Otra soberbia actuación de la Filarmónica en las postrimerías de su Ciclo de Abono
ENTRE LO CLÁSICO Y LO CONTEMPORÁNEO
Teatro Colón
Jueves 14 de noviembre de 2019
      Escribe: Martha Cora Eliseht
Apenas restan uno o dos conciertos sinfónicos a cargo de la Orquesta Filarmónica de Buenos Aires dentro de su tradicional Ciclo de Abono en el Teatro Colón. Este año, parece ser que tanto el rendimiento de la orquesta como la calidad de sus interpretaciones van en aumento casi al final de la presente temporada, tal como sucedió el pasado jueves 14 del corriente en el Colón, bajo la dirección de Michael Seal y con la presencia del violoncelista Gary Hoffman en calidad de solista.
      El programa comprendió las  siguientes obras: Concierto para cello y  orquesta de Máximo Flügelman(1945), Variaciones  sobre un Tema Rococó en La mayor, Op.33 para violoncello y orquesta de  Piotr I. Tchaikowsky (1840-1893) y la Sinfonía  n° 8 en Do menor, Op.65 de Dimitri Shostakovich (1906-1975).
      El británico Michael Seal es un  director con mayúsculas. Ha dirigido numerosas orquestas en Inglaterra, Irlanda  y Escocia, así como también en Europa y Asia (Filarmónica de Malaysia, con la  cual debutó durante el transcurso del corriente año) y la Filarmónica de Buenos  Aires. Asimismo, es director musical de la City of Birmingham Symphony Orchestra  y participa también como director asociado de la ópera de dicha ciudad. Y Gary  Hoffman es un destacadísimo cellista, hasta tal punto que muchos compositores  contemporáneos le han dedicado sus conciertos: entre otros, el argentino Máximo  Flügelman, quien compuso su Concierto  para cello y orquesta en 1996 por encargo de la Filarmónica de Buenos Aires  con motivo del 50° aniversario de la creación de dicha entidad. Sin embargo, la  obra no llegó a concretarse y fue estrenada en París en 2005, con Hoffman en  calidad de solista. Por lo tanto, puede decirse que se produjo su estreno local  con  el organismo sinfónico al cual  estaba destinada desde un principio. Consta de dos movimientos (Andantino rapsódico y Allegro moderato), donde se expresa una  línea melódica y armónica, agradable al oído del espectador. El primer  movimiento posee reminiscencias de Neptuno de “Los Planetas” de Gustav Holst  en los glissandia cargo de la  percusión y de “El Pájaro de Fuego” de  Stravinsky en su desarrollo. El instrumento solista realiza un trémolo durante el desarrollo y dos  cadencias –una, al principio y la otra, al final- que fueron perfectamente  ejecutadas merced al impecable fraseo del intérprete. Por momentos, la  composición posee ribetes sonoros que recuerdan a Coptic Lights del compositor estadounidense Morton Feldman. (Hay que  recordar que Flügelman estudió en Estados Unidos con John Corigliano y David  Diamond). En cambio, el segundo movimiento posee reminiscencias impresionistas-  que recuerdan a La Mer, de Débussy y  también, a Albert Rousselen los tuttiorquestales  en tono menor. El solo de cello interpreta una fuga que es retomada  posteriormente por la orquesta en un tutti con  reminiscencias de jazz –al estilo de André Previn- , mientras que también posee  ribetes ginasterianos en ritmo de malambo a cargo del cello, que son repicados  por la orquesta. Tras un scherzo giocoso, se escucha una recapitulación en acorde fff,  reforzado por la orquesta y el instrumento solista. El público recibió la obra  con un cálido aplauso, que obligó a salir al compositor- quien estuvo presente  en el estreno local de su obra-  a  saludar sobre el escenario.
      Acto seguido, tanto Seal como  Hoffman ofrecieron una excelente versión de las celebérrimas Variaciones sobre un Tema Rococó de  Tchaikowsky. Desde su inicio, la orquesta logró una soberbia profundidad  sonora, con muy buenas intervenciones de los instrumentos solistas  –especialmente, se destacó el dúo de oboes conformado por Néstor Garrote y  Paula Llán, al igual que Claudio Barile en flauta, Matías Tchicouret en  clarinete y Fernando Chiappero en corno-. Gary Hoffman dio muestra una vez más de su impecable fraseo y su calidad  interpretativa, logrando un sonido espléndido. Esto se vio fundamentalmente en  la variación n° 5 (Allegro maestoso/  Cadenza), donde el instrumento solista posee un pasaje de extrema  dificultad técnica, caracterizado por una sucesión de escalas cromáticas  ascendentes y descendentes, apoyadas por un fraseo mediante arco encascada. Esto se profundiza aún  más al llegar a la 7° variación (Allegro  vivo), donde el instrumento solista enfrenta una coda monumental junto a la  orquesta, de gran dificultad técnica y donde es muy fácil caer en notas falsas.  Gary Hoffman superó la prueba con creces y tras los aplausos al final de la  obra, salió a hacer un bis con una Partita para cello solista de Bach, que  interpretó con su maestría habitual. 
      La Sinfonía n° 8 en Do menor, Op. 65 forma parte del tríptico que  Dimitri Shostakovich compuso sobre la Segunda Guerra Mundial, junto a la n° 7 (“Leningrado”, 1941)y la n° 9 (1945). Data  de 1943 y consta de 5 movimientos (Adagio/  Allegretto/ Allegro non troppo/ Largo/ Allegretto), que representan el  sufrimiento humano durante el conflicto bélico de manera íntima e introspectiva.  Debido a su extrema dificultad técnica, no es una obra que se escucha muy a  menudo en los programas de conciertos. Y si bien la Orquesta Sinfónica Nacional  brindó una excelente versión de la misma bajo la dirección de Stephan Lano  durante el transcurso del corriente año en el Centro Cultural Kirchner (CCK),  la versión ofrecida por Michael Seal fue estupenda y soberbia desde todos los  aspectos: brillante calidad de sonido, buena profundidad del mismo, perfecta  entrada de los diferentes instrumentos –tanto solistas como grupos de  instrumentos al unísono, en bloque-, jerarquía y excelencia interpretativa y  estupenda marcación de tempi. Esto  pudo apreciarse desde el trémolo inicial  en cellos y contrabajos hasta la melodía suspendida de la Sinfonía n° 7 (Leningrado) a cargo de los violines, que representa  la desolación posterior a la guerra. Posteriormente, el fagot toma la melodía  –soberbia interpretación de Gabriel La Rocca como solista, acompañado por el  brasileño Abner Da Silva-, que es tomada por el trombón bajo en contrapunto,  para desembocar en un allegro in  crescendo en tonalidad expansiva- similar a la música de Carl Nielsen-  donde seguidamente, los trombones marcan una  melodía similar al 3° movimiento de la Sinfonía  n° 5 del compositor ruso. Tras un poderoso tuttiorquestal en fff, la  melodía sigue con un trémolo en  diminuendo en las cuerdas –sostenido por las violas- hasta el bellísimo  solo de corno inglés que marca una transición a Andante sostenuto – espléndida actuación de la solista Michelle  Wong- hasta la brillante fanfarria a  cargo de los cornos y las trompetas con sordina que marca el final del 1°  movimiento, donde se destacó el trompetista  Daniel Marcel Crespo. Hubo una entrada perfecta de la orquesta en el 2°  movimiento (Allegretto), seguida por  un excelente contrapunto entre el flautín, el fagot y la tuba, apoyados sobre  el conjunto orquestal. También se destacó el solista de contrafagot Daniel La  Rocca durante el scherzo/vals central  y el timbalista Juan Ignacio Ferreiros, quien cierra el movimiento con tres  notas finales a cargo de dicho instrumento. Las violas entraron perfectamente  coordinadas en el ostinato que abre el  3° movimiento (Allegro non troppo), seguido  de un perfecto contrapunto entre el requinto y el contrafagot. Seguidamente,  los primeros violines retoman la melodía principal hasta la entrada de los  trombones y la tuba en contrapunto. Posteriormente, los violines realizan una  segunda recapitulación del tema principal para luego de un desarrollo  frenético, dar paso a la clama que marca la transición hacia el 4° movimiento (Largo), donde se repite el tema que  caracteriza la desolación provocada por la guerra desarrollado durante el 1°  movimiento. En este caso, lo retoma el flautín –soberbia actuación de Horacio  Massone- para desembocar en una disonancia a cargo de las flautas –a modo de  lamento- hasta la entrada del clarinete. Luego, el fagot y la flauta solistas  toman la melodía principal hasta la recapitulación por parte de la orquesta,  que desemboca en un soberbio contrapunto por parte del oboe, el corno inglés,  el fagot y el clarinete bajo –donde se lucieron los solistas Néstor Garrote,  Michelle Wong, Gabriel La Rocca y Sebastián Tozzola, respectivamente. En el Allegretto final, tras el desarrollo del  tema por parte de violines y cellos con bellísimos solos de estos instrumentos,  las trompetas, cornos, trombones y tuba interpretan una fanfarria triunfal hasta desembocar en el tema inicial del 1°  movimiento por parte de las cuerdas, mediante una coda a cargo de los cellos y  contrabajos. Pero en vez de terminar con un final brillante, la obra culmina en pianissimomediante la repetición de 3  notas (Mi- Sol- Do) hasta que la  melodía se desvanece por completo. La sala estalló en  aplausos y vítores ante una versión tan excelsa de la mencionada sinfonía. 
      Según palabras textuales del  compositor: “En esta obra hay un intento  de expresar las experiencias emocionales del pueblo para reflejar la terrible  tragedia de la guerra”. No sólo se hizo honor a la maravillosa música que  Shostakovich compuso, sino que además,   todas las obras comprendidas en el programa fueron extraordinariamente  bien interpretadas, dentro de un repertorio que fue desde lo más clásico hasta  lo contemporáneo. Esto demuestra una vez más la opinión personal de quien  escribe: la Filarmónica suena como una orquesta europea cuando un director  logra transmitir a sus músicos su profesionalidad, garra, emoción y disciplina.  Si a eso se le suma la inmensa cantidad –y calidad- de talentos locales, los  resultados están a la vista: un excelente concierto, digno de la jerarquía del  Colón. 

