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Y EL GIGANTE POR FIN ACTUO

 

Teatro Colón

Miércoles 13 de noviembre de 2019

 

Escribe: Donato Decina

 

 

Teatro Colón, Temporada 2019.

Ciclo de Grandes Intérpretes Internacionales.

Presentación del “Monteverdi Choir” acompañado por “The English Barroque Soloists”

Director: Sir John Eliot Gardiner.

Programa: Obras de Monteverdi, Carissimi, Purcell y Doménico Scarlatti.

 

NUESTRA OPINION: EXCELENTE.

 

 

No  voy a caer en frases hechas o en lugares comunes. Si, en cambio voy a manifestarles que en un año en que a través de diferentes organizadores se registró para el género barroco una programación variada, riquísima, plena de composiciones raramente frecuentadas que han logrado como nunca ampliar el panorama, el conocimiento y la audición de lo que este concierto que logró finalmente el tan ansiado debut de Sir John Eliot Gardiner entre Ntros. fue la cumbre.

 

    Para este programa, el gran conductor inglés trajo a sus dos preciadas criaturas musicales: el “Monteverdi Choir” y su habitual acompañante, la formación “English Barroque Soloists”. Grupos camaristicos de 20 cantantes el primero y de 5 instrumentistas el segundo, suficientes para abordar este repertorio y que no resultaron para nada escasos en un ámbito de las dimensiones de la sala mayor del Colón. Actuaron entre el proscenio y el sobrescenario  y llamativamente a telón abierto, contrario a lo que habitualmente se hace, lo que realza aún más a los intérpretes.

 

  Tras la ovación con la que se recibió el ingreso de Gardiner al escenario para el tan ansiado debut, los interpretes acometieron “Jehova Quam Multi Sum Hostes”, motete indicado con el registro Z.135 de la producción de Henry Purcell, el más emblemático compositor Inglés del género. Es una de las dos composiciones de ese tipo en latín, a cinco voces y contínuo con el texto del salmo N 3. Desde el inicio mismo se percibió la apabullante calidad de las agrupaciones visitantes y la extraordinaria guía de su creador y conductor. Dirige con gestos precisos y pulcros, sabe llegar a cada uno de los integrantes y extrae todo lo que se propone. La emisión del “Monteverdi” es de extrema belleza y el conjunto de instrumentos de época lució completamente amalgamado.

 

La “Messa a 4 Voci da Capella”, registro SV. 190 de Claudio Monteverdi es una composición dividida en los números clásicos del rito católico: Kyrie-Gloria-Credo-Sanctus-Benedictus y Agnus Dei. Solamente un Violonchelo actúa como sostén de la interpretación y lo hace en un registro por momentos imperceptible.   Al momento del Credo descubro que el texto se corresponde con el que había aprobado la reforma del Concilio Vaticano II para la misa dominical y que se empleó hasta mediados de la década del 70 del pasado siglo en que se volvió al texto antiguo. La frescura que emana ese pasaje subraya aún más al texto y pone en evidencia al compositor hasta ubicarlo en su justa dimensión. El coro tuvo un magnífico desempeño, sus sectores ofrecen una homogénea emisión, nadie sobrepasa a los demás y se brindan por igual. Hay una sola mezzosoprano la que es acompañada por tres estupendos contratenores que en todo momento se unen a ella. La Violonchelista Kinga Gaborjani posee una sutileza absoluta y cumplió con su misión de modo superlativo.

 

  El momento más fuerte de la noche ocurrió en el final de la primera parte con la interpretación del Oratorio “La Historia de Jepthe” de Giacomo Carissimi, “maestro di capella” del Oratorio del Santissimo Crocifisso di Roma, basado en el texto del Libro de los Jueces del Antiguo Testamento. Narra la historia del Capitán del Ejército de Israel quién al ganar una batalla librada contra los Amonitas jura ofrecer a Dios en holocausto a la primera persona que salga a su encuentro al retornar a su hogar. Quien lo hace para terror suyo es su única hija y debe confesarle a ella su juramento. La joven asume entonces con férrea entereza la noticia de  que será sacrificada y pide a su padre como único deseo sesenta días para recorrer montañas y praderas para revelar la naturaleza de este sacrificio y piedad de su gente al hacerlo por su progenitor aun cuando no se ha consumado como mujer. Las tensiones, la carga dramática,  la narración de la historia y la plenitud del discurso musical fueron expuéstos por este enorme conductor de modo admirable. El rol de narrador está distribuido a cuatro voces distintas las que en algún momento se unen y todas lo hicieron con exquisita solvencia, al igual que las  voces femeninas que acompañan a la protagonista en la infortunada travesía asumiendo los roles de sus amigas. El coro narra la acción a la usanza griega con una imponente labor en el lamento final.    Llamativamente no se mencionó  a los dos cantantes protagonistas. Ella es una soprano de exquisito timbre y de plena garra. Y la voz masculina que asumió el protagónico lo hizo totalmente consustanciado con el rol, dando en el punto exacto de ese ser atribulado puesto en la disyuntiva de cumplir o no con el sacrificio, y peor aún ante la decisión de su única hija de cumplir con ello. El conjunto instrumental respondió a la perfección, llevando a la versión a una excelencia absoluta. Una nota de color la dio el intérprete de tiorba quien al culminar la afinación previa desgranó la primera frase del tango “Por una Cabeza”. ¿Simple ocurrencia o para distender previo a la tensión de lo que se desgranaría después?.

 

   Ya en la segunda parte, Gardiner amalgamó con sabiduría “Hear My Prayer Oh Lord”,un himno fúnebre de Purcell que lleva el registro Z15  de su producción al que a posteriori enlazó con el “Stabat Mater” de Doménico Scarlatti, composiciones ambas de gran carga dramática de la que la primera bien puede entenderse como una súplica respecto a lo que narra la posterior. No es necesario agregar mucho más a lo ya expuesto, sino subrayar el trabajo que este imponente interprete realiza con ambos conjuntos desde hace 55 años a esta parte y su rescate de las formas musicales interpretativas más puras del barroco y clasicismo hasta elevarlas al más alto nivel, por lo que el cierre de este ciclo 2019 de Grandes Intérpretes Internacionales fue en consonancia con la totalidad de la propuesta: Rattle-Garanca-Mehta-Argerich-Hampson-Pisaroni-Garifullina (aun siendo ésta muy discutida)-Mutter-Gardiner. Todo lo que siempre se pide para presentar en el país, aun cuando deberá debatirse si son las instituciones oficiales quienes lo hagan, resignando su objetivo específico de casa de opera como en el caso del Colón.

 

  Hubo un bis posterior no especificado pero que de todos modos reafirmo la inmensa categoría de Gardiner y sus conjuntos.

 

Donato Decina