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En Viena y en Berlín, siguiendo la mejor tradición


FUERON BRILLANTES LOS CONCIERTOS DE AÑO NUEVO

Viena, Berlin

Martes 31 de diciembre de 2019

 

Escribe: Carlos Ernesto Ure



Enraizados jubilosamente en el imaginario colectivo, son por ciertos famosos los conciertos que se realizan con gran fastuosidad en Berlín y en Viena (dos grandes metrópolis musicales) con motivo del ingreso al nuevo año. El de la capital austríaca, además, exhibe una proyección internacional de enorme magnitud, ya que se trasmite en directo por televisión a una gran cantidad de países (se ha llegado a hablar de más de cincuenta millones de televidentes).


En el Musikverein
Siempre a cargo de la Filarmónica de Viena (que visitó por última vez Buenos Aires en 2018), partícipe esencial de este evento, su conducción, de acuerdo a la mejor tradición, se ofrece todos los años a un maestro distinto, dentro de los que están sólidamente consagrados.


En esta ocasión la distinción le correspondió a Andris Nelsons (41), discípulo de Mariss Jansons y esposo de la soprano Kristina Opolais, titular de las Orquestas Sinfónicas de Boston y del Concertgebouw, de Amsterdam. Distinguido también en el campo de la ópera (lo vimos concertar magníficamente en Bayreuth), el artista letón se presentó en la Gran Sala del Musikverein (perteneciente a la legendaria Sociedad de Amigos de la Música de Viena), tal vez el recinto de conciertos más importante del mundo, con una llamativa levita de terciopelo azul.


Pero lo más significativo obviamente no fue esto, sino la notable innovación que generó en el repertorio. Porque el programa, muy variado, estuvo integrado por la obertura de la ópera “Los Vagabundos”, de Carl Ziehrer, “La fiesta de las flores”, “Abrazaos por millones”, “Disfrutad de la vida”, “Donde florecen los limoneros” y la polca “Tritsch Tratsch”, de Johann Strauss hijo, la polka rápida “De golpe y porrazo” y la polka-mazurka “Flor de escarcha”, de Eduard Strauss, donde la gran orquesta sonó con increíble precisión, la obertura de “Caballería ligera”, de Franz von Suppé, las polcas “Cupido” y “En pleno vuelo”, referida a las golondrinas, la marcha “Liechtenstein” y los valses “Dynamiden” y “Saludos amorosos”, de Josef Strauss, la “Gavota”, de Josef Hellmesberger y la galopa “El Postillón”, de Hans Lumbye (nueve de dichas piezas no se habían ejecutado nunca en estas jornadas).


Como notas divertidas y de color, habituales en estas funciones, el maestro se dio vuelta en un momento hacia el público y desenfundó y tocó una trompeta, y José Carlos Martínez, ex director de la Compañía Nacional de Danza de España, trazó la coreografía de seis de las “Doce contradanzas”, de Beethoven, con proyecciones de fondo.
En el final de esta octogésima edición, luego de la proverbial entrega de un ramo de flores al director, que plasmó un “rubato” acentuado en algunas páginas, lo esperado: el “Danubio Azul” y la “Marcha Radetzky”, virtual himno nacional austríaco, vertidos con fluidez y rítmica estelares, y seguidos por los espectadores con alegre batir de palmas. Como se lo puede apreciar: una fiesta total.


El concierto del año que viene estará a cargo de Riccardo Muti.


450 años

Por su lado, con otra tónica y como preludio al año celebratorio de la Staatskapelle de Berlín, que estuvo en Buenos Aires también en 2018 y conmemora en 2020 cuatro siglos y medio de existencia, su habitual concierto de Año Nuevo alcanzó niveles de alta excelencia, no exentos de un toque de tristeza.

 

Porque en el inicio de la velada, que tuvo lugar en la Ópera del Estado de esa ciudad, se hizo un minuto de silencio en homenaje a Harry Kupfer, el gran “regisseur” alemán fallecido el 30 de Diciembre (puso “Tristán” en el Colón dos años atrás), uno de los grandes creadores del teatro lírico de las últimas décadas.

 

En la primera parte, con Barenboim como director y solista, se ofreció el Concierto Nº 20 para piano y orquesta, en re menor, K 466, de Mozart, interpretado con líneas muy depuradas, no exentas de ciertos atisbos pre-románticos.


Luego vino el plato fuerte. Sobre la base de la espléndida labor de la Staatskapelle (formada en 1570 es una de las orquestas más antiguas del mundo), la Novena Sinfonía resonó conmovedora y radiante en la “Unter den Linden”.


La soprano Elena Stikhina, la destacada contralto rusa Marina Prudenskaya, el tenor Andreas Schager y el potente bajo germano René Pape (Colón, 2014) fueron los solistas. Preparado por Martin Wright, el Coro de la casa cumplió una labor intensa y luminosa en la “Oda a la Alegría”, por lo que al culminar la magna obra beethoveniana, todos (maestro, cantantes, coro y orquesta) fueron largamente ovacionados por un público sumamente entusiasta.

 


Carlos Ernesto Ure