a la suite Kadar Zila noj Draun, de Koroska y la segunda fue la Obertura de Poeta y Aldeano, de Franz Von Suppé (1819-1895) que  permitió apreciar el manejo orquestal en un material muy melódico, con amplios glissandos y pasajes de  cuerdas divididas en intervalos próximos, a la manera de danzas campesinas,  material que aparece separado por un extenso y muy bello solo de cello que  conduce a la segunda parte del desarrollo.
    Solista, director y orquesta de los niveles técnicos y expresivos más  elevados son los que presentó Nuova Harmonia. El maestro Raoul Grüneis,  de una evidente solvencia y experiencia, con  una carrera internacional extensa y de gran reconocimiento, brilló, en el  carisma además de su cálida presencia, junto a una orquesta virtuosa.
      Destacaron especialmente Igor Mitrovic (cello), Irena Kavcic (flauta),  Irmgard Andrei Krajter y Nina Tafi (oboes), Juri Hladnik (clarinete), Bostjan  Lipovsek (corno), la línea de metales y Petra Vidmar (percusión).   
      
    
Eduardo Balestena
  

