Menu principal

 

 

¿Y AHORA QUE?

 

Centro Cultural 25 de Mayo

Miércoles 10 de diciembre de 2019

 

Escribe: Donato Decina


Teatro Colón, temporada 2019. Opera de Cámara. Wolfang Amadeus Mozart: “Mitridate Re di Ponto” Kv 87 revisada en catalogo como 74a. Original en tres actos con libreto de Vittorio Amadeo Cigna-Santi. La presente versión fue presentada en adaptación escénica libre en dos actos (estreno latinoamericano).

Intérpretes: Santiago Martínez (Mitridate), Constanza Díaz Falú (Aspacia), Florencia Burgardt (Xifare), Martín Oro (Farnace), María Virginia Savastano (Arbate).

Escenografía: Diego Cirulli, Vestuario: Mariana Seropian, Iluminación: Verónica Alcoba.

Dirección Escénica: Julián Ignacio Garcés.

Orquesta bajo la Dirección de Ulises Maino.

 

NUESTRA OPINION: MUY BUENO.

 

Desde el anuncio, en los últimos días de 2018, de la actual temporada que ya está culminando, me llamó mucho la atención la presentación de este título mozartiano compuesto cuando el genio contaba con 14 años de edad. Siempre se la presentó como una de sus obras más importantes pero lo cierto es que recién  ahora se la ofreció en Buenos Aires y en carácter de estreno latinoamericano. Vaya entonces mi reconocimiento a la Opera de Cámara y a Marcelo Lombardero por la decisión de incluirla en la programación de este año.

 

  Ahora bien, este trabajo con dirección escénica de Julián Ignacio Garcés es presentado en adaptación del original con libro de Vittorio Cigna-Santi, ya que mientras este último está escrito en tres actos, el ofrecido es en dos y con una acción dramática distinta al concebido por el libretista italiano. Mientras Cigna se atiene a la historia y a la obra de teatro de Racine de 1673, Garcés nos explica en el programa de mano que aunque el protagonista de la historia supo defender a su reino y las negras aguas de éste ante tres de los más celebres generales romanos, también atormentó a su familia y temió padecer en carne propia la traición y los vejámenes que el mismo infligía. Asimismo el Regisseur nos comenta que la acción está orientada puertas adentro con toda la atmósfera opresiva, las intrigas y traiciones y otro “Mar Negro”,  el que en ese ámbito y en esas circunstancias fluye.


Entrando en la adaptación, hay dos personajes en el original Mozartiano que no aparecen aquí: Marzio, tribuno Romano que incita a Farnace a conspirar contra su padre e Ismene, princesa de los Partos, prometida de Farnace. Visto el espectáculo, es evidente que se buscó concentrar la escena en el vínculo de familia, algo que se refuerza por la posición de Aspacia, prometida de Mitrídate, dentro de este esquema. Mientras Farnace  no oculta su interés por ella, Xifare la desea en silencio . Con el correr de la representación iremos viendo que aquí Xifare es mujer y también que Aspacia se siente atraída por ella y culmina correspondiéndole.

 

  Por lo tanto la acción aquí se comprime y tratará sobre el vínculo del Rey con su prometida y sus hijos, quien de ellos traiciona y quien es fiel. Se suma a este panorama Arbate, gobernador de Ninfea, lugar del Ponto (hoy Crimea) en donde se desarrolla el asedio romano, quién intrigará como pocos y será fiel al soberano. Mientras en la realidad es Mitridate quien se suicida durante el asalto final enemigo, aquí son su prometida e hijos los que perecen a manos del Rey, quien venga y castiga de esta manera  las infidelidades y traiciones de estos, quedando el protagonista finalmente solo en compañía de su fiel gobernador Arbate.

 

  La adaptación lleva a una gran carga dramática que potencia la música de Mozart, la escena está concentrada en un solo ambiente y en torno a una gran mesa, o porque no decirlo, un altar de naturaleza granítica que en el final se va derruyendo tanto como se abren los pisos por donde el líquido negro va fluyendo para acentúar de este modo la trágica escena. Ahora bien, convengo de que se trata de una versión libre, si bien fiel a la música, pero con un desarrollo distinto al real.  No cabe duda alguna de la minuciosa lectura del texto que el Director de Escena ha efectuado, pero no es finalmente el sentido literario para el cual Mozart compuso la música y si tenemos en cuenta de que se trató del estreno latinoamericano, me hubiera gustado una versión lo más fiel posible al original.

 

  A lo ya manifestado del sencillo pero muy efectivo marco escénico que desarrolló Diego Cirulli, se suma una impecable iluminación de Verónica Alcoba y un vestuario  más acorde con esta época de Mariana Seropian, con claro predomino de los tonos oscuros que favorecieron así al planteo escénico del Director.

 

  Una arista muy rescatable de este trabajo es la composición actoral que Garcés logró imponerle a los intérpretes. Todos sin excepción lograron mimetizarse con la acción y construyeron estupendas caracterizaciones. Hacía mucho tiempo que no veía en escena un conjunto tan homogéneo de cantantes actuando en tan extraordinario nivel.

 

  Entrando de lleno en lo vocal, Santiago Martínez  compuso un formidable protagónico con total entrega y sín guardarse absolutamente nada. Sumada a una estupenda actuación, su labor fue definitivamente consagratoria. Otro tanto cabe para Constanza Díaz Falú, quien asumió el rol de la infortunada Aspacia. Cada presentación suya revela un importante crecimiento vocal y actoral. Florencia Burgardt tuvo a su cargo el rol de Xifare. Con nobles recursos vocales y actorales alcanzó una composición sólida en todo sentido. Martín Oro, el único interprete con registro de contratenor que actuó, a pesar de que la partitura ofrecía mayores posibilidades para esa cuerda, expresó muy bien su parte y fue muy convincente desde lo actoral. Fue muy gratificante volver a escuchar a María Romina Savastano, quien asumió el personaje de Arbate, el gobernador, tal cual lo marca la partitura. Ha robustecido su registro y despliega sus recursos vocales y actorales a pleno, alcanzando así una composición magnífica de su personaje.

 

  Descollante labor le cupo a Ulises Maino al frente de una orquesta conformada para este espectáculo, en la que intervinieron reconocidos instrumentistas de Ntro. medio. Su Mozart es vital, tuvo plena comunicación con el palco escénico y logró de esta manera una concertación de altísimo nivel.

 

  Este último espectáculo para el corriente año de la Opera de Cámara marca el final no solo de la temporada, sino también de su carácter de equipo de realización del Teatro, ya que a partir del próximo año, sus actividades quedarán dentro de la órbita del Centro de Experimentación. Con ello va implícito el final de la gestión de Marcelo Lombardero. Si tenemos en cuenta que en su gestión de años atrás como Director Artístico de la Casa, pudimos disfrutar de realizaciones como “El Emperador de la Atlántida” o “I DueTimidi” y que en la presente gestión encontramos desde “Il Trionfo dell’Onore”, este “Mitridate”, “Piedade” o la imponente “Powder Her Face”, nos damos cuenta de la calidad en la concepción de estas propuestas. Al igual que en la inolvidable gestión suya en La Plata, dio absoluta libertad creativa a quienes convocó, respetó por completo las decisiones de los mismos, equivocadas o no y abrió un debate plenamente vigente aún en círculos de absoluta cerrazón. Pues bien, de ahí el título de esta columna  ¿Y Ahora Qué?

 

Donato Decina