Monumental actuación de la Orquesta Sinfónica de RTV Eslovena en el Coliseo
LA SEGUNDA GRAN SORPRESA DEL AÑO
      
Teatro Coliseo
Viernes 8 de noviembre de 2019
Escribe: Martha Cora Eliseht
De todos los países integrantes de la ex Yugoslavia, Eslovenia ha sido quizás el que más haya estado bajo la órbita de Alemania en cuanto a su cultura, caracterizada por su disciplina y la excelencia de sus manifestaciones artísticas, pero sin dejar de lado sus raíces eslavas. Y dio consabida prueba de ello en la presentación de la Orquesta Sinfónica de la Radio y Televisión (RTV) de dicho país el pasado viernes 8 del corriente dentro del abono de Nuova Harmonía en el Teatro Coliseo, bajo la dirección de Raoul Grüneis y con la participación del excelso cellista Mischa Maisky, quienes ofrecieron el siguiente programa: Obertura de “La Novia Vendida” de Bedrich Smetana (1824-1884), el Concierto para violoncelllo y orquesta en La menor, Op.129 de Robert Schumann (1810-1856) y la Sinfonía n° 4 en Mi menor, Op. 98 de Johannes Brahms (1833-1897).
    La mencionada agrupación sinfónica  es fundó en 1955, luego de la fusión de la Orquesta de Radio Ljubliana con la  Filarmónica de Eslovenia. No sólo ofrece conciertos, sino que ha realizado  grabaciones de estudio y concierto para el Archivo Nacional de Música,  disponible para programas de radio y televisión. No sólo ha grabado todo el  repertorio sinfónico de su país, sino también la de numerosos autores clásicos,  motivo por el cual ha sido distinguida con numerosos premios por la excelente  calidad de su sonido. Asimismo, se presenta en conciertos dentro de su país e  internacionalmente. Ha sido dirigida por directores de gran prestigio, tales  como Samo Hubad, Stanislav Macura, Anton Nanut, David de Villiers y En Shao. Desde  2019, su director estable es el prestigioso músico búlgaro Rossen Milanov. En este  caso, se presentó con Raoul Grüneis, quien resultó no sólo ser un director de  carácter, sino también una soberbia batuta. Nacido en Alemania, es desde 2010  Director General de Música de la Ópera de Estambul y ha ocupado previamente  dicho cargo en los teatros más importantes de Alemania (Freiburg, Mannheim,  Darmstadt) y en la Ópera de Ratisbona. Ni bien se subió al podio, ofreció una  versión vibrante y colorida de la mencionada obra de Smetana, caracterizada por  su perfecta marcación de los tempi (Fugato, molto prestissimo, staccato) en el Furiant–danza popular checa- central. La  orquesta demostró una férrea disciplina de trabajo y ensayo y una pureza de  sonido pocas veces escuchadas en el ámbito del Coliseo, totalmente acoplado y  ensamblado. Sin lugar a dudas, fue una muy grata sorpresa haber podido apreciar  a un organismo sinfónico de excelente nivel.   Y cuando apareció Mischa Maisky sobre el escenario, el delirio fue total.  Independientemente de demostrar su habitual maestría, Maisky estaba  profundamente compenetrado con la interpretación del mencionado Concierto en La menor de Schumann. La  orquesta ejecutó los tres movimientos que lo integran (Allegro: nichtzuschnell (no muy rápido)/ Adagio: langsam (lento)/  Vivace: nicht bewegt (no apasionado)) de manera attaca(sin interrupción), logrando una perfecta armonización y  diálogo con el solista. Prueba de ello fue el magnífico dúo entre el primer  cello de la orquesta y el solista en el Adagio, seguido por el insuperable matiz del solista en el Allegro scherzando del 3° movimiento, ofreciendo una versión  versátil y vibrante, caracterizada por su excelencia sonora y jerarquía  interpretativa. La ovación fue tal, que Mischa Maisky brindó 4 bises: los dos primeros, con la orquesta  (fragmento final de las Variaciones sobre  un Tema Rococó para cello y orquesta en La mayor, Op.33 de Tchaikowsky) y  los dos últimos, solo (último número de la Suite  en Sol menor para violoncello solista y primer número de la Suite en Sol mayor para dicho instrumento de  Johann Sebastian Bach). Tanto con la orquesta como solista, Mischa Maisky hizo  gala de su poderosa técnica brindando sus excelentes matices sonoros, con la  humildad de los grandes intérpretes. Un eximio artista compenetrado con su  música y generoso con su público, motivo por   el cual se retiró ovacionado. 
      Quien escribe ha escuchado versiones  brillantes de la celebérrima Sinfonía n°  4 en Mi menor de Brahms y pensó que la estupenda versión de Daniel  Barenboim al frente de la Staatskapelle Berlin en 2018 iba a ser muy difícil de  superar; o al menos, de igualar. Sin embargo, la versión  ofrecida por la orquesta con Raoul Grüneis fue excelsa, donde se respetaron los tempia rajatabla de los 4 movimientos  que integran la misma (Allegro non  troppo/Andante moderato/ Allegro giocoso/  Allegro enérgico e appasionato) y las características de la música de  Brahms: romántico, solemne y marcial. Al igual que el resto de las obras, fue  una versión brillante desde todo punto de vista. Y la passacaglia con variaciones del 4° movimiento sonó con  majestuosidad. Al final del concierto, y luego del aplauso sostenido del  público, Raoul Grüneis se dirigió al auditorio en un perfecto castellano para  anunciar el primero de los bises: una  pieza típica eslovena (Pita) del  compositor Aldo Zmab, de gran belleza melódica. Y se despidió con una versión  sublime de Poeta y Paisano de  Friedrich von Suppé, donde el cellista Igor Mitrovic brindó un espléndido solo  de su instrumento dentro de la mencionada obra.
      A veces, los países europeos menos  conocidos deparan este tipo de sorpresas. Ya sucedió con la excelente  presentación de la Filarmónica de Luxemburgo en el Colón y se repite con esta  estupenda orquesta eslovena, que demostró poseer una disciplina férrea, gran  tradición musical y alto nivel de interpretación. Todos los ingredientes para  brindar un concierto de gran jerarquía, que será recordado como uno de los  mejores del corriente año.  

