Balance lirico-musical en un año convulsionado
    La Prensa 24.12.20
Escribe: Néstor Echevarría
Un año que se cierra ,completamente atipico, marcado por la presencia en el mundo de esta cruel pandemia provocada por el Covid-19, también deja sus efectos en cuantas manifestaciones del hombre existen, como el arte, como la música y la lirica en sus diferentes aportaciones.
    Particularmente  el arte de los sonidos , ya que  de esto  nos ocupamos en este artículo, sigue transitando con dificultades enormes y  efectos negativos en todas las sociedades en los países europeos, en nuestra América,  y también en otros lugares del planeta.. Un fenómeno mundial que ha producido irreparables  y cuantiosas pérdidas de seres humanos y consecuentemente de las actividades  que se desarrollan.
    De  manera que, entrando en un balance del año que culmina, nunca podrían haberse  imaginado los efectos de esta pandemia, que asi fue declarada oficialmente por  la Organización Mundial de la Salud  en  el mes de marzo, originando los confinamientos sanitarios.
    Hasta  entonces todo venia funcionando regularmente y recordamos haber asistido a funciones  del afamado coloso de la ópera , el Metropolitan Opera House de Nueva York,,  cuyas criticas documentamos en estas paginas, asi como también en el otro  extremo de los Estados Unidos (el país mas afectado en todo el mundo), en Los  Angeles, en funciones de la Opera de esa ciudad californiana.
    Esto  ocurría en los  primeros meses del año y  en nuestro medio ya se estaba preparando,   la apertura de la temporada del Colon para empezar con  “Nabucco” de Verdi, y ya acababa de ponerse  en marcha la de la Orquesta Sinfonica Nacional en el CCK. Pero al decretarse la  cuarentena obligatoria en nuestro medio, se cierran los teatros en todo el continente  europeo paulatinamente , este fenómeno impensado e impensable pocas semanas atrás,  cobra estatura y difusión mundial, con las consecuencias de todo tipo,  laborales, sociales,  económicas , etc.
    Gravísima  circunstancia ocurrida en la órbita mundial de los teatros liricos y las salas  de concierto, como en todo otro medio del espectáculo. Y empiezan a  manifestarse los efectos de un año convulsionado. El cierre progresivo de los  teatros liricos del mundo, y también de los auditorios de concierto, el público  encerrado en sus casas, desencadenando también toda suerte de problemáticas  sicológicas acompañando la malignidad del   coronavirus, hizo que las instituciones de ópera, cerradas, echaran mano  en su gran mayoría a registros emitidos en “streaming”, de sus años  anteriores, hecho que subsiste todavía.
    También  el “streaming” permite algunas trasmisiones especiales,como aquella recordada  del Met con cuarenta cantantes, desde sus casas, u otras desde el  Maggio Musicale Fiorentino, o como los primeros intentos de las pos cuarentenas  en Europa , al llegar el verano al hemisferio Norte, con los festivales  (Salzburgo, Verona, etc) permisivos y estableciendo protocolos sanitarios como  el de la Opera Estatal de Hesse, en Wiesbaden, que fue el primer teatro lirico  en abrir  en mayo, con solo doscientos espectadores permitidos,  con distanciamiento social y todos los recaudos. Todo a los efectos de  un concierto vocal , con piano.
    Entonces  se suscita como hemos examinado la contraposición  de la audacia y la cautela. El teatro Real de Madrid rompe el fuego presentando  una sucesión de funciones de “La traviata” verdiana con diferentes elencos, en  forma “semi-stage”, y luego acomete la temporada oficial con protocolo, abierta  con “Un ballo in maschera”,tambien de Giuseppe Verdi (un admirado compositor  elegido para atraer  público) y aún  perdura en sus efectos, aunque los fuertes rebrotes en España llevaron al  cierre de otros teatros.que lo seguían.
    En  Italia ,la cuna de la ópera, la ilustre Scala de Milán  abrió sus puertas después de ciento treinta  días de cierre y llegó tras clausuras parciales, a inicial su temporada en el  siempre anhelado día de San Ambrosio, el santo patrono de la ciudad , el 7 de diciembre,  pero con un extenso programa de veinticuatro celebres cantantes  internacionales  y los cuerpos artísticos  del teatro (orquesta, coro y danza) dirigidos por Riccardo Chailly, por via “streaming.”,  desde la  propia sala adaptada, sin público.
    También  la Staatsoper de Viena, otro de los grandes coliseos liricos,  abrió con riguroso protocolo, pero la segunda  ola del coronavirus obligó a un cierre inmediato, en tanto los franceses (Opera  National de Paris, con sus dos colosales teatros, las Operas Garnier y Bastille) y  los  británicos  (el Royal Opera Covent Garden de Londres)  mantenían prudencia, por sus crecientes  casos pandémicos, y en los Estados Unidos el  Met mantuvo el cierre y lo reafirmó definitivamente hasta septiembre del año  venidero, lo mismo que la Orquesta Filarmónica neoyorquina , ya que el Lincoln  Center terminó cerrado totalmente,  abrumados por la pandemia todavía creciente en  Nueva York.
      Por  nuestros lares, el cierre también fue completo por todo el año y aún perdura en  el caso de nuestro teatro Colon, limitado a dar por “streaming” funciones dominicales  de años precedentes.,deoperas, recitales, conciertos y ballet,  aun cuando los teatros uruguayos (Sodre y  Solis) abrieron con mucho cuidado sanitario pero en  funciones breves y cumpliendo el protocolo  sanitario. En el resto de los países regionales también impera el cierre por el  covid-19
    Un  año entonces lleno de  tensión, como  convulsionado por  idas y vueltas, donde  la escena lírica y los conciertos fueron   objeto de contagios Los instrumentos aislados (los vientos sobre todo),  las voces de los coreutas,todos en la mira sanitaria, que nos permite llegar a  completar el año sin respuestas  definitivas. Y en nuestro medio,a pesar de haberse  aprobado un protocolo general  atinente a  la actividad teatral y musical.no hubo avances sustanciales.
      Y  que podríamos destacar de este año, entonces, se preguntará el lector? Fue un  año donde también hubo que lamentar fallecimientos ,como el del compositor  polaco Krzysztof Penderecki que nos visitara y presentara el estreno en el Colòn  de su ópera “”Ubu Rex”, como el de la querida soprano italiana Mirella Freni, y  de otras cantantes, como Mady Mesplé y Jeanette Pilou tambien recordadas. Asi como  el recuerdo del gran Beethoven en el 250 aniversario de su nacimiento.
    Pero también fue un año en que se cumplió  –hecho muy trascendente- el centenario de nuestra radiofonía. Porque aquel 27  de agosto de 1920 los cuatro amigos y aficionados llamados “locos de la azotea”  pudieron sacar al aire fragmentos de la opera wagneriana ”Parsifal”, que se representaba  en el Teatro Coliseo de la calle Marcelo T. de Alvear (ex Charcas) y justamente  dar a luz una primera emisión radial en   el país, con los medios de entonces.
      Finalmente,  de todo este balance también  habría que  evaluar y ponderar las intenciones humanas, en   el mundo, de resolver estas situaciones limites. Buscar todas las soluciones  para seguir adelante, para superarlas, ese abrir y luego cerrar, por medidas  oficiales en cada país, en cada sociedad. Advertir los efectos sicológicos  colaterales de los desconfinamientos, como el temor, el miedo, también el cambio  de hábitos, de costumbres. Todos, factores que conllevan a ver la llamada  futura normalidad como un enigma todavía.
      Quizás  habrá que hablar de la tecnología aplicada. La tecnología, el “on line”, lo  virtual ,que sustituye hoy la modalidad presencial, que ha regido desde toda la  tradición histórica de la vida humana. Este fenómeno, también apabulla, también  presenta su  problemática, y tampoco  concuerda con la abrumadora población del planeta. Pero deja una veta posible,  la que hoy afecta la educación, la formación y la comunicación de los seres  humanos,  pero que también supone muchas incógnitas.

