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Primera representación de “TRISTÁN E ISOLDA” en el SODRE de Montevideo

UN SUEÑO HECHO REALIDAD

 

Auditorio Naciona Dra. Adela Reta

Montevideo

Domingo 17 de noviembre de 2019

 

Escribe: Martha Cora Eliseht

 

            Hace 20 años atrás, era totalmente impensable representar una ópera de Wagner con elenco nacional y/o latinoamericano. Y no porque faltara experiencia al respecto en materia de producción y puesta en escena –baste recordar esa dupla monumental integrada por Roberto Oswald y Aníbal Lápiz en materia de puestas de escena de la Tetralogía, Lohengriny tantas otras-  , sino porque no se contaba con voces vernáculas para los roles principales. Hoy en día, merced al trabajo de formación de cantantes especializados en repertorio alemán  y a la profesionalidad del tándem integrado por Marcelo Lombardero (dirección escénica y régie), Luciana Gutman (vestuario), Diego Siliano y Matías Otálora (reposición escenográfica, diseño de video y multimedia) y a un director de los quilates de Alejo Pérez –quien reemplazó en último momento al uruguayo Diego Nasser- se logró una versión histórica con elenco rioplatense, cuyo estreno tuvo lugar en el Auditorio Nacional “Adela Reta” del SODRE de Montevideo el pasado domingo 17 del corriente, con el siguiente elenco: Gustavo López Manzitti(Ttistán), Carla Filipcic Holm(Isolda), Cecilia Díaz (Brangäne), Hernán Iturralde (Rey Marke), Leonardo Neiva (Kurvenal), Gerardo Marandino(Melot/ voz de marino), Álvaro Godiño (Timonel) y Javier Mayo Cordero (Pastor). Participaron asimismo la Orquesta Sinfónica del SODRE y el Coro Nacional de dicha entidad, dirigido por Esteban Louise. La iluminación estuvo a cargo de Horacio Efron, mientras que Mercedes Marmorek se desempeñó como asistente de dirección escénica. También participaron alumnos del SODRE en calidad de figurantes.


Bajo el lema “El amor es más fuerte que la muerte”, Marcelo Lombardero ofreció una versión memorable del clásico wagneriano, que se representaba por primera vez en la República Oriental del Uruguay. Su mérito consistió en mejorar ostensiblemente una versión brindada con antelación en La Plata (2011) mediante recursos de luminotecnia y video, que podían proyectar en simultáneo las escenas transcurridas en el barco durante el 1° Acto –el camarote donde Isolda es transportada hacia Cornwall y el palo mayor de la nave, con la cabina del Timonel -que canta fuera de escena- o el pasaje desde la cubierta hacia el camarote-. El espléndido trabajo de proyección y el exquisito diseño de video llevados a cabo por Diego Siliano y Matías Otálora brindaron el marco perfecto para una puesta en escena magnífica, con un vestuario de época sencillo, pero de muy buen gusto, que les calzaba como un guante a todos los personajes. Y para las escenas de amor entre los protagonistas, se empleó una tarima que los elevaba, mientras la iluminación y el video sólo se concentraban en ellos. Este detalle se repitió en los dos primeros Actos, pero cobró mayor fuerza en el 2° Acto, donde la pareja protagónica está abstraída en la inmensidad de la noche, sin sospechar la traición urdida por Melot. Y en la escena final, la iluminación sólo se concentra en Isolda aferrándose al cuerpo sin vida de Tristán, cumpliendo a la perfección con el precepto wagneriano de la redención por el amor, que permanece constante más allá de la muerte.


Una vez más, Alejo Pérez demostró en el podio su enorme profesionalidad y jerarquía interpretativa al frente de la Orquesta Sinfónica del SODRE. Si se tiene en cuenta que fue convocado de urgencia –con lo cual, tuvo sólo 5 ensayos para representar una obra tan monumental y tan compleja musicalmente- , su mérito es doble. No sólo condujo magistralmente la orquesta, sino que además brindó una versión muy versátil y dinámica. Quizás, una tiene el oído acostumbrado a que el prólogo se ejecute con más solemnidad, pero no se notó en absoluto. Respetó absolutamente el carácter romántico por antonomasia de la obra y brindó unos matices excelentes. Pudo haber sonado algo más opaco el difícil solo de corno inglés que interpreta la triste melodía del pastor en el 3° Acto, pero se trata de un detalle al margen. Tal así fue, que el público comenzó a aplaudir antes que terminara el pianissimo acorde final.  El Coro Nacional también estuvo muy bien preparado y los figurantes fueron muy aplaudidos al final de la obra.


Con excepción del brasileño Leonardo Neiva y de los uruguayos Gerardo Marandino y Javier Mayo Cordero, el resto del elenco fue íntegramente argentino. Cecilia Díaz ofreció una Brangäne excelente, demostrando su impecable línea de canto y el color de su voz profunda y dramática en el aria principal (Einsamwächend in der Nacht). Hernán Iturralde dio vida a un Rey Markeque sobresalió por su capacidad actoral y vocal, puestas al servicio del personaje y por dicho motivo, se retiró ampliamente aplaudido. A su vez, Leonardo Neiva encarnó un Kurvenalque será recordado por su excelencia sonora e interpretativa. Y el crecimiento de Gustavo López Manzitti fue descomunal: de pasar a encarnar a Meloten la versión ofrecida por Daniel Barenboim en el Colón el año pasado, encaró el rol protagónico con gran maestría, dignidad, impecable línea de canto e histrionismo. El rol de Tristán es agotador para cualquier heldentenor que se precie como tal por el enorme esfuerzo actoral que ello implica (de la lealtad a la traición, del odio al amor y de la herida mortal infringida por Melota resistir para dar el último hálito de vida en brazos de Isolda) más el esfuerzo vocal que requiere ante los tutti orquestales (que actúan como una muralla sinfónica a derribar, donde la voz debe sobresalir). Era la primera vez que interpretaba dicho personaje y lo hizo con gran solidez. Y Carla Filipcic Holm es la gran soprano dramática argentina especialista en repertorio alemán: por ende, brindó una Isolda memorable, donde su voz se destacó por su armonía, musicalidad y línea de canto. Sus dotes histriónicas se destacaron en todos los momentos de la obra –sobresaliendo en las escenas de mayor dramatismo y, fundamentalmente, en la Liebestod final (Mildund Leise, wieerwächelt)-, donde el público comenzó a aplaudir antes del acorde final. La ovación se prolongó durante varios minutos mediante aplausos y numerosos vítores por parte del público.


Sin  lugar a dudas, se trató de un hecho lírico histórico que tuvo lugar en Montevideo, ya que fue la primera vez que TRISTÁN E ISOLDA se representó en Uruguay y con elenco íntegramente rioplatense/latinoamericano, donde la mayor parte de los roles fueron cantados por argentinos, con un director de orquesta, régisseur, vestuarista y escenografía de la misma nacionalidad, con una puesta en escena y una versión memorables. Una vez más, esto demuestra que cuando se quiere, se puede. Un sueño cumplido que se hizo realidad, del cual una ha tenido el enorme privilegio de ser testigo.